IX Encuentro del Frente Continental de Organizaciones Comunales FCOC

Lucha global contra el imperialismo

2003-11-19 00:00:00

Monterrey, Nuevo León, México, 13 a 15 de noviembre de 2003

Esta ponencia tiene el propósito de ofrecer elementos de
análisis, de orientación tentativa y propuestas sobre los
siguientes temas: la lucha por la paz, deuda externa, el ALCA, el
Plan Colombia, la Región Andina y el Plan Puebla-Panamá. Lo
sometemos a la consideración de todos los asistentes a este IX
Encuentro Continental del FCOC.

La lucha por la paz

Al término de la segunda guerra mundial, a pesar del surgimiento
de la ONU, de la legislación internacional y sus organismos, de
las Conferencias por la Paz y las resoluciones de la Asamblea
General, la paz ha sido la condición ausente en el mundo en
diversas regiones y períodos. Más bien, la guerra ha sido la
constante en la segunda mitad del siglo XX y los primeros años de
siglo XXI.

En la Península de Corea, Vietnam, Cuba, numerosos países de
Africa, Medio Oriente, Indonesia, Afganistán, Centro y
Sudamérica, y los Balcanes, los intereses económicos y
geoestratégicos ("el mundo como un tablero de ajedrez") de
Estados Unidos impuso o desató guerras entre o al interior de
estos países y regiones en el marco de la "guerra fría", bajo el
principio de contener y combatir la "amenaza roja".

El derrumbe de los regímenes de Europa del Este y de la URSS, no
trajeron la paz. Por el contrario, la plutocracia estadounidense
decidió iniciar el control y dominio del planeta a principios de
los años noventa, desplegando varios frentes de guerra por vías
"pacíficas" o militares. El neoimperialismo yanqui se concentró
en los hidrocarburos, los recursos naturales y la biodiversidad,
el agua y las finanzas internacionales.

En 1966-67 puso en práctica el "plan piloto" en Indonesia, con el
golpe militar que derrocó a Sukarno y costó la vida a un millón
de personas. Suharto fue puesto al frente de la pandilla de
militares y oligarcas que entregaron las riquezas del país a las
corporaciones transnacionales y el capital financiero
internacional, bajo los auspicios del FMI y el Banco Mundial.

La heroica lucha y el triunfo del pueblo de Vietnam suspendió
provisionalmente los planes de Estados Unidos en esa región.
Fueron años en los que se concentró en Medio Oriente y en el
apoyo a las dictaduras militares y regímenes autoritarios que se
impusieron en América Latina y el Caribe, hasta mediados de los
años ochenta.

La segunda mitad de los ochenta presenció la concertación entre
Washington y Moscú para la desarticulación y colapso del bloque
eurosoviético, cerrando el ciclo la desaparición de la URSS.
Aniquilada la "amenaza comunista", los focos de atención e
intervención fueron Medio Oriente (ampliando su alcance a Irán,
Irak y Afganistán), los Balcanes y Latinoamérica y el Caribe.

Como señalamos antes, se adoptó una estrategia imperial sobre el
planeta. La destrucción y el bloque de Irak a principios de los
noventa, inauguraron dicha estrategia. Debe decirse que desde
1959 hasta ahora, Cuba ha resistido heroicamente todas las
estrategias imperialistas, y sigue siendo faro de dignidad en el
mundo.

En la primera mitad de los noventa, al frente de una coalición
auspiciada por la ONU, Estados Unidos avanzó posiciones en Europa
Central, en los Balcanes, frente a los países líderes de la Unión
Europea: Alemania, Francia y Gran Bretaña. Liquidado el régimen
serbio de "limpieza étnica" de Milosévic, la atención se dirigió
más aún a Medio Oriente, a la guerra intermitente de Israel
contra Palestina, y hacia algunos países de Africa. Las
posiciones geoestratégicas, políticas y militares de Estados
Unidos en todas las regiones mencionadas, se afianzaron.

Para los planes Estados Unidos el siglo XXI comenzó el 11 de
septiembre de 2001. Fue el principio de la llamada "guerra total
contra el terrorismo", contra el "eje del mal" integrado por
Irak, Irán, Corea del Norte y Cuba (más los países que se vayan
acumulando).

Para los pueblos del mundo, incluso para vastos sectores de la
sociedad estadounidense, comenzó más bien "el terrorismo imperial
total" contra la paz, la independencia y soberanía de las
naciones, y contra los derechos humanos. Esta es la situación, el
reto, que millones de personas, miles de organizaciones y
movimientos sociales, y las fuerzas políticas de izquierda y
centro-izquierda estamos enfrentando.

Este es el reto del FCOC. En su programa y estrategias, la lucha
por la paz, la independencia y soberanía de las naciones, y los
derechos humanos y libertades civiles, debe ocupar un lugar
central.

Deuda externa

La deuda externa es el principal problema que bloquea el
crecimiento económico y el desarrollo social de América Latina y
el Caribe. Entre intereses y amortizaciones nuestros países han
pagado más del doble de sus deudas externas, sin que éstas hayan
disminuido sino más bien al contrario, se han incrementado aún
más.

Gran parte del producto anual y de los ingresos por exportaciones
de los países de la región se destinan exclusivamente para el
pago de intereses de la deuda externa. En los años recientes
prácticamente han cesado las amortizaciones, mientras que se ha
dificultado el flujo de nuevos empréstitos.

