1999: GRITO DE LOS EXCLUIDOS LATINOAMERICANO
Por una educación básica del campo
Del 27 al 31 de julio, se llevó a cabo en Brasilia, la Conferencia Nacional "Por
una Educación Básica del Campo", evento organizado por el Movimiento Sin
Tierra, MST, la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil, la Unesco, la Unicef
y la UNB. Por la importancia del tema, reproducimos una síntesis del texto base
presentado a esta conferencia.
Hay una tendencia dominante en nuestro país, marcado por exclusiones y
desigualdades, de considerar a la mayoría de la población que vive en el campo como
un sector atrasado y fuera de lugar del ansiado proyecto de modernización. En el
modelo de desarrollo que ve a Brasil tan solo como un mercado emergente más,
predominantemente urbano, campesinos e indígenas son vistos como especies en
extinción. En esta lógica, no habría necesidad de políticas públicas específicas para
estas personas, a no ser de tipo compensatorio a su propia condición de inferioridad,
y/o ante presiones sociales. La situación de la educación en el medio rural ahora,
refleja bien esta visión.
No obstante, esta tendencia no consigue avanzar sin contradicciones. De un lado
están las contradicciones del propio modelo de desarrollo, entre ellas la de la crisis
del empleo y la consecuencia explosiva que trae para la migración campo-ciudad.
De otro lado, está la resistencia de la población del campo que no acepta esta
marginalización/exclusión, y pasa a luchar por ocupar su lugar social en el país,
construyendo alternativas de resistencia económica, política, cultural, que también
incluyen iniciativas en el área de la educación.
En este contexto estamos realizando la Conferencia Nacional: Por una Educación
Básica en el Campo, teniendo como objetivo ayudar a recolocar lo rural, y la
educación que se vincula a este sector, en la agenda política del país. Todos los que
participamos en la promoción de este evento, partimos de la convicción de que es
posible y necesario, pensar/ejecutar un proyecto de desarrollo para el Brasil que
incluya a los millones de personas que actualmente viven en el campo, y de que la
educación, además de un derecho, hace parte de esta estrategia de inclusión.
Un primer desafío que tenemos es percibir qué educación está siendo ofrecida en el
medio rural, y qué concepción de educación está presente en esta oferta. Tener esto
claro ayuda a la forma de expresión e implementación de nuestra propuesta. La
educación en el campo precisa ser una educación específica y diferenciada, esto es,
alternativa. Más sobre todo debe ser una educación en el sentido amplio de proceso
de formación humana , que construye referencias culturales y políticas para la
intervención de las personas y de los sujetos sociales en la realidad, apuntando a una
humanidad más plena y feliz.
Estamos trabajando con el concepto legal que identifica la Educación Básica como
uno de los niveles de la Educación Escolar (el otro es el de la Educación Superior),
formada por la educación infantil, enseñanza fundamental y enseñanza media, y que
también incluye la Educación a Jóvenes y Adultos (destinada a las personas que no
tuvieron acceso o no continuaron los estudios de la enseñanza fundamental o media
en la edad apropiada) y la Educación Profesional, integrada mas no necesariamente
vinculada a los niveles de escolarización.
La realidad de la educación básica en el campo
Vamos a comenzar identificando cuáles son los principales problemas de la
educación en el medio rural. El primero de ellos es la falta de datos y análisis sobre
este tema. Más no es difícil hacer un primer diagnóstico, en la medida en que una
simple observación de la realidad, combinada con algunas informaciones
disponibles, permite percibir varios problemas preocupantes.
Analfabetismo. Datos parciales del IBGE de 1995 indican que el 32,7% de la
población rural mayor de 15 años, es analfabeta.
Matrícula en la enseñanza fundamental. Hay muchos niños/as y adolescentes
fuera de la escuela. Según los datos del Censo de 1996 de IBGE, que constan en el
Plan Nacional de Educación, son aproximadamente 2,7 millones de niños/as de 7 a
14 años que en el Brasil están fuera de la escuela.
Enseñanza media. Se estima que más del 50% de la población brasileña en edad de
asistir a la enseñanza media (15 a 17 años) está fuera de la escuela.
Educación infantil. Sin duda fue un avance la inclusión de esta demanda en el medio
rural, observándose sin embargo un tímido porcentaje de crecimiento.
Docentes. Hay consenso sobre dos problemas principales: valorización del
magisterio y formación de los profesores/as. Problemas que no son solamente del
medio rural sino también de todo el sistema educacional brasileño.
Debido a la situación general de la educación brasileña, y en particular la tendencia
de marginalización de las escuelas del medio rural, es también un problema grave el
tipo de escuela ofrecida a la población del campo. De modo general es una escuela
relegada al abandono. En muchos estados recibe la infeliz denominación de escuelas
aisladas .
Tratada como una especie de residuo del sistema educacional brasileño, la escuela en
el medio rural tiene los siguientes problemas:
* Falta de infraestructura necesaria y de docentes calificados.
