La caficultura en difícil, espera para resurgir

2001-09-25 00:00:00

Los vaivenes en los precios del café no son nada nuevos, puesto que
para el inicio de la década del 90, se produjo escasez de oferta del
grano a raíz de la baja en la cosecha y malos precios en el mercado
internacional. Sin embargo, las heladas sufridas en el Brasil, como
uno de los países más grandes productores de café así como los planes
de retención del producto, permitieron que los precios se elevaran
durante los 4 años subsiguientes antes del 2000 con cifras entre los
103 y los 135 dólares el saco de 46 kilogramos.

La incorporación de nuevos países productores de café y la ampliación
del cultivo en zonas menos vulnerables a las heladas y a las sequías,
la demanda en el mercado internacional se encuentra solvente. Dichas
condiciones obligan a los países centroamericanos a mejorar la calidad
de su producción, bajar los costos de producción y promocionar mejor
su producto para satisfacer el TRADE FAIR, comercio justo, las
torrefactoras y a un consumidor más exigente que sigue pagando altos
precios, pero los beneficiados son las transnacionales y no los países
productores y mucho menos los trabajadores de eses países como
Nicaragua, el cual está fuera de competencia con el mercado regional.
El gobierno es incapaz de modernizar la caficultura y por el contrario
crearon mayores obstáculos al agrandar la brecha entre los pequeños,
medianos y grandes productores, siendo el único beneficiado el sistema
financiero convencional y el alternativo del país.

El Centro de Trámites de las Exportaciones, CETEX, reporta que
Nicaragua hasta abril del 2001 exportaron 1.1 millones de quintales de
café a 50.53 dólares el saco de 60 kilogramos.

Las estadísticas del doctor Orlando Nuñez, en el país existen 28,745
pequeños productores; 1,492 medianos y 163 grandes empresarios del
café que dan empleo a 175 mil obreros y en período de corte a 300 mil
que incluye a adultos, mujeres y niños.

Durante el cese de labores sé dà una reducción del 45 por ciento, los
que rotan en el centro de trabajo que laboran a cambio de comida en
algunas fincas y tienen pendiente el pago de 8 a 12 quincenas. El
resto de obreros agrícolas, unos 92,650 no tienen empleo, por lo que
esta población representa una bomba de tiempo que ya estalló y
presiona a los centros urbanos de la región norte-central y pacífico
del país, engrosando los cinturones de miseria.

El gobierno no tiene interés de resolver el problema y la banca
privada sé rehusa a brindar crédito para reactivar la producción,
mientras tanto continúa la persecución judicial a los cafetaleros que
incumplieron sus créditos, que dà como resultado el incremento del
desempleo que desembocará en un estallido social incontrolable por el
gobierno.

Cambios en la agenda productiva

La drástica caída del café agrava la situación de los obreros
agrícolas, cuyo principal problema es tener la alimentación a tiempo,
la que en algunos de los casos es proporcionada por los hacendados al
facilitar pequeñas parcelas de tierra para que las hagan producir para
el autoconsumo y resolver la inseguridad alimenticia.

Los obreros que realizan labores temporales, la inseguridad
alimentaria se convierte en un problema difícil de resolver, por lo
que en muchas veces terminan en la hambruna, la indigencia que termina
su expulsión forzosa de sus lugares de origen.

El caos se generaliza en aquellas haciendas que fueron embargadas por
la banca privada, donde la totalidad de los trabajadores quedaron en
el desamparo ante la falta de interés de continuar produciendo.

El deterioro tecnológico de la caficultura pone en peligro la
caficultura en plazo de 15 años, alejando así al país de los índices
productivos de la región, que afectará el medio ambiente y
distorsionará la economía generando más daño al nivel de vida en el
campo.

El resquebrajamiento de la caficultura repercute mayormente en "Los
trabajadores del Campo" debido a la falta de empleo, ausencia de
políticas sociales, incapacidad de enfrentar la crisis, por que sólo
se le ha explotado sin recibir nada a cambio.

Reflexiones finales

Las medidas ejecutadas son insuficientes, la caficultura demanda un
cambio estructural en la vocación productiva. Es necesario que los
empresarios y la banca privada reconozcan que productivamente sólo han
obtenido réditos sin mejorar las condiciones en la calidad de vida de
los trabajadores. Existen empresarios que lograron compartir riesgos
y beneficios con los trabajadores, sin embargo, fue insuficiente.

Los cafetaleros requieren financiamiento, ser objeto de una justicia
tributaria con los impuestos retenidos, la banca debe otorgar
préstamos teniendo confianza en el proceso electoral para sacar
adelante la caficultura.

Es necesario modernizar el proceso productivo de la caficultura y
promover otros cultivos de menos riesgo en el mercado internacional.

Si la situación no evoluciona positivamente, estamos a un paso del
abismo, del que no podremos recuperarnos en poco tiempo.