Documento Final del Foro Regional de México y Centroamérica sobre racismo, discriminación e Intolerancia

2001-02-22 00:00:00

Los participantes en el "Foro Regional de México y Centroamérica sobre Racismo, Discriminación e Intolerancia".
Organizaciones No Gubernamentales, reunidos en la Ciudad de México los días 9 y 10 de noviembre de 2000, coincidimos en los siguientes puntos:

1. Teniendo en cuenta los esfuerzos tanto intergubernamentales como no gubernamentales realizados por la comunidad internacional para combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia.

2. Tomando como referencia la documentación preparatoria y final emanada de las Conferencias Mundiales contra el Racismo efectuadas en 1978 y en 1983, y en particular los Programas de Acción respectivos.

3. Considerando los informes, resoluciones y recomendaciones producidos por los órganos y mecanismos del sistema de Naciones Unidas, particularmente los de la Asamblea General; el ECOSOC; la Comisión de Derechos Humanos y sus Subcomisiones y Grupos de Trabajo; la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Relator Espacial encargado de examinar la cuestión de las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia; así como las respuestas remitidas por los gobiernos.

4. Dando seguimiento a la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial de 1965 y en especial a los compromisos de gobiernos derivados de la Consulta Mundial sobre el Programa de Acción de la ONU de 1988.

5. Respondiendo a la convocatoria lanzada por la Asamblea General en 1997 para realizar una tercera Conferencia Mundial contra el Racismo en Sudáfrica en 2001, el cual será declarado Año Internacional de Movilización contra el Racismo, con el propósito principal de elaborar medidas y estrategias orientadas hacia la acción para combatir las prácticas contemporáneas del racismo y la intolerancia.

6. Atendiendo en particular las resoluciones de ECOSOC de 1995 y 1996, de la Asamblea General de 1999 y de la PrepCom del 2000 donde se fijan las directrices y criterios para la participación de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) como
observadores en las reuniones del Comité Preparatorio (PrepCOM) y en la Conferencia Mundial, así como para la acreditación de representantes de los Pueblos Indígenas.

7. Haciéndose eco de la Declaración de Líderes Afrolatinoamericanos y Caribeños reunidos en San José de Costa Rica en septiembre del presente año, particularmente respecto a la preocupación expresada por la insistencia de los doce Presidentes de América del Sur reunidos en Brasilia ese mismo mes, al negar el problema del racismo y la discriminación contra los pueblos afrolatinoamericano y caribeño y al pretender con ello mantener la invisibilidad de las graves violaciones que profundizan la desigualdad y el desconocimiento a sus derechos fundamentales, económicos, sociales y culturales.

8. Recogiendo las resoluciones de la Iniciativa Indígena por la Paz (Conferencia Satélite preparatoria de la Conferencia Mundial de Sudáfrica), realizada en México en noviembre del 2000, respecto a las medidas jurídicas contra la discriminación; a la educación, cultura y medios de comunicación, y específicamente las que se refieren a fortalecer la capacidad de las organizaciones indígenas para afirmar sus derechos inalienables en los niveles local, nacional, regional e internacional, así
como para no dejar impunes los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los indígenas del mundo.

9. Interesados en contribuir al cumplimiento de los objetivos de la Conferencia Mundial contra el Racismo de 2001, en especial los que se refieren a analizar los factores políticos, históricos, económicos, sociales y culturales que conducen al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas de intolerancia; al igual que a formular recomendaciones concretas para proponer la adopción de medidas prácticas en el plano nacional, regional e internacional.

Por lo anterior concluimos y recomendamos lo siguiente:

1. Los gobiernos de los países de nuestra región en esta parte del continente americano, a saber México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, no obstante que han participado en las Conferencias y en los Decenios
Mundiales contra el Racismo, han mostrado una insuficiente voluntad política para difundir, promover y observar el cumplimiento de tratados, convenciones, acuerdos y resoluciones encaminadas a combatir el racismo, la discriminación, el antisemitismo, la xenofobia, la intolerancia y el sexismo.

2. Las formas contemporáneas que adoptan esos fenómenos en nuestra región se caracterizan sobre todo por una pertinaz ignorancia, negación y desconocimiento de las secuelas históricas y de las realidades actuales que en materia de discriminación en general y de intolerancia han traído consigo la conquista, la colonización, la esclavitud y las sucesivas migraciones que a lo largo de cinco siglos se han dado en nuestros países.

3. No obstante las peculiares formas de mestizaje y de sincretismo cultural, los prejuicios y la discriminación racial que todavía seguimos padeciendo afectan fundamentalmente a la población indígena originaria, constituida por más de 80 pueblos que agrupan al menos a 12 millones de mexicanos y a 6 millones de centroamericanos.

4. Por cuanto a la población afrodescendiente, además de otorgarle mayor prioridad en proyectos y programas gubernamentales se hace necesario vincular sus reivindicaciones con las de los pueblos indígenas, impulsando y fortaleciendo las primeras iniciativas históricas para establecer redes y alianzas estratégicas entre las poblaciones afro e indoamericanas en la lucha contra el racismo y la discriminación.

5. Otras minorías de origen asiático, que seguramente no rebasan algunos cientos de miles de personas, así como otras comunidades de migrantes aún más reducidas de españoles, judíos, libaneses, turcos, hindúes, entre otros, también son objeto de discriminación por su origen étnico.

