Colombia: Un trapiche chichero

inventosnortedelcauca.blogspot.com
2014-04-06 21:00:00

 

Apolinar recogió su dañada máquina de desfibrar cabuya y la convirtió en un práctico y suave trapiche panelero. Claro que, a decir verdad, uno lo ve más en función de trapiche chichero. Aunque también saca panela si se lo piden. 

 

 

Por fortuna, el título de “jurados”, fue cambiado al de Putx The’gsa (admiradores, los que miran en conjunto). Si no es posible juzgar al ser humano, creador de las maravillas que hemos visto hasta el momento, menos podemos juzgar el entorno donde vive. La mamá Kiwe pródiga en paisajes, aire, música natural –una sinfonía de voces de pájaros y ríos cantarines–  enmarcó siempre el camino, inspirándonos para ver al ser humano como parte del paisaje creado a la par de la sagrada naturaleza.

 

Paisaje del resguardo indígena de San Francisco.

 

En el ascenso a la casa de Apolinar, en un pequeño tul, hincado sobre la tierra, un nasa mayor realizaba faenas de limpieza con un pequeño azadón. Lo vimos de cerca, como a unos diez pasos del camino. Al acercarnos un poco más la sorpresa con este mayor fue grande: es ciego. Hermoso ejemplo del hombre que se resiste, por una supuesta incapacidad,  a quedarse quieto a la orilla del camino. Pegado aun a la tierra, como orando en su trabajo. Con un “ewçxa” (eucha: hola, adiós) le expresamos nuestra admiración y continuamos el camino.

 

Después que dos de los integrantes del equipo equivocáramos el camino, llegamos al lugar de Apolinar. Una pequeña casa rodeada de cafetales arábigos, allí nos esperaban el hijo de Apolinar y su joven esposa. Una bebida refrescante, una corta conversación, la presentación de rigor y el invento: El trapiche. 

 

Visión de conjunto del trapiche. Al centro los dos rodillos metálicos.

 

Las manos fuertes de Apolinar y su hijo y una viva imaginación, crearon un “aparato” en madera con dos cilindros metálicos reciclados de una máquina para extraer el fique. Ingeniosa forma de emplear los desechos industriales.

 

Los tres admiradores, aparte de observar en detalle la construcción de este novedoso artefacto, nos dimos a la tarea de probarlo, así que con todo el entusiasmo, remplazamos la tracción animal por la nuestra. No fue demasiado el esfuerzo para hacer funcionar el invento. Apolinar y su hijo lo alimentaban con la caña y los rodillos, con un singular “chirrido”,  exprimían su jugo que conducido por un pequeño canal terminaba depositado en un balde. 

 

El empuje no representa mayor esfuerzo

 

El elixir de la eterna juventud.

 

No solo probamos su eficiencia sino su producto final, guarapito con limón, refrescante; delicioso néctar.

 

Paso seguido, y como es tradición, un sencillo pero nutritivo almuerzo, esta vez un plato de mejicano (mazamorra de victoria). Terminado este ceremonial encuentro la despedida y… el regreso.

 

Un ewçxa para el mayor ciego, había avanzado poco en su labor, pero avanzaba…

 

El retorno de don Quijote. No, perdón, es Jorge moliendo caña.

 

Rodillos metálicos. Aún muchas familias rebuscan su sustento de sacar cabuya (fique). El maldingo neoliberalismo jodió también a los fiqueros. Estos rodillos hacen parte de una máquina desfibradora, ahora extraen el jugo de la caña.

 

"Empujen que nosotros pujamos".

 

"Ahora sí atiendo los miedos

 

Fuente: http://inventosnortedelcauca.blogspot.com/2014/04/un-trapiche-chichero.html