Comercio de Carbono y REDD + en Mozambique: campesinos cultivan carbono al servicio de contaminadores

Las falsas soluciones de Rio+20

2012-06-21 00:00:00

Maputo, 18 de Junio de 2012 (Via Campesina Africa News) – La producción alimenticia y la soberanía de los pueblos africanos corren el riesgo de estar seriamente comprometidas debido a la implementación de proyectos de plantación y de conservación de árboles para la captura de carbono y la llamada Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal Plus (REDD+). Tales proyectos podrán conducir al continente hacia graves situaciones de inseguridad alimenticia y tener como consecuencia la pérdida de la propiedad de la tierra y del control de los recursos forestales por parte de los  campesinos y las campesinas de África.
En Mozambique, este escenario será inminente ya que el país ofreció su territorio para servir de “modelo” para proyectos de captura de carbono y REDD +.
Al caer la tarde, Albertina Francisco*, campesina de la comunidad de Nhambita, en la provincia de Sofala en Mozambique,  regresa a su casa, cansada, después de otro día de actividad en su machamba (palabra usada en Mozambique para decir granja). Además de ocuparse del maíz, mapira (una especie de sorgo) y mandioca que cultiva, Albertina comenzó a tener una tarea enorme y adicional: cuidar los árboles que plantó hace algunos años, para tener la certeza de no verse penalizada a fin de año por la Envirotrade, la empresa con la cual tiene un contrato de provisión de carbono. Lo que sucede es que Albertina debe, obligatoriamente, evitar la muerte de las plantas y garantizar su buen desarrollo de tal modo que, por lo menos un 85% de las plantas recibidas sobrevivan.
 “Además del maíz y de la mapira ahora tengo también que cuidar a los árboles, para que no mueran. Planté muchos árboles y no es fácil controlarlos todos”, dijo Albertina, que visita su granja dos veces por día.
Como Albertina, 1.400 campesinas y campesinos más de Nhambita y otras comunidades del puesto administrativo de Púngue en Sofala fueron contratados para plantar y cuidar a los árboles en sus tierras.
“Cuando llegaron, dijeron que el proyecto es bueno porque si plantamos los árboles, recibiremos dinero para combatir la pobreza, y seremos dueños (de los árboles) una vez finalizado el proyecto”, cuenta un campesino de Nhambita.
El proyecto se denomina “Nhambita Community Carbon Project”[i]. El objetivo de la empresa Envirotrade consiste en secuestrar carbono a partir de la agro-forestación, comercializar los créditos de carbono en el mercado voluntario, en este momento en Europa y Estados Unidos. Comprando créditos de carbono, las empresas de países industrializados pueden “vender” una buena imagen a sus clientes, limpiar su conciencia y permitir la contaminación del planeta. Con la implementación de REDD+ y la compra de los créditos de carbono se pretende que los países ricos continúen con la emisión de gases con efecto invernadero, siempre y cuando financien proyectos de secuestro de carbono en otros lugares, generalmente en países del sur.
Con este proyecto, la Envirotrade dice que se preocupa por aliviar la pobreza de las poblaciones.
Más allá del uso de tierras para la plantación de árboles (gliricidia, faidherbia, acajús, mangueras, especies madereras), las comunidades tienen que proteger y patrullar una área demarcada de poco más de 10 mil hectáreas, en las cuales la Envirotrade también comercializa créditos de carbono a través del mecanismo REDD+.
 Los servicios de plantación, conservación y protección de los bosques están regidos por un contrato entre la Envirotrade y los campesinos. El contrato es por tiempo determinado y tiene una duración de sólo 7 años. Sin embargo, de acuerdo con las cláusulas del contrato, el productor (campesino) tiene la obligación de plantar y cuidar los árboles y recibirá un valor anual que varía en función del sistema elegido y de la extensión de la tierra usada. Tras siete años, el pago termina, pero la obligación de cuidar permanece.
“Es obligación de la campesina o del campesino continuar con el cuidado de las plantas, que le pertenecen, también después de los siete años de vigencia de este contrato”, determina uno de los párrafos de la cláusula sobre las obligaciones del productor.
De acuerdo con la Envirotrade, un árbol captura carbono durante un período de entre 50 y 100 años. La obligación de cuidar las plantas y bosques por parte de los campesinos pasa, automáticamente, a ser multi-generacional.
“Si un campesino pierde la vida dentro del período de vigencia del contrato, este pasa a los legítimos/legales herederos (hijos) con todos los derechos, pero también con las obligaciones”, aclara Antonio Serra, Director Nacional de la Envirotrade.
Nhambita es una comunidad del distrito de Gorongosa, en el puesto administrativo de Púngue, centro de Mozambique. Es rico en biodiversidad y ostenta una vegetación y una riqueza de bosques dignas de ser envidiadas.
La Comisión Europea financió la Envirotrade desde el inicio del proyecto en 2003 hasta 2008 con casi 1.500.000 euros, para actividades de investigación y experimentación en Nhambita. La Comisión Europea ha recortado la financiación y una de las razones fue porque encontró irregularidades en la metodología propuesta para la medición del carbono.
 Lo que la campesina y el campesino ganan en el negocio...
De acuerdo con la Envirotrade, sus proyectos tienen como objetivo aliviar la pobreza (de las comunidades), proporcionar desarrollo sostenible y conservar la biodiversidad. “Es una nueva forma de hacer negocio”, afirma la empresa en su página web[i], y se muestra convencida de ofrecer un nuevo modo de vida para individuos y comunidades.
