Cochabamba 13-17 octubre 2009

Por un Tribunal Internacional de Justicia Climática

2009-09-21 00:00:00

Introducción
 
El proceso de las Conferencias de las NNUU sobre Cambio Climático y los informes proporcionados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en ingles) han puesto en evidencia que los impactos que han causando las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo son extremos y en algunos casos irreversibles. Al mismo tiempo, las negociaciones rumbo a la 15ª Conferencia de las Partes de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en ingles) sobre el clima, que se realizará en Copenhagen en diciembre de este año, son una muestra de la lentitud y hasta la perversidad de las respuestas de los países industrializados y de la falta de mecanismos vinculantes y coercitivos de Naciones Unidas ante un problema de gran urgencia.
 
Esto demuestra también la falta de voluntad política de los responsables para llegar a compromisos radicales que permitan atacar las causas y revertir los terribles impactos de este fenómeno resultante de un sistema de vida insostenible, cuyos efectos evidencian la vulnerabilidad de los pueblos y países empobrecidos históricamente y que por el contrario profundiza las desigualdades promoviendo falsas soluciones como son, entre otras, los agrocombustibles, la energía nuclear, los bonos de carbono, las megarepresas y los nuevos ciclos de endeudamiento a los efectos de la mitigación y la adaptación.
 
Al mismo tiempo recientes informes publicados por el Consejo de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos subrayan los impactos no solo del cambio climático pero también de medidas como los agro combustibles sobre los derechos humanos y de los pueblos indígenas.
 
Ante tal panorama, diferentes actores de la sociedad civil, incluyendo muy especialmente los pueblos y naciones indígenas, afrodescendientes, movimientos campesinos y de pescadores deAmérica Latina y el Caribe, de los Andes y la Amazonía en particular, hemos decidido promover un Tribunal Internacional de Justicia Climática que contribuya a identificar y juzgar a los verdaderos responsables de los crímenes contra la Madre Tierra y sus habitantes, la humanidad y el conjunto de los seres vivos, así como a controlar y exigir la no repetición de los hechos que forman parte de la acusación. Así, este tribunal se propone como un espacio donde los movimientos sociales y los pueblos promuevan la Justicia Climática llamando la atención de quienes están decidiendo en las actuales negociaciones para lograr no solo mayor firmeza en el cumplimiento de los compromisos, sino también la necesidad de promover nuevos mecanismos vinculantes que refuercen elConvenio Marco sobre el Clima, y que permitan una verdadera justicia climática.
 
Problemática
 
Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etc. Son debidos a causas naturales y la acción de la humanidad.
 
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático usa el término cambio climático y calentamiento global para referirse al cambio por causas humanas y que se entiende como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que alterna la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”.
 
El clima está cambiando dramáticamente en las últimas décadas por la manera en que se vive actualmente, en especial en los países más enriquecidos e industrializados, modelo basado en el uso de combustibles fósiles y sus niveles de consumo insostenibles. La Convención Marco de Cambio Climático de las NNUU reconoce que las causas principales del aumento del efecto invernadero son la quema de combustibles fósiles, la deforestación, y la agricultura de gran escala convencional, entre otras. Es decir, el modelo capitalista hegemónico en el que todo se mercantiliza, en el que se cree que todo se puede reparar con la ciencia y la tecnología, en el que el ser humano es el centro y el desarrollo consiste en crecer y depredar. Un modelo que además se apoya en la exclusión de los pueblos y en el que se concibe el progreso como algo lineal y acumulativo y en el que se desconoce los derechos de la Madre Tierra.
 
El cambio climático es considerado la mayor amenaza a la que se enfrenta el planeta y es ya una realidad: los científicos prevén que para este siglo las temperaturas medias globales aumentarán entre 1,4 y 5,8 grados. Como señaló el Presidente Evo Morales en su Carta a la conferencia de Poznan, “el calentamiento global está provocando cambios bruscos en el clima: el retroceso de los glaciares y la disminución de los casquetes polares; el aumento del nivel del mar y la inundación de territorios costeros en cuyas cercanías vive el 60% de la población mundial; el incremento de los procesos de desertificación y la disminución de fuentes de agua dulce; una mayor frecuencia de desastres naturales que sufren las comunidades del planeta; la extinción de especies animales y vegetales; y la propagación de enfermedades en zonas que antes estaban libres de las mismas.”
 
