El conflicto armado, la búsqueda de la paz y la forma de participación de los pueblos indígenas en ese proceso

2001-11-22 00:00:00

Propuesta de declaración
Ante la guerra: resistencia indígena y paz para los colombianos

El Congreso de los Pueblos Indígenas de Colombia se ha reunido para
analizar la guerra y para imaginar la paz. No es solo un encuentro
para nosotros, para resolver nuestros problemas. Hemos dicho que si
no hay paz para todos los colombianos no la habrá para los pueblos
indígenas, y que si no hay paz para nosotros no habrá paz para nadie.
No queremos la paz y la justicia sólo para nosotros, mientras el resto
de la gente anda por ahí muriéndose de hambre en las calles al lado de
los bancos. Y pues es lógico que no queremos una paz donde nosotros
tengamos que desaparecer.

Estos son tiempos difíciles para todos. Para los Embera, que vemos
todos los días caer a nuestros líderes como hojas secas. Para los
U´wa, que resistimos la herida que nos hace con odio la industria
petrolera para sacar nuestra sangre y luego venderla para que los
carros de Nueva York se muevan no más un mes. Para los Nasas y
Guambianos, que recibimos en el pecho el fuego asesino de quienes no
quieren aceptar que somos capaces de mandar en nuestra casa. Para los
Ijkun, Wiwa, Koggi y Kankuamu, que somos asesinados en grupos de a
diez, como moscas, mientras el Ejército mira para otro lado o se hace
el sordo. Para los Yukpas, que no tenemos dónde sembrar una mata de
maíz, cuando al lado hay unos que tienen toda la tierra del mundo.
Para los Pastos, que por defender nuestros territorios hemos tenido
que ver a los taitas asesinados, a los líderes desaparecidos y a las
comunidades amenazadas. Para los pueblos indígenas de la Amazonia,
que vemos llegar la guerra a nuestros ríos y selvas, que vemos la
llegada de cientos de desplazados buscando dónde sembrar coca o sacar
madera o extraer oro, que somos invadidos por gentes armadas que
quieren controlar nuestros territorios a nombre del Estado o de una
nueva sociedad donde no parece que quepamos nosotros. Para los
pueblos indígenas, a quienes nos llueve veneno del cielo, como una
maldición, desde aviones manejados por gente que cobra por cada niño
muerto y por cada metro de maíz quemado. En fin, para todos los
pueblos que habitamos en las costas, serranías, en la zona andina, en
la Amazonia y en las fronteras... para los pueblos que estamos
luchando por sobrevivir.

Por eso estamos obligados a resistir. Nosotros nos hemos declarado
como pueblos en resistencia ante el etnocidio. El etnocidio ocurre
cuando la acción de grupos políticos o religiosos, y la acción u
omisión del Estado, cada uno por su lado o todos al tiempo, impiden a
uno o a varios pueblos su permanencia espiritual y política, su
integridad cultural, y su reproducción social y económica. Y esto es
precisamente lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Colombia.

El Estado colombiano desconoce las leyes, los gobiernos y autoridades
indígenas, quitando a los pueblos el referente fundamental de
autoidentificación y condenándolos a la dispersión y la integración
cultural; el Estado colombiano niega la personalidad social, jurídica
y política de los pueblos indígenas, niega su existencia, que es el
primer paso para propiciar y justificar su aniquilamiento; el Estado
colombiano irrespeta de manera sistemática los sitios y territorios
sagrados de los pueblos indígenas, destruyendo sus referentes míticos
y religiosos, creando con ello un estado de zozobra y desesperanza en
todos sus miembros; el Estado colombiano ataca, señala, amenaza y
agrede, y permite a su vez la agresión y muerte de las autoridades
tradicionales de los pueblos indígenas, de los médicos tradicionales,
que son los portadores de la tradición y representan la permanencia
cultural y social de sus pueblos; el Estado es responsable por omisión
del asesinato de más de 400 gobernantes y líderes indígenas Embera,
Zenú, Nasa, Arhuaco, en tan solo 10 años.

Todas estas acciones y omisiones, de grupos políticos y del Estado,
han significado que la mayoría de los pueblos indígenas de Colombia
estemos en una situación de crisis cultural, social y demográfica;
pero especialmente ha colocado en situación de riesgo de desaparecer
como pueblos a los Embera, los Kankuamu, los Kofanes y los Zenú; y
aniquiló definitivamente a los Nutabes. Los Nukak pasaron de ser
1.000 miembros de las diferentes bandas, y ahora no pasan de 400. ¿No
es esto un etnocidio? El Estado y el gobierno colombianos son
responsables por el etnocidio que vivimos los pueblos indígenas de
Colombia. Por su acción, por su omisión, corremos el riesgo de
desaparecer como pueblos.

