NICARAGUA: Económia campesina afectada por huracán MITCH
Asociación de Trabajadores del Campo
La historia reciente de Nicaragua, ha presenciado hechos trágicos y dramáticos ocasionadas por
fenómenos naturales y guerras, estos sucesos en cadena no son comparables con la magnitud de la
catástrofe nacional que dejó a su paso el huracán Mitch. Entre los costos incalculables a la
economía lo más lamentable es la pérdida de miles de seres humanos (hombres, mujeres y niños)
cuyas heridas no serán restauradas fácilmente en los próximos años.
Esta catástrofe tiene una dimensión regional y trastoca todo el istmo centroamericano, con más
contundencia en la hermana República de Honduras y posteriormente en Nicaragua en donde la
avalancha del desastre nos hizo retroceder en nuestro incipiente desarrollo por lo menos 100
años. Para poder recuperarnos en los niveles previos al huracán tardaremos aproximadamente
unos 20 años, la secuela tiene un entorno global e interrumpe de golpe el débil crecimiento de las
economías de los países de Centroamérica.
Golpe al sector rural
Los daños en Centroamérica rebasan el corredor comercial entre los países por la destrucción
total de la red vial de Honduras y Nicaragua. Esto significa que el 21% del comercio de nuestra
región está paralizado y la capacidad productiva destruida en un 75%; las exportaciones sufrirán
un dramático descenso, hoy a corto plazo estamos sin alternativas a excepción de la asistencia
inmediata, mientras tanto, en el caso de Nicaragua, a un mediano plazo se puede desencadenar un
estallido social de graves repercusiones para la seguridad ciudadana, debido a la incapacidad del
gobierno para administrar la tragedia.
En este sombrío panorama la población más afectada es el sector rural: los campesinos,
cooperativistas, pequeños, medianos y parceleros que se dedicaban a la producción agropecuaria.
Estos sectores históricamente han sido desplazados de sus mejores tierras y han tenido que
emigrar a las zonas cercanas a los ríos, lagunas y faldas de los cerros en general, tierras
marginales que al final constituyeron el epicentro general del desastre.
La secuela que dejó a su paso el huracán Mitch destruyó totalmente la escuálida situación de las
familias rurales. Ante esta situación la Asociación de Trabajadores del Campo, considera que para
reactivar las economías de los países de Centroamérica, es imprescindible rehabilitar la
economía familiar, resarcir los daños ocasionados por la catástrofe y atenuar gradualmente el
dolor irreparable por las pérdidas humanas.
El temible Mitch
El huracán Mitch, apareció en las costas panameñas como una onda tropical, pasó a depresión y
ascendió a tormenta hasta ubicarse al este de Puerto Cabezas donde se conformó en huracán.
La situación de emergencia en Nicaragua se inició el 23 de octubre: los primeros pronósticos
manifestaban que azotaría a Bluefields en nuestra Costa Atlántica.
Al activarse el huracán en la zona intertropical localizada en la zona del pacífico y norte central se
iniciaron lluvias y chubascos moderados.
Para el día 26 de octubre el huracán Mitch alcanzó vientos de hasta 250 Km. por hora, se desplazó
hacia el noroeste sin tocar tierra, convirtiéndose en el ciclón mas fuerte del año, rozó la zona del
territorio de la Mosquitia entre Nicaragua y Honduras, con sus bandas espirales atrajo abundantes
lluvias en todo el país.
La persistencia de las lluvias durante los días 28 y 29 de octubre, de lo que se conoce como la
cola del meteoro, se degradó en categoría número 3 y con movimientos de hasta 2 o 3 Km. por
hora, con precipitaciones altas en la región nor-occidental del país arriba de los 100 mm, estas
condiciones se mantuvieron hasta el 30 de octubre.
El centro del huracán se localizó entre los 15.9? Latitud Norte y 85.6? Latitud Oeste cercano a la
ciudad de Trujillo, Honduras a las 12:00 horas local el 29/10/98.
Balance de la tragedia
Nicaragua es el segundo país más afectado de la región, las cifras hasta el momento son las
siguientes:
* Uno de cada 6 nicaragüenses sufrió el embate del Huracán Mitch.
* El número de víctimas es impreciso, debido a que hay poblados arrasados y se ha dificultado la
búsqueda y rescate, principalmente en las riberas de los ríos caudalosos.
* Existe una total incapacidad del gobierno para administrar la tragedia, quedando este esfuerzo en
manos de la sociedad civil y la cooperación internacional.