En general, cambios drásticos de las condiciones en que se desarrollan los ecosistemas impiden a las comunidades bióticas ajustarse, y por tanto tiende a producirse un colapso general antes que un cambio paulatino. No se sabe cual es el límite cualitativo en que sucede este fenómeno, pero una vez iniciado, puede considerarse irreversible. 
 
Las comunidades que dependen directamente de actividades agrícolas, pesqueras y de los bosques verán seriamente afectada su seguridad y soberanía alimentaria, su forma de vida y su cultura misma. Indígenas, campesinos, pescadores, mujeres, afrodescendientes, entre otros, serán las poblaciones más afectadas con estos impactos.
 
Por otra parte, muchas de las soluciones que se han presentado en las negociaciones del clima han demostrado ser una verdadera amenaza para los territorios de muchas comunidades y pueblos en todo el mundo al mismo tiempo que no disminuyen el cambio climático ni enfrentan sus causas estructurales. Amenazas que sumadas a los impactos ya señalados por el cambio en el régimen climático, profundizará las condiciones de empobrecimiento y exclusión. Entre ellas encontramos:
 
-         Los Agrocombustibles. Promocionados como energía renovable, amenazan grandes extensiones de tierra con monocultivos, agrotóxicos, desertificación de la tierra, condiciones laborales inhumanas, amplían la frontera agrícola amenazando aún más los bosques y los ecosistemas sustentables. Adicionalmente, amenazan la seguridad y la soberanía alimentaria de pueblos y naciones enteras, ya que la producción de comida es fácilmente reemplazada por el negocio de la agroenergía. En muchos casos, los agrocombustibles van acompañados de violencia, expropiación del territorio y criminalización de las comunidades afectadas.
 
-         Mercados de Carbono: Promueven la impunidad ambiental en tanto permiten que los países más responsables por el cambio climático, no reduzcan sus emisiones de carbono en sus territorios, sino que trasladen sus obligaciones y responsabilidades a los países del Sur global a través de proyectos o megaproyectos que muchas veces atentan contra los derechos de los pueblos y las comunidades. Es un mecanismo que sólo permite a las empresas transnacionales y los países del Norte comprar el derecho a contaminar a expensas de los pueblos y países históricamente empobrecidos. Peor aún, el comercio de carbono ha dado lugar a nuevos y despreciables instrumentos de obtención de lucro a partir de la contaminación y el cambio climático.
 
-         Energía nuclear: representa una gran amenaza en tanto la producción de energía es altamente inestable y arriesga la vida del planeta entero.
 
-         Represas: Como megaproyectos, las represas tienen un impacto muy fuerte en los territorios, generando desplazamiento, pérdida de la soberanía alimentaria y pérdida de grandes ecosistemas.
 
Ante tal panorama es fundamental que la Justicia Climática exija enfrentar las causas estructurales del cambio climático, que radican en el consumo de energía fósil para alimentar el sistema de consumo-producción-explotación que se ha implantado a escala mundial bajo el concepto de desarrollo, y lograr una reducción drástica y rápida de las emisiones de gases de efecto invernadero.
 
Justicia Climática y Deuda Ecológica
 
El concepto de justicia climática y justicia ambiental está relacionado con el derecho de todos los seres humanos a un medio ambiente sano y a recursos naturales saludables como la tierra, el agua, alimentos, vivienda y aire que son necesarios para su supervivencia. La justicia climática se refiere específicamente a que todos los seres de este planeta compartimos un recurso esencial para la vida que el clima, indispensable condición para la sobrevivencia. Esto también está relacionado con los derechos políticos en el sentido de que todos los pueblos y colectivos tienen derecho a determinar su propio futuro, a tener acceso a una información de calidad, la participación y de expresar su resistencia a los proyectos, programas, políticas y procesos que violan su derecho a la vida y sus derechos colectivos y ambientales. Además, la naturaleza, animales y plantas también tienen derechos que deben ser respectados.
 
La justicia climática, por su parte tiene que ver con el desproporcionado uso, histórico y presente, de la capacidad de la biósfera de captar CO2, y otros gases con efecto invernadero, por parte de los países industrializados del Norte para sostener su modelo de desarrollo, mientras que los países del Sur, son quienes más sufren los embates del cambio climático.
 