* Falta de apoyo a iniciativas de renovación pedagógica.
* Curriculo y calendario escolar alejados de la realidad del campo.
* En muchos lugares atendida por profesores/as con visión del mundo urbano, o con
una visión de agricultura patronal; en la mayoría de veces estos profesionales
nunca tuvieron una formación específica para trabajar en estas realidades.
* Dislocada de las necesidades y de las cuestiones del trabajo en el campo.
* Ajena a un proyecto de desarrollo.
* Alienada con respecto a los intereses de los campesinos, de los indígenas, de los
asalariados del campo, del conjunto de trabajadores/as, de sus movimientos y
organizaciones.
* Estimuladora del abandono del campo al presentar a lo urbano como superior,
moderno, atrayente.
Alternativas
En este vacío dejado por el Estado también han surgido algunas iniciativas de la
propia población, a través de sus organizaciones y movimientos sociales, en el
sentido de revertir el proceso de exclusión, presionar por nuevas políticas públicas
que garanticen el acceso de la educación e intentar construir una identidad propia de
las escuelas del campo. Son ejemplos de este esfuerzo:
* Las Escuelas-Familia Agrícola (EFAs) que existen en varios estados desde hace 30
años, con más de 200 centros educativos dispersos por el Brasil.
* Las múltiples iniciativas en el campo de la alfabetización de jóvenes y adultos,
como por ejemplo el trabajo del Movimiento de Educación de Base, MEB.
* La lucha del Movimiento de los Sin Tierra (MST) por las escuelas de los
asentamientos y de los acampamentos, y sus experiencias en la formación de
profesionales y de técnicos en el área de la producción.
* La preocupación del Movimiento de los Afectados por las Represas con las
escuelas de los reasentamientos.
* La lucha de los indígenas y de los pueblos de la floresta por una escuela vinculada a
su cultura.
* Y también las diversas iniciativas tomadas por las comunidades y por los
profesores/as de innumerables escuelas aisladas , extendidas por varios puntos
del país, que luchan por la sobrevivencia y por la dignidad de su trabajo.
Políticas públicas para el desarrollo de la educación básica en el campo
Entendemos por políticas públicas al conjunto de acciones resultantes del proceso
de institucionalización de demandas colectivas y de la interacción Estado/sociedad.
Uno de los problemas en el campo del Brasil ahora es la ausencia de políticas
públicas que garanticen su desarrollo en forma adecuada y la mejoría de la calidad de
vida de las personas que allí viven y trabajan. En el contexto actual de nuestro país,
defender las políticas públicas para el campo no significa discriminar o pretender
insistir en una postura dicotómica entre lo rural y lo urbano. Por el contrario, en
nuestro caso, precisamos de políticas específicas para romper con los procesos de
discriminación, para fortalecer la identidad cultural negada a los diversos grupos que
viven en el campo, y para garantizar la atención diferenciada a lo que es diferente,
mas no debe ser desigual.
La discusión de una propuesta de Educación Básica del Campo implica un avance en
la definición de políticas públicas que la sustentan. Precisamos con urgencia de
políticas públicas que garanticen:
* Programas e iniciativas continuados de alfabetización de jóvenes y adultos, hasta
que sea definitivamente eliminado el analfabetismo en el campo.
* Acceso de toda la población a una escuela pública gratuita y de calidad, desde la
educación infantil hasta, por lo menos, la enseñanza media, ya colocando en el
horizonte la demanda de la enseñanza superior.
* Gestión democrática en los diversos niveles del sistema escolar, incluyendo la
participación activa de las familias, de las comunidades, de las organizaciones y de
los movimientos sociales en las decisiones sobre las políticas de acción en cada
nivel y en la fiscalización del uso de los recursos públicos destinados a las
escuelas.
* Apoyo a las iniciativas de innovación de las estructuras y currículos escolares en
los diversos niveles de la educación básica, apuntando a la ampliación de acceso y
al desarrollo de una pedagogía adecuada a las actuales demandas de un medio rural
en transformación.
* Creación de escuelas técnicas regionales que desarrollen una enseñanza
(fundamental o media) combinando la formación profesional para la actuación en
el campo.
* Proceso específico/diferenciado de selección de docentes para las escuelas del
campo; esto quiere decir que ninguno debe ser obligado por un concurso, período
de prueba o por un castigo, a trabajar en estas escuelas. El trabajo en las escuelas
del campo deber ser una opción: de los profesionales y de las comunidades.
* Programas específicos de formación continuada de educadores/as del campo.
* Inclusión de habilidades específicas, o por los menos de disciplinas específicas en
los cursos del magisterio y en los cursos superiores de pedagogía y demás
licenciaturas.
* Apoyo a la producción y a la divulgación de materiales didácticos y pedagógicos
que aborden las cuestiones de interés directo de quienes viven en el campo.