Ahora bien, la prestación de servicio de un contrato de un campesino al cual tuvimos acceso se hará a través de la plantación de árboles en una total de 0,22 hectáreas (22 metros por 22), en  su huerta, y recibirá un valor total de 3.215 meticales (128 USD) para los 7 años de duración del contrato. Para ganar dinero suficiente para aliviar la pobreza, este campesino precisaría muchas más hectáreas, diversificación de sistemas y plantar muchos más árboles. Lo que se verifica prácticamente imposible.
 El sistema mejor pagado por la Envirotrade se denomina “plantación boscosa” y puede pagar al productor cerca de 17.500 meticales (670 USD) repartidos en siete años.
 Estos valores se refieren a 1 hectárea, lo que quiere decir que el valor puede ser alto o más bajo dependiendo del tamaño de la área. Los campesinos en Nhambita tienen una área promedio de una hectárea por familia.
 “Un campesino que tenga 1 hectárea puede en un año firmar un contrato con el sistema de bordadura válido por 7 años y el año siguiente en la misma área, firmar  un contrato de consociación por 7 años y el tercer año  firmar un contrato de 7 años para el sistema de huerta, así este productor quedará unido al proyecto durante mucho tiempo”, explicó Antonio Serra, Director Nacional da Envirotrade en Mozambique.
Pero, no se engañe quien piense que con REDD+ y la plantación de árboles se volverá rico: “El negocio de carbono no es para volver rico a nadie (campesinos). El propio mercado muestra que tiene muchos costos. No va a convertir ricas a las comunidades. Las personas precisan tener otras formas de rendimiento”, dijo en una entrevista, Aristides Muhate, el gestor de Carbón de la Envirotrade.
Hace tres años que la Envirotrade dejó de emitir nuevos contratos, debido a problemas financieros.
Soberanía alimentaria en peligro
Es importante enfatizar que dedicarse a estos servicios podrá aumentar la inseguridad alimentaria de la comunidad o de las familias, si observamos el tiempo y la dimensión de la área que el campesino precisa para plantar una cantidad de árboles que le posibilite ganar más dinero. Ello llevará a la campesina o al campesino a “cultivar carbono” en lugar de cultivos alimenticios.
Por otro lado, “el enfoque de los valores económicos en la conservación de los  bosques comunitarios, promovida por la Envirotrade, no convertirá a los valores culturales, espirituales y biológicos en valores menos importantes ya que las comunidades siempre supieron conservar los bosques durante generaciones y generaciones”, dice un estudio[ii] de Jovanka Spiric, que investigó los impactos socioeconómicos del esquema REDD implementado en Nhambita.
Existe un número considerable de campesinas y campesinos que abandonaron la plantación y se dedican  a tiempo completo a cortafuego y patrulla de los bosques de la área REDD+.
Gabriel Langa*, padre de 4 hijos, es jefe del grupo que se ocupa de cortafuego y patrulla en el bloque 2, una área de REDD+, “protegida” en la zona de Bué María, en Púngue. Antes cultivaba para alimentar a la familia.
“Ahora la actividad principal es el cortafuego. No tengo tiempo para ir a machamba”, dijo Langa.
Langa va a ganar 8.845 meticales (340 USD) por el cortafuego en área “conservada” y que compartirá en el grupo (de 4 miembros) del cual él es jefe.
Los bosques nunca estuvieron en riesgo de desaparición...
Para la Envirotrade, la zona tapón del parque Nacional de Gorongosa[iii], donde se encuentra la comunidad de Nhambita, corría el riesgo de desaparecer debido a la tala masiva de árboles (para carbón) y a quemas descontroladas.
El comité de Gestión de los Recursos Naturales de la localidad de Púngue, que funciona a partir de Nhambita, en Gorongosa, establecido antes de la llegada de la Envirotrade, junto a los líderes comunitarios, desmiente esa teoría y afirma que siempre supo cuidar y conservar los bosques y la tierra en la localidad.
“La comunidad no tenía ningún problema y siempre supo gestionar los recursos. El establecimiento del Comité de Gestión, en 2011, reforzó esa capacidad porque tuvimos un entrenamiento con ese fin”, dice Francisco Samajo, presidente del comité mencionado, quien agrega, “eso es lo que probablemente trajo a Envirotrade aquí”.
 Aristides Muhate, de la Envirotrade, reacciona: “A veces las personas quieren imponer  su mérito por encima de todo. Todo el mundo sabe que hoy esta zona estaría autorizada para el corte ilegal de madera. Él (el jefe del comité de gestión de los recursos) no tendría ni siquiera recursos (dinero) para hacer la patrulla que  hace”.
 La Envirotrade financia el comité de gestión de los recursos naturales para que, a su vez, pueda pagar por patrullar los bosques y “defenderlos” contra miembros de la misma comunidad.
 A pesar de que los campesinos afirman tener ciertos beneficios a partir del  proyecto de la Envirotrade (árboles frutales, un poco de dinero todos los años, un puesto sanitario, transporte en caso de enfermedad), parece no haber consenso para admitir que las comunidades eran muy pobres y que la gestión de sus bosques y tierras era deficiente.
 Otro campesino de Nhambita, Raimundo Eduardo, afirmó que nunca se consideró pobre, porque, según su opinión “tengo machamba y siempre trabajé”. 
Abandono de la plantación de árboles: no todos consideran esta actividad divertida
Juvenal Francisco*, 31, campesino de Nhambita, abandonó la plantación de árboles en 2010 por considerar los servicios no rent