Los impactos de los desastres climáticos violan la soberanía y seguridad alimentarias y tienen efectos negativos sobre los derechos a la vida, alimentos, agua y salud de forma diferenciada sobre los pueblos de Sur, agudizados por la discriminación y las relaciones desiguales de poder. En este sentido, son los países y pueblos más empobrecidos del mundo, que han contribuido menos al cambio climático, que están siendo los primeros y los más impactados por el cambio climático. Estos países y pueblos tienen el derecho a exigir y a recibir reparaciones. De ahí la necesidad de analizar los aspectos humanos y políticos del cambio climático en una perspectiva de la justicia ambiental y de la deuda ecológica que los países del Norte deben a los pueblos y países del Sur. Esto es lo que se define como deuda ecológica por el cambio climático.
 
La deuda ecológica es en esencia la responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte, sus instituciones, la élite económica y sus corporaciones por la apropiación gradual y control de los recursos naturales así como por la destrucción del planeta causada por sus patrones de consumo y producción, afectando la sustentabilidad local y el futuro de la humanidad.  Significa entre otras cosas, la responsabilidad acumulada del Norte industrializado por la expoliación de recursos naturales, la apropiación ilegal e ilegitima de biodiversidad agrícola y silvestre, el hurto de conocimientos, el intercambio desigual, los daños acumulados por las actividades extractivas y de monocultivos destinados a la exportación, o la ocupación ilegal de la atmósfera para depositar gases contaminantes que causan un aumento en el efecto invernadero, provocando el cambio climático. Basados en esta definición, los pueblos en el Sur somos acreedores de esta deuda y los deudores, los países del Norte.
 
Esta deuda ecológica tiene como base al actual modelo de producción industrial, la producción exhaustiva de residuos como la emisión de gases de efecto invernadero, el capitalismo y el libre mercado; asimismo está fuertemente relacionada también con la acumulación de otras deudas, como la deuda histórica y las deudas financieras.  Desde el inicio de los tiempos coloniales los países del Norte – a través de los propios gobiernos, las empresas transnacionales y sus Instituciones Financieras Internacionales - se han aprovechado de las riquezas del Sur y de la mano de obra de sus pueblos. Podemos afirmar sin dudar que la riqueza del Norte, y el sistema capitalista hegemónico, se construyeron gracias a la expoliación y opresión de los pueblos de África, Asia, el Pacífico, América Latina y Caribe. La esclavitud, la extracción de minerales e hidrocarburos, la introducción e imposición de monocultivos, el robo de biodiversidad y de conocimientos, consolidaron el poderío industrial, económico, y militar de los países centrales de Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón y otros que forman parte de las naciones con las economías más enriquecidas del planeta. Esta situación a lo largo de los siglos no ha cambiado, por el contrario, con la llegada de la globalización neoliberal, se ha acrecentado, pues se sustenta en mecanismos de opresión como son el libre mercado, el endeudamiento financiero, el avasallamiento cultural y la utilización de la fuerza.
 
La lucha por el reconocimiento de la Deuda Ecológica y el concepto de la Justicia Climática y Ecológica son respuestas que desde los pueblos del Sur, las organizaciones sociales y las redes de la sociedad civil se proponen como alternativa al modelo económico extractivista, energívoro y petroadicto, que no sólo ha ocasionado el cambio climático, sino que adicionalmente, impulsa nuevos negocios del clima, reproduciendo el modelo civilizatorio capitalista, colonialista e imperialista que no tiene en cuenta ni a la madre tierra, ni la soberanía de los pueblos, ni la dignidad del ser humano. Pretenden denunciar y visibilizar las causas estructurales que han ocasionado el cambio climático, los impactos directos sobre pueblos y naciones en todo el mundo, así como los impactos de las falsas soluciones de mitigación y el peligro de nuevos ciclos de endeudamiento para la adaptación de los países del sur global. El cambio climático involucra a todo el planeta, pero urge una transformación radical del actual modelo civilizatorio y no una radicalización de las estrategias de mercado y de la geopolítica del comercio ecológicamente desigual. Para tal transformación, demandamos Reparaciones por la Deuda Ecológica y Justicia Climática y Ambiental ya!
 
Antecedentes de los Tribunales de Opinión
 
Existen varios ejemplos de iniciativas de la sociedad civil en la búsqueda de una justicia que no siempre la institucionalidad ha podido proporcionar. Uno de los fundamentos de los tribunales ético-políticos, como el que nos proponemos llevar adelante, se encuentra en la declaración contenida en el Acta de Constitución del Tribunal Bertrand Russell, establecido en 1966 para juzgar y condenar los crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos en Vietnam. Igualmente en el Acta de Constitución del Segundo Tribunal R