Indígenas demandan: volcar la atención sobre niñez y juventud

2001-01-26 00:00:00

ALAI.- Los temas de la niñez y la juventud, el Foro Permanente
de Pueblos Indígenas y la discriminación racial fueron objeto
de amplias deliberaciones en el Grupo de Trabajo de
Poblaciones Indígenas, que se reunió del 24 al 29 de julio en
Ginebra.

Los 300 millones de indígenas del mundo son los más pobres
entre los pobres, pero la niñez y la juventud se encuentran en
una situación aún más débil y desventajosa, según se desprende
de los testimonios escuchados.

A la violencia estructural que azota a los menores indígenas y
que se traduce en altos índices de mortalidad infantil, falta
de acceso a la educación y a la salud, vienen a sumarse otros
males derivados de la uniformización occidental: estrés y
suicidios, explotación sexual, pérdida creciente de sus
culturas, lenguas e identidad, racismo y discriminación
permanentes.

En la Costa Atlántica de Nicaragua los niños y niñas indígenas
mueren por desnutrición, diarrea y malaria. Las comunidades
del Municipio de Prinzapolka, Waspan, Sandibay y Río Grande
son las más afectadas. Seis mil indígenas de 5 a 17 años no
pueden ir a las escuelas y los colegios porque no hay
maestros, bibliotecas, vías de comunicación y un poco de
sensibilidad de las autoridades de Managua, expresa Alonso
Edwars, secretario de la Comisión Comunal de la Costa
Atlántica. ¿Cómo cambiar este estado de cosas? "Sencillo",
contesta Edwars. "Señores de la comunidad internacional y del
gobierno: Concretemos en la práctica la expresión de
voluntades, las agendas del Decenio, trabajen conjuntamente
con nuestras organizaciones indígenas, como tantas veces se ha
recomendado en éste y otros foros", agrega.

Más hacia el norte del continente, en Alaska, la situación es
parecida. Los jóvenes sufren altos niveles de suicidios,
encarcelamientos, uso de drogas y alcohol, bajo rendimiento en
la educación occidental y una privación de la educación según
las normas y las costumbres de los pueblos indígenas. "La
autodeterminación es lo que permite la utilización de los
recursos sin subyugarnos ni explotarnos, queremos estos
recursos para enseñar a los niños cómo preservar las
tradiciones y las normas de su propio pueblo", plantea un
delegado indígena de Alaska.

En el sur de América, los niños y jóvenes mapuches de Chile,
en materia de educación, cuentan con desiguales recursos y
oportunidades con respecto a otros niños y jóvenes chilenos.
Muchos jóvenes, para continuar sus estudios superiores deben
trasladarse a las ciudades de Santiago, Concepción o Temuco,
pero terminan abandonando los estudios por falta de recursos
económicos. Los hogares públicos destinados a indígenas no
dan abasto para la gran cantidad de postulantes, con la
agravante de que en Santiago y Temuco se encuentran
desfinanciados y desabastecidos. A todo ello, se suma la
persecución a los estudiantes que participan en acciones de
protesta a reclaman solución a sus problemas, señala Reynaldo
Mariqueo del Consejo Inter-regional Mapuche.

Las pérdidas territoriales y los cambios arbitrarios de
costumbres ponen en riesgo la formación y las identidades de
la niñez y la juventud de los taironas en Colombia. "Los
sistemas educativos que no son estructurados desde la óptica
de los sabios de los pueblos no garantizan el sistema
tradicional de relación con otras culturas, y los jóvenes son
absorbidos de forma mecánica por estas últimas, porque no se
tienen sistemas de educación para ser libres, sino para
producir modelos de vida diferentes a la propia: estudiar más
para ganar más", dice un manifiesto de la Confederación
Indígena Tairona.

Los jóvenes indígenas presentes en el Grupo de Trabajo dieron
a conocer un manifiesto conjunto en el que piden que las
agencias de las Naciones Unidas, los gobiernos y las ONGs
presten la ayuda necesaria para mantener y fortalecer la
participación de la juventud indígena en los foros
internacionales. Así mismo demandan la aprobación de la
Declaración de los Derechos Universales de los Pueblos
Indígenas y la aplicación y monitoreo de los artículos 17,24 y
30 de la Convención sobre los Derechos del Niño, y la
ratificación de la misma, por parte de los gobiernos que aún
no lo han hecho.