Todas estas situaciones han sido puestas en conocimiento de la
Comisión de Derechos Humanos Indígenas sin que sean tenidas en cuenta;
el gobierno se queda esperando que los hechos criminales sucedan y el
etnocidio continúe. Por lo anterior es que los pueblos indígenas de
Colombia, agrupados en la ONIC y AICO, en julio del 2001 decidimos
suspender la participación en los espacios de concertación de
políticas indígenas para impedir que se conviertan lugar de burlas,
hasta tanto el gobierno respondiera claramente sus proyecciones en la
materia y se comprometiera con un Plan de Protección a los pueblos
indígenas. No hemos obtenido aún ninguna de esas respuestas.

Por ese motivo, la Organización Nacional Indígena de Colombia –ONIC-
ha solicitado "al Secretario General y a la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas su intervención personal ante el gobierno de Colombia
para que cese el etnocidio en nuestro país, para que cese el
desplazamiento, para que los pueblos indígenas podamos sobrevivir a la
guerra que nos han declarado los megaproyectos, los paramilitares, el
gobierno colombiano, las multinacionales de la minería y el petróleo"

No podemos permanecer impasibles ante este desangre permanente:
vamos a resistir

Como pueblos en resistencia, manifestamos a todos los colombianos que
mantendremos y haremos más fuertes nuestras acciones directas para
proteger la vida y la dignidad, para proteger nuestros territorios y
nuestros recursos.

1. Todos nuestros territorios vivirán las ceremonias de protección y
resistencia espiritual. Cada indígena de Colombia se convertirá en
un portador de la palabra y la fuerza de nuestros dioses y espíritus
ancestrales; seremos como una oración en carne viva que se
pronunciará en cada lugar. Nuestro grito se mantendrá: "Paz para
los pueblos indígenas, paz para todos; Justicia para los pueblos
indígenas, justicia para todos; Dignidad para los pueblos indígenas,
dignidad para todos".

2. Siguiendo la tradición de la gran Minga por la Vida, que movilizó
como nunca a 40 mil indígenas, campesinos y negros del Cauca,
acompañados de gente de todo Colombia, desde Santander de Quilichao
hasta Cali para defender un camino propio de paz en ese
departamento, proponemos una Movilización Nacional por la Paz, que
luego de acuerdos y consensos entre las organizaciones populares,
podría consistir en miles de colombianos y colombianas, indígenas,
campesinos, negros, trabajadores, yendo hasta donde están las
comandancias del Ejército y los grupos armados, para mostrar nuestra
fuerza de paz y de razón, para exigir cese al fuego para negociar,
para demandar acuerdos humanitarios, y para decir que no vamos a
seguir como observadores del proceso de paz sino que vamos a ser
protagonistas.

3. Continuando la tarea de las mil autoridades y líderes indígenas de
casi treinta pueblos indígenas, que fuimos a buscar a nuestro
hermano Kimy Pernía en Córdoba para arrancárselo a los
paramilitares, nos disponemos a realizar acciones directas de
búsqueda y rescate de todos los indígenas secuestrados, reclutados
forzadamente o desaparecidos. Y vamos a responder con acciones
masivas a cada agresión que recibamos.

4. Vamos a multiplicar en todo el país las zonas de refugio que
permitan a las comunidades indígenas en riesgo contar con espacios
de protección y con áreas de autosuficiencia alimentaria.

5. Y seguimos fortaleciendo las guardias indígenas, con una intención
múltiple: mantener las formas ancestrales de control social que nos
corresponde como pueblos autónomos, fortalecer el gobierno indígena
y profundizar la jurisdicción interna, garantizar el control
territorial y proteger las comunidades. Nuestras guardias no se
convertirán de ninguna manera en aparatos armados que se impongan
sobre las comunidades por medio del terror y el amedrentamiento; son
instituciones no armadas, cuya fuerza radica en su íntima relación
con las comunidades y las autoridades de los pueblos indígenas.

Nuestra apuesta por lograr la paz en Colombia

Los pueblos indígenas de una u otra manera buscamos construir un nuevo
camino, un nuevo horizonte concibiendo un país más justo, más
equitativo y más tolerante y sobre todo, para todos los colombianos.
Pero en esa búsqueda nos chocamos con una política estatal de paz que
no nos incluye, ni incluye al país, y menos aún nos identifica; y
vemos cómo el conflicto tiende no sólo a mantenerse sino también a
incrementarse. Por eso, hemos decidido pasar de víctimas a actores.
Vamos a buscar la paz, y si es posible, la vamos a construir con
todos. Si se mantiene una negociación cerrada, donde nos llaman para
ser una comparsa y no para reconocer nuestros derechos ni para que
influyamos en el camino de la paz, el futuro será oscuro para todos.
Las experiencias de los procesos de paz en Centroamérica no son
alentadoras para los indígenas; en Guatemala tanto la guerra como las
negociaciones se hicieron al margen de las luchas campesinas mayas, y
cuando fueron a ratificar los acuerdos de paz en un referéndum muy
poca gente salió a avalarlos; en Nicaragua se pretendió pasar por alto
la autonomía de los indígenas de la Costa Atlántica y fueron los
Estados Unidos los que aprovecharon el descontento miskito y los
metieron a su estrategia contra los sandinistas. Esa ausencia de
participación de las organizaciones sociales en los procesos de paz,
condujo en ambos casos a que el modelo económico neoliberal quedara
intacto.

