Declaración de Puerto Príncipe

2012-11-28 00:00:00

Del 11 al 14 de noviembre de 2012 tuvo lugar en Puerto Príncipe el 8to coloquio internacional de la SEPLA[1], organizado conjuntamente con la PAPDA[2], la AHE[3], la UEH[4] y el CLACSO[5]. Este coloquio permitió renovar los elementos de base permitiendo analizar la crisis del sistema capitalista y poner en perspectiva la crisis de la sociedad haitiana y sus relaciones con el bloque de los países latinoamericanos.
Este 8to coloquio intitulado “Haití y América latina: un encuentro urgente y necesario” está orientado hacia la producción de una reflexión crítica alrededor del maravilloso encuentro de las luchas de emancipación del pueblo haitiano y de los movimientos independistas del inicio del siglo XIX. Se dedicó también al largo silencio y a la cuarentena que sufrió la nueva república y su gesta en contra de la esclavitud, a los momentos de separación, de divorcio, de malentendidos y a la tragedia de esta vergonzosa y dolorosa ocupación del suelo haitiano por fuerzas militares extranjeras bajo el paragua de Naciones Unidas, alimentadas por tropas provenientes en mayoría de nuestro continente.  A través de la MINUSTAH se realiza una alianza político-económica fortaleciendo los objetivos de la dominación imperialista y del proceso de remilitarización imperial del Caribe. La MINUSTAH viola el derecho a la autodeterminación del pueblo haitiano, aumenta la crisis de sociedad en dicho país y representa también una amenaza para todos los pueblos de la región en busca de nuevas estrategias de emancipación.
En la tarde del 11 de noviembre, economistas proviniendo de Brasil, Argentina, Perú, Uruguay y España tuvieron la ocasión de intercambiar y fraternizar con representantes del movimiento popular haitiano. Presentaron elementos claves de las contradicciones de la coyuntura mundial y regional, denunciando las nuevas ofensivas del Capital en contra del trabajo en sus más variadas expresiones como la privatización de los recursos naturales, el desplome del salario real, la precarización del trabajo y las múltiples formas de flexibilización de la mano de obra, la re-primarización de las economías dependientes, el acaparamiento de la tierra, la intensificación del consumismo y el fortalecimiento del poder de las instituciones financieras internacionales, la intensificación de la militarización y del control de los sistemas políticos. Mostraron diversas modalidades de resistencia, la recuperación de algunos espacios de soberanía y la perspectiva de reanudación del combate hacia el socialismo. Los participantes extranjeros pudieron también escuchar ponencias de representantes de los movimientos campesinos, obreros, de los barrios populares y de lucha contra las expulsiones forzadas y por la conquista del derecho a un alojamiento decente. Hay que subrayar la brillante participación de un grupo llamado “Circulo Gramsci” formado por estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas con una metodología de teatro popular y del famoso cantante Woody Saint Louis Jean acompañado de músicos haitianos y cubanos.
El coloquio de la SEPLA desea marcar un momento decisivo en el proceso de re- conceptualización de los vínculos entre Haití y el bloque latinoamericano. Se desarrolló en 4 paneles y varios talleres con la participación de un centenar de personas provenientes de distintas facultades de las universidades pública como privada y unos veinte representantes de organizaciones y movimientos sociales que se inscriben en un combate contra el sistema dominante. Investigadores y especialistas haitianos, peruanos, uruguayos, argentinos, españoles y estadounidenses alimentaron el debate desde un conjunto de ponencias cortas sobre temáticas ligadas a la cuestión central de los nuevos vínculos entre Haití y el bloque latinoamericano.
Los debates permitieron sacar las conclusiones y las pistas de investigación siguientes :