* Apoyo a la realización de investigaciones y estudios sobre el medio rural que
sirvan de sustento para la implementación de una propuesta de Educación Básica
del Campo.
* Proposiciones de políticas públicas que asocien la educación con otras cuestiones
del desarrollo social, tales como carreteras, servicios de correo, telefonía y otros,
que permitan establecer una red de comunicación necesaria para la realización de
prácticas pedagógicas transformadoras.
* Programas de valorización y de apoyo a las producciones culturales propias y al
intercambio cultural.
* Programas combinados de producción y de formación profesional en la
perspectiva de la construcción de un nuevo proyecto de desarrollo en el campo.
* Financiamiento, por parte del Estado, de escuelas y de procesos educativos
creados y dirigidos por iniciativa de las comunidades rurales y de los movimientos
populares, que no tengan finalidad de lucro.
Concepciones y principios básicos de una escuela del campo
Una primera condición para construir una escuela del campo es la claridad del lugar
social que la educación puede ocupar en la construcción de un proyecto de
desarrollo. La educación no resuelve por si sola los problemas del país ni tampoco
promueve la inclusión social. Ella puede ser un elemento muy importante, si se
combina con un conjunto de acciones políticas, económicas y culturales que inciden
directamente en el modelo económico.
La educación no llevará el desarrollo del campo si no está combinada con la reforma
agraria y con las transformaciones profundas en la política agraria en el país. Es
preciso tener claro esto para no caer en la antigua falacia de que la educación, por si
sola, puede impedir el éxodo rural, por ejemplo.
Entendemos por escuela del campo aquella que trabaja desde los intereses, la
política, la cultura y la economía de los diversos grupos de trabajadores y
trabajadoras del campo, desde sus diversas formas de trabajo y de organización,
desde su dimensión de permanente proceso, profundizando valores, conocimientos y
tecnologías en la perspectiva del desarrollo social y económico igualitario de esta
población. La identificación política y la inserción en la propia realidad geográfica
del campo son condiciones fundamentales de su implementación.
Pensar en una escuela del campo ahora, no es pensar en un ideario pedagógico
inmediato y cerrado, por el contrario, es pensar en un conjunto de transformaciones
que la realidad viene exigiendo/proyectando para la escuela (educación básica) en
este espacio social, en este momento histórico. Al decir principios , decimos
también procesos y valores , entendiendo que estos conceptos se combinan, más de
lo que se excluyen.
Una primera transformación se refiere al propio papel de la escuela. Entendemos que
el proceso histórico apunta a por lo menos tres (nuevos/viejos) compromisos a ser
asumidos por la escuela, todos combinados entre sí:
* Compromiso ético/moral con y de cada participante de nuestras prácticas
educacionales, en cuanto personas humanas, singulares y sociales, que tienen
necesidades, intereses, deseos, saberes, cultura, y que merecen respeto,
disponibilidad y seriedad de educadores/as, de entidades, de gobiernos.
* Compromiso con la intervención social , entendida especialmente como vínculo
con proyectos de desarrollo regional (pero a su vez ligados a la construcción de un
proyecto nacional), y con formación para el trabajo en el campo.
* Compromiso con la cultura de los pueblos del campo (que implica rescate,
conservación, recreación) teniendo como ejes fundamentales: la educación en
valores ; educación para la memoria histórica y educación para la autonomía
cultura l.
Una segunda transformación se refiere a los procesos de gestión de la escuela , de
modo que sea construida en el espacio público (del pueblo), no necesariamente
asegurado por su carácter estatal. Para usar una palabra bien conocida (como palabra
mas no siempre como práctica), queremos la democratización de las escuelas, que
en la situación actual quiere decir prioritariamente:
* Ampliación (cuantitativa y cualitativa) del acceso a las escuelas, no solo para
estudiantes sino también para sus familias, comunidades, organizaciones y
movimientos populares.
* Mayor participación de la población en la toma de decisiones sobre la gestión
cotidiana escolar, sobre las propuestas pedagógicas y sobre las políticas públicas.
* Mayor participación de los alumnos/as en la gestión escolar cotidiana, superando
la mera democracia representativa.
* Creación de colectivos pedagógicos capaces de pensar y repensar en estos
procesos de transformación, y traducirlos en acciones educativas concretas.
Una tercera transformación es en la padagogía popular . Precisamos incorporar las
lecciones de la educación popular en la vida escolar, en el modo de enseñar y de
aprender.
Una cuarta transformación es en los currículos escolares , que justamente precisan
incorporar el movimiento de la realidad y procesarlos con contenidos formativos.
Y una quinta se refiere a la (trans)formación de los educadores/as de esta escuela ,
principales agentes de estos procesos. En la situación actual muchos de los
profesores/as del medio rural forman parte de un círculo vicioso: son víctimas de un
sistema educacional que desvaloriza su trabajo, que coloca al medio rural como una
penalización y no como una opción, que no viabiliza su calificación profesional, que
reba