* El gobierno de Nicaragua partidariza la atención a los afectados por el desastre, dejando en
manos de los obispos la coordinación de los comités de emergencia sobretodo en aquellos
departamentos en donde los alcaldes son de la oposición
* Hasta la fecha no se ha declarado estado de emergencia, con 700,000 damnificados y hasta la
fecha 4000 muertos, toda esta negativa de no declarar el estado de emergencia es para no
modificar su plan económico trazado con los organismos financieros internacionales.
* La carretera que une a los 6 países de Centroamérica por el lado de Nicaragua y Honduras está
cortada y no hay paso.
* Para los campesinos se esperan meses difíciles por la escasez de alimentos, el desempleo para
las labores agrícolas debido a las pérdidas en las plantaciones bananeras y el descenso en la
cosecha cafetalera por la falta de caminos para sacar la producción.
* Todos los organismos estamos abocados en la búsqueda de recursos para aliviar los estragos de
la catástrofe, mientras pocas organizaciones se han preocupado por las soluciones a un
mediano plazo, en donde se necesita rehabilitar la economía familiar campesina.
Síntesis de los datos, hasta el día 6 de noviembre de 1998.
Damnificados
138,831 cabezas de familia (763,000 personas)
Muertos
4,000 muertos y 299 heridos de gravedad
Desaparecidos
3,000 desaparecidos
Pérdidas materiales
200 millones de dólares
Viviendas destruidas
16,543 viviendas
Carreteras destruidas
24
Carreteras dañadas
Toda la infraestructura vial del país
Puentes totalmente destruidos
50
Puentes dañados
81
Escuelas destruidas
319
Manzanas de producción
216,000 manzanas equivalentes a 4,543,188 quintales de
producción de granos básicos, ajonjolí y maní, no se incluye
café, ya que faltan datos de las zonas que aún no se han
reportado.
Salud, alta contaminación
producto del emplazamiento de
las aguas, hacinamientos por la
destrucción del hábitat natural
de muchos animales, la
acumulación de cadáveres y la
falta de alimentos. Se suma a
esto el estrés causado por la
desgracia.
103,177 casos de infecciones, 80,607 casos de síndromes
diarreicos, 51,588 casos de malaria y 30,630 casos de
conjuntivitis, estos datos de la población damnificada.
Estas cifras durante el transcurso de la semana se van a incrementar, debido a que no se ha podido
llegar a las zonas más devastadas por el desastre, como la ocurrida el viernes 30 de octubre
cuando del tercer volcán más alto de Nicaragua se desprendió un alud de agua y lodo sepultando a
8 comunidades en el municipio de Posoltega contabilizando hasta la fecha 2000 personas, según
datos preliminares. De éstos 650 compañeros eran afiliados a la Asociación de Trabajadores del
Campo, organizados en colectivos de mujeres y cooperativas de producción.
Mientras en el municipio de Wiwilí, que fue arrasado totalmente, aún no hay cifras debido a que
las fuertes corrientes perdieron el poblado y no se han contabilizado oficialmente las víctimas.
No obstante de 3000 viviendas solo quedan a la vista 240 totalmente dañadas. Todavía continúan
las brigadas de rescate trabajando en la búsqueda de los afectados.
En el caso de Posoltega, los centenares de cadáveres aún continúan tirados sobre el lodo que
comenzó a secarse, por lo que se les está incinerando en donde se puede entrar, el resto está a la
intemperie en un completo estado de descomposición, hacia los estanques y tierras movedizas no
han llegado las brigadas epidemiológicas a incinerar.
Donde fue el poblado de Santa Narcisa hay todavía 10 personas que están atrapadas y heridas,
escuchándose lamentos por la noche, mientras que las brigadas de rescate son insuficientes para
cubrir todos los sectores en donde se localizan los aluviones.
Posición del gobierno
El primer problema del gobierno fue la displicencia preventiva del órgano encargado de prever las
situaciones de desastre: el Instituto Nicaragüense de Estudios Terrestres, INETER. Antes de
iniciarse las lluvias, el gobierno minimizó los efectos del peligro y no tomó medidas ni activó
dispositivos preventivos, mientras que en los otros países de Centroamérica sí lo hicieron en
tiempo y forma. Se ha minimizado la magnitud del desastre, e inclusive en el caso de Posoltega,
se llegó a manifestar que no era grave y se acusó a la alcaldesa de alarmista.