Nosotros proponemos como principios para guiar la búsqueda de la paz
los siguientes:

1. Hacerlo en minga, entre todos, en únuma como dicen los sikuani;
significa un proceso participativo de verdad, donde todos decidamos
y no solo los grupos armados legales e ilegales.

2. Hacerlo buscando la fuente de los problemas, antes de que crezcan;
significa cambiar las raíces y sembrar unas nuevas. Es lo que
llamamos una propuesta de nuevo país que también le hacemos a
Colombia.

3. Hacerlo partiendo de la identidad porque ahí está la forma de los
sueños y la forma del mundo que queremos; significa reconocer la
realidad cultural, territorial, política y étnica del país. Un
Estado y una economía que se parezca a nosotros y no a otras
sociedades y otros intereses.

4. Hacerlo pensando en que la justicia y la paz se hacen con
autoridades que nacen verdaderamente de la tradición y de los
pueblos; lo que significa construir un Estado y hacer una
negociación donde la base sean las autoridades de las comunidades y
organizaciones sociales, y no los tecnócratas que hoy mandan en
Colombia.

5. Hacerlo teniendo como fundamento un territorio gobernado por la
gente que lo vive y no por empresas y gobiernos ajenos; consideramos
que es un principio para la paz que haya una distribución del poder
teniendo en cuenta los proyectos de autonomía territorial étnica y
regional.

6. Hacerlo pensando en que la naturaleza es para respetarla y
protegerla, y no para usar y abusar de ella.

No creemos que un proyecto hegemónico, que niega diferencias, que
liquida la diversidad, pueda consolidar la paz. Por nuestra parte
para impulsar estos principios hemos decidido:

1. Constituir una Comisión Nacional de Paz de los Pueblos Indígenas
CONAPPI, conformada por reconocidos dirigentes, autoridades y
personalidades indígenas. Esta Comisión contará con el Consejo
Permanente de personalidades indígenas y de los derechos humanos de
otros países y tendrá un Equipo Técnico permanente de consulta. La
CONAPPI tendrá a su interior una Subcomisión de Derechos Humanos,
conformada íntegramente por indígenas, que cumplirá las funciones
humanitarias en los territorios indígenas del país.

2. La CONAPPI liderará una gran actividad de Diplomacia Indígena que
permita que la voz de la tierra se escuche en todo el mundo, y desde
ella realizará una consulta con los gremios económicos, con los
gobiernos extranjeros, con las organizaciones sociales populares,
con el Ejército, con la insurgencia, con personalidades de la
política nacional. Este proceso deberá servir a la formulación
permanente de propuestas de acuerdo, hipótesis sobre una salida
negociada al conflicto, y a prefigurar las bases de un acuerdo de
paz. La CONAPPI convocará a delegados de otras organizaciones
sociales del país para que se sumen a estas actividades de gestión y
construcción de paz.

3. La CONAPPI promoverá en todo el país un proceso constituyente
llamando y propiciando que las organizaciones y gremios convoquen
sus Asambleas Generales o Mesas de Trabajo sectoriales, en las
cuales se abarquen los temas políticos, económicos, ambientales,
territoriales, sociales y culturales. Los pueblos indígenas
ofrecemos el Territorio de convivencia, negociación y paz de La
María, en el resguardo de Piendamó, para que sea un escenario de
encuentro de todos los sectores sociales y políticos del país.
Después de consolidado el proceso de Asambleas y Mesas de Trabajo
regionales y sectoriales, prononemos que se llame a una Asamblea
Nacional Constituyente.

Entre tanto, como acciones que propicien el espacio para la paz,
impulsamos:

1. Suspensión inmediata de los planes operativos del Plan Colombia
(gasto militar, fumigaciones, etc.) y de la Iniciativa Regional
Andina.

2. Firma de una tregua y cese de hostilidades del Estado y las fuerzas
insurgentes para que éstas participen en las Asambleas sectoriales y
las Mesas de trabajo con sus voceros;

3. Acción enérgica de enfrentamiento a los grupos paramilitares. Se
iniciará una depuración de la fuerza pública involucrada en
violación de los derechos humanos o apoyo al paramilitarismo.

4. Para que la insurgencia pueda mantener su propio proceso de diálogo
con diversos sectores sociales en el año inicial de tregua, llamamos
a mantener la Zona de Distensión con las FARC y las Audiencias
Públicas, y al despeje de la Zona de Encuentro con el ELN para que
pueda adelantar la Convención Nacional.

Nuestro riesgo ante esta guerra va más allá de nuestras vidas. Por
eso, apostarle a la paz y a una paz posible para todos los
colombianos, es mantener ante todo nuestra decisión de seguir siendo
pueblos indígenas y mantener nuestro proyecto de autonomía, y de
asumir como propio el proyecto de todos de tener un país justo, digno
y en paz.