6. Aunque no existe una conciencia clara ni generalizada entre la mayoría de la población acerca del hecho y del significado del racismo y la discriminación en nuestros países, largos siglos de dominación colonial, guerras de "castas" y rebeliones indígenas produjeron diversas formas de estratificación, segregación, discriminación y marginalidad social que persisten hasta el presente.

7. Entre las causas reales y profundas de la discriminación en nuestras sociedades hay que anotar la desigualdad estructural, la negación cultural y la falta de oportunidades que afecta no sólo a las minorías étnicas sino a las mayorías indomestizas y populares. Hechos todos ellos que se ven agravados en los últimos tiempos por la concentración de la riqueza y el crecimiento de la pobreza y la miseria entre los más amplios sectores de la población. Una forma exacerbada del racismo, que es la exclusión, ha conducido a un aumento brutal y constante de la pobreza extrema indígena.

8. De una u otra forma, existe racismo en todas las sociedades del planeta. La discriminación social suele ir asociada con la económica. La teoría y la práctica del desarrollo han ido incorporando preocupaciones de orden social, medioambiental y de
género; pero falta la cultura. Ahora se hace indispensable reconocer y aceptar el papel que, como fuerza básica motriz, juega la cultura en el desarrollo plural y democrático de las personas, los pueblos y los países.

9. Preservar y promover las culturas de los pueblos indígenas y afrodescendientes implica la necesidad de crear nuevas bases materiales a fin de reducir las desigualdades en su relación con otras sociedades y culturas. Para combatir a fondo la discriminación y la marginación, acentuadas por los procesos de globalidad predominantes, exigimos a los gobiernos de nuestra región reconocer en las constituciones políticas la autonomía de los pueblos indígenas y afrodescendientes, ya que sólo así podrán garantizarse formas propias de organización social y política y el acceso al uso y disfrute de recursos para su desarrollo. Es tiempo ya de plantear la central reivindicación de la legitimidad de la posesión de la tierra.

10. Tanto en relación con la discriminación por razones étnicas y raciales, que aquí constituye el problema mayor, como respecto a otras causas de intolerancia que afectan a diversas minorías por razones de creencias religiosas, preferencias sexuales, discapacidades, salud o edad, consideramos que en nuestros países es necesario introducir y alentar las modalidades de acción afirmativa que permitan lograr reformas legislativas, políticas públicas y mecanismos de acción que protejan y garanticen los derechos fundamentales de indígenas, indomestizos, afroamericanos, minorías de inmigrados, trabajadores migrantes, mujeres, niños, niñas y adolescentes, adultos mayores, iglesias y creencias minoritarias, homosexuales, lesbianas y bisexuales, personas con discapacidades y enfermos de sida.

11. Entre las mejores formas y las medidas más eficaces para prevenir y erradicar el racismo, la discriminación y la intolerancia, están por una parte la descripción y tipología de conductas racistas y discriminatorias y por otra la definición de
estándares mínimos y realistas para dar cumplimiento a los derechos económicos, sociales y culturales consignados en los respectivos pactos internacionales. Para lograr avances concretos, nos proponemos promover y participar, desde el ámbito de las ONG, en redes, campañas de medios y acciones pacíficas, de resistencia y de solidaridad civil nacionales, regionales y mundiales.

12. Existe un claro consenso sobre la necesidad de exigir de manera categórica y contundente a todos los gobiernos de la región que en vez de seguir negando la realidad de las prácticas cotidianas de racismo y discriminación en las sociedades mexicana y centroamericanas, se reconozca de una vez por todas su existencia en todos los foros y documentos multilaterales, dejando de lado la tesis de una pretendida "democracia racial". Una verdadera democracia tiene que reconocer las desigualdades estructurales originadas en el colonialismo e incrementadas por una globalidad racista, para convertirse en un instrumento de lucha en el combate al racismo, la discriminación y la intolerancia.

13. Con objeto de que las representaciones de pueblos indígenas, de pueblos afrodescendientes de comunidades religiosas y de grupos con orientaciones sexuales diversas, así como de ONG, podamos dar seguimiento a los compromisos adoptados
por los gobiernos de las región, consideramos necesario actualizar los diagnósticos y la evaluación de acciones emprendidas respecto a los Programas de Acción de la ONU. Para ello solicitamos de la manera más enérgica y perentoria, que los gobiernos de cada uno de nuestros países formulen a la brevedad una invitación para visitarlos al Relator Espacial encargado de examinar la cuestión de las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia; a la Relatora Especial del Grupo de Trabajo para Poblaciones Indígenas; al Relator Especial sobre Intolerancia Religiosa; al Relator Especial sobre la Violencia contra la Mujer, sus causas y consecuencias; al Relator Espacial sobre los Derechos de los Migrantes.

14. Todo lo anterior reclama y amerita por parte de sociedades civiles, gobiernos y medios de comunicación, una clara toma de conciencia, una expedita voluntad política y una puntual supervisión a fin de hacer avanzar en la realidad cotidiana a nivel
nacional, regional y mundial los programas de acción que se sintetizan en el lema: "Unidos para Combatir el Racismo:
Igualdad, Justicia, Dignidad". Por ello pedimos a la Comisión Preparatoria y a la Secretaría de la Conferencia Mundial contra el Racismo del 2001 que considere a la nuestra como una "Reunión Satélite", a fin de que los documentos de la misma sean
circulados y tenidos en cuenta al elaborarse la documentación final de Sudáfrica. Asimismo, solicitamos la acreditación de nuestros delegados al Foro de las ONG que en forma paralela a la Conferencia Mundial se llevará a cabo el próximo año.