Los ministros han declarado que los daños no son graves y que esto es coyuntural, ya que hay
comida abundante y que todo volverá a la normalidad muy pronto. Mientras tanto, hay intentos de
amotinamiento de la población por obtener alimentos, ya que no existen y las comunidades están
aisladas y no se les ha llevado por medios aéreos.
Se ha politizado el drama e inclusive se rechazó la ayuda cubana y se ha boicoteado a las alcaldías
de la oposición. Mientras el Gobierno liberal de Honduras aceptaba la ayuda de Cuba, el Gobierno
liberal de Dr. Arnoldo Alemán la rechazó. Hay que recordar que cuando el terremoto asoló
Managua en 1972, Somoza aceptó la ayuda médica.
Hasta la fecha no se ha declarado el estado de emergencia. El gobierno, en medio de la angustia
del desastre que asoló a la mayor parte de la población, continúa empecinado en la aplicación de
un programa de ajustes estructurales conforme a los lineamientos del FMI. El plan trazado por el
gobierno a la medida de los organismos financieros internacionales, se mantiene aún con los
estragos del huracán Mitch. El objetivo final del gobierno es accesar a la iniciativa de países
pobres altamente endeudados y hasta esa meta quiere llegar, por lo tanto el estado de emergencia
puede ser una traba para estos fines, ya que congelará el acelerado proceso de privatización y
puede levar a una condonación del financiamiento de la banca privada a los productores por las
pérdidas de sus cultivos.
El gobierno teme que esto afecte el déficit fiscal y que de esa manera se modifique su Plan
económico, sin embargo una de las dificultades para enfrentar el fenómeno es que los principales
servicios básicos están privatizados (salud, educación, transporte y comunicaciones). El sector
privado está atento a la hora de invertir pero tarda en acudir en auxilio de los necesitados.
Mientras esto ocurre, el gobierno es incapaz de resolver los problemas mas acuciantes de la
población damnificada. No es remoto suponer que a corto plazo, de no obtener respuestas, ocurra
una explosión social que trastoque incluso la seguridad ciudadana.
El gobierno obstaculiza la participación de organizaciones tales como el ejército y la policía en el
Comité de Emergencia, así como de las alcaldías de la oposición, universidades y otros
organismos no gubernamentales, ya que estas no son de su control partidario.
El gobierno tiene miedo de fallarle a los organismos internacionales (FMI, BM, BID), debido a un
trato excepcional a los campesinos afectados en sus cultivos.
En síntesis, la desconfianza de la población por la poca competencia del gobierno para manejar la
tragedia nacional, podría llevar a la gente a tomar iniciativas que pueden ser incontrolables
Desmantelamiento de economía campesina
Los grupos familiares afectadas del campo representan el 75% de la población afectada a nivel
nacional. Gran parte de estas familias estaban aglutinadas alrededor de la Asociación de
Trabajadores del Campo, a través de las distintas formas de organización: cooperativas, comités
comarcales, sindicatos, pequeños parceleros, productores individuales, etc. Esta población ha
perdido seres queridos, sus techos, las plantaciones, la infraestructura productiva y sobre todo su
economía familiar, de donde sobrevive complementando su salario.
Hoy, el medio rural nicaragüense es caótico. Las familias organizadas en la ATC, no tienen casas
en donde vivir, están refugiadas y los medios de subsistencia (cultivos familiares) están dañados
totalmente, lo que indica que sobreviene una hambruna en los próximos días debido al
desabastecimiento y a la incapacidad de compra de los productos básicos que componen la dieta
familiar. La subalimentación traerá consecuencias graves debido a los brotes endémicos que
surgen posterior a estos desastres.
La estela de destrucción es tan inconmensurable que a nuestro país le llevará muchos años en
recuperarse del trauma y la zozobra post-huracán.
Las pérdidas humanas son, en su mayoría, de los pobres del campo, ya que ellos viven en situación
marginal, ellos viven en las riberas de los ríos y las faldas de los cerros, porque la oligarquía
terrateniente ha desalojado a los campesinos de los lugares más seguros y con las mejores tierras.
Aunado al deterioro ecológico, hemos retrocedido 100 años aproximadamente en la degradación
del medio ambiente, producto de la deforestación causada por el desborde de los ríos y el deslave
de los cerros. Este daño a la biodiversidad es irreversible, así como sus consecuencias son
irreversibles para el futuro de nuestro país.
Managua, 9 de noviembre de 1998