La crisis del sistema capitalista mundial es estructural. Se articula alrededor de las contradicciones de base de este sistema en el marco del enfrentamiento antagónico entre las fuerzas del capital y el trabajo, la expansión del capital ficticio envuelto en un proceso de financiarización con un fuerte potencial destructivo, la polarización territorial entre regiones centrales y periféricas y las desigualdades crecientes e insostenibles. La coyuntura actual se caracteriza por un proceso acelerado de recolonización y de nuevas dinámicas de especialización regionales ; re-primerización de las economías del continente latinoamericano cada vez más confinadas en el papel de productor de materias primas para el mercado mundial; , la sobre explotación de los recursos naturales por las empresas transnacionales sin ninguna preocupación por los problemas ambientales y las condiciones de los trabajadores.
Es una crisis estructural a largo término y no podrá ser resuelta por los diversos episodios de “reactivación del crecimiento” anunciados de forma estruendosa por la propaganda imperialista.
A pesar de la profundad de la crisis actual y sus aspectos multifacéticos, se lograra la derrota del capitalismo solamente si logramos crear nuevas relaciones  de fuerza y estados realmente controlados por los trabajadores, los pueblos y sus organizaciones sociales y políticas.
El imperialismo, sus aliados, y las fuerzas del capital en general conservan enormes ventajas en el campo electoral y en el juego político clásico gracias al control casi absoluto de los medios de comunicación y de las diversas modalidades de financiamiento de los partidos políticos y de la sumisión a los intereses capitalistas.
La única alternativa a la crisis actual pasa por la puesta en marcha de un proceso de unificación de las fuerzas anti sistema comprometidas en la construcción del socialismo. La resistencia heroica del proyecto socialista cubano, la reconquista de espacios estratégicos de soberanía en varios países, el nacimiento de nuevas dinámicas de integración, como el ALBA, las victorias notables de la revolución bolivariana en el marco económico, social y electoral, la presencia en la agenda de los debates políticos de la cuestión del socialismo del siglo XXI y del socialismo comunitario constituyen señales positivas que alimentan la esperanza. Sin embargo, los limites de los proyectos de los diversos gobiernos denominados progresistas son notorios y se expresan en el retraso en la construcción del Banco del Sur (como instrumento fundamental en el proceso de construcción de una integración regional alternativa), la falta de acciones coordinadas para frenar los mega proyectos devastadores, el crecimiento continuo de la extranjerización de nuestras economías y la falta de frenos a los capitales especulativos. La alternativa socialista debe de ser construida primero en las bases, en el fragor de las luchas populares anti sistémicas, anticapitalistas.
La construcción de alternativas pasa por una crítica teórica radical de la mundialización neoliberal y del llamado neodesarrollismo. Está enraizada en la tradición marxista y debe de afrontar las tesis desarrolladas por instituciones como la CEPAL, el FMI, el BM y la OMC, los cuales están al servicio de las grandes potencias y del capital transnacional. Debe denunciar también la tentativa de poner parches al sistema a través del G20 y de supuestas nuevas políticas de regulación de las finanzas. Supone la construcción de nuevos sujetos históricos nutridos por el ciclo de  las movilizaciones sociales de las últimas décadas y por el soplo poderoso de las experiencias alternativas y de los combates por la soberanía alimenticia y energética, la defensa de la agricultura familiar, la reforma agraria, la consolidación de las conquistas feministas, las cooperativas socialistas, las experiencias comunitarias y autogestionadas, las empresas recuperadas por los trabajadores y las trabajadoras. Esta construcción exige la concepción de una nueva matriz productiva y energética pensada a partir de las necesidades de la población y de una crítica radical hacia la civilización dominante en el marco de la puesta en marcha de nuevas relaciones de producción, de nuevas relaciones sociales, de una nueva visión de los modelos de consumo y de una nueva articulación entre sistemas productivos y medio ambiente. Exige la construcción de una fuerza política capaz de llevar esos combates en relación estrecha con los movimientos anti-sistémicas. La construcción de alternativas exige la desmercantilización de la vida cotidiana y la puesta en marcha de nuevas instituciones capaces de viabilizar una democracia participativa.
Por sus múltiples y seguidas crisis y por los espectaculares  progresos de la resistencia popular frente a las políticas neoliberales, la evolución económica regional, después de un periodo largo de crecimiento basado esencialmente en un modelo extractivista fomentado por los gobiernos y las empresas transnacionales, está amenazada por serios problemas. A lo largo del periodo reciente, América latina es cada vez más afectada por la crisis mundial y en varios contextos nacionales por las políticas económicas vigentes. Existe signos alarmantes de una nueva ofensiva del capital transnacional y de sus aliados nacionales exigiendo ajustes económicos recesivos y anti populares respaldados por los Estados Unidos que ha impulsado los golpes en Honduras, Paraguay y procesos desestabilizadores en Bolivia y Venezuela. Los pueblos latinoamericanos tienen que oponerse a esta ofensiva con vigorosas movilizaciones y con la elaboración de propuestas económicas y  sociales alternativas.

1.     La crisis de sociedad en Haití es el resultado de un largo proceso caracterizado por la derrota del proyecto revolucionario en 1804, la formación de un estado neocolonial representando los intereses de los comerciantes de la costa y estructurado alrededor de los intereses de una oligarquía claramente antinacional. La ocupación militar de nuestro territorio en 1915 transformó el sistema de dominación ligándolo a una dependencia extrema a los intereses del imperialismo americano que se materializa en el control externo del juego político y el uso de la mano de obra haitiana por las industrias capitalistas de la región en relaciones de semi-esclavitud. Esta dependencia está reforzada por la puesta en aplicación de planes de ajuste estructural quienes, desde 1984 hasta hoy, destruyeron una gran parte del potencial productivo de la economía campesina, reforzaron la  dependencia del sistema político llevándolo hasta una tutela de facto, pusieron en marcha un capitalismo raquítico dotado de un fuerte potencial destructivo e imponiendo una violencia permanente sobre las clases populares, sobreexplotadas, excluidas y marginalizadas. Las transferencias masivas de ingresos hacia las clases dominantes explican la situación de pauperización afectando casi el 80% de la población. El terrible terremoto del 12 de enero del 2010 ha empeorado la crisis estructural destruyendo 120 % del PIB y ofreció un espacio favorable a nuevas ofensivas del Capital transnacional acelerando la corrupción y las tendencias a una gangsterización de la economía gangrenada por el trafico de drogas y los mecanismos del lavado de dinero en un contexto dominado por la profundización de las reformas neoliberales que tratan de esconderse detrás de una masiva propaganda articulada alrededor del eslogan “Haití es abierta a los negocios”.