Las economías nacionales fueron orientadas por el neoliberalismo
para pagar la deuda externa y para abrirse sin restricciones a
las inversiones extranjeras especulativas y aquellas que se han
venido apropiando de las estructuras productivas ya existentes.

Los presupuestos públicos han reducido persistentemente el gasto
social para dirigir los escasos recursos a cumplir los
compromisos financieros externos. Todo el modelo ha sido una
trampa desde su concepción. Se promovió la hipoteca de los
países, se les impuso la apertura para saquearlos, se orientó la
economía a pagar intereses, se sigue prestando lo estrictamente
necesario para no caer en moratoria, y se asegura que nunca se
liberará la hipoteca. Negocio redondo de por vida.

Generaciones enteras, una tras otra, negadas a una vida digna;
pueblos que se consumen en la pobreza y la descomposición social;
oligarquías y clases políticas locales complacientes, que se
conforman con las migajas que caen de la mesa que sirven al
imperialismo.

La deuda externa total de Brasil, México, Argentina, Chile y
Venezuela suma más de 600 mil millones de dólares. Reciben
inversiones extranjeras anuales por alrededor de 40 mil millones,
pero remiten por intereses y pagos del principal alrededor de 80
mil millones de dólares. Es un saqueo, una sangría interminable.
Así no hay futuro.

Por eso el pueblo argentino dijo "¡que se vayan todos (la clase
política)!", para que sea él quien recupere su soberanía,
dignidad y horizonte de futuro. Por eso la moratoria de facto a
la deuda proclamada por el nuevo gobierno de Kirchner, y la
prontitud del FMI y el Banco Mundial para renegociar el débito en
condiciones más accesibles a Argentina. En el fondo, operó el
terror a que cundiera el ejemplo y se desatara una crisis
financiera internacional imparable.

En ello radica la fuerza principal de nuestros países. La
moratoria colectiva o la renegociación en mejores condiciones
para retomar el crecimiento económico, el desarrollo social y el
horizonte de futuro de Latinoamérica y el Caribe. El FCOC debe
jugar un papel central en la adopción de esta orientación
estratégica.

El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

El ALACA no es un acuerdo hemisférico de libre comercio. Es el
nuevo mecanismo del viejo imperialismo yanqui para abatir las
últimas reservas de las precarias soberanías nacionales de
nuestros países, ya bastante debilitadas por efecto del modelo
neoliberal y la globalización que nos fueron impuestos durante
las décadas de los ochenta y noventa, con la complicidad de las
oligarquías locales y las clases políticas gobernantes.

No es sólo un acuerdo para la libre movilidad de bienes y
servicios en el continente, sino el viejo proyecto "renovado" de
la plutocracia estadunidenses de integrar las Américas y el
Caribe bajo su dominio y beneficio absolutos. El derrumbe de la
URSS y del bloque eurosoviético, la formación de los megabloques
económicos de Europa, Asia oriental y Norteamérica, y la
estrategia de "guerra total contra el terrorismo" adoptada por el
gobierno estadounidense como consecuencia de los acontecimientos
del 11 de septiembre de 2001, aceleraron la instrumentación de
ese proyecto.

La plutocracia estadunidense decidió desplegar su estrategia de
control y dominio sobre el planeta a principios de los años
noventa. Concibió el ALCA para integrar nuestros países a sus
designios e intereses, y para relanzar su liderazgo mundial
frente a los megabloques de la Unión Europea y Asia Oriental.

La configuración del ALCA ha guardado las formas protocolarias
para la opinión pública, pero su contenido real se ha reservado a
las negociaciones clandestinas de la plutocracia estadunidense y
sus "socios" latinoamericanos y caribeños.

Después de la primera Cumbre de las Américas (Miami, 1994), en la
quinta Reunión Ministerial (Toronto, noviembre 1999) se acordaron
los ejes de la Agenda del ALCA: 1) acceso a mercados, 2)
agricultura, 3) compras del sector público, 4) inversiones, 5)
política de competencia, 6) propiedad intelectual, 7) servicios,
8) resolución de controversias, y 9) subsidios, antidumping y
derechos compensatorios. A estos grupos temáticos se añadió la
constitución de otras cuatro instancias complementarias: a) el
Grupo consultivo sobre pequeñas economías, b) el Comité conjunto
de expertos del sector público y privado sobre comercio
electrónico, c) el Comité de representantes gubernamentales sobre
la participación de la sociedad civil, y d) el Comité técnico de
asuntos institucionales.

La tercera Cumbre de las Américas (Quebec, 20-21 de abril de
2001) aprobó finalmente la constitución del ALCA para entrar en
vigor el 1 de enero de 2005. Se impuso la visión fundamentalista
de la globalización en las Américas y el Caribe, en la cual las
decisiones esenciales no las toman las sociedades y sus Estados,
sino el capital financiero y las grandes empresas
transnacionales.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o TLC)
entre Canadá, Estados Unidos y México, fue el experimento que
permitió afinar la estrategia imperialista neoliberal del ALCA.
México ejemplifica lo que ocurrirá con Latinoamérica y el Caribe
de concretarse la instrumentación del ALCA a partir del 1 de
enero de 2005. En México, el TLC provocó los siguientes efectos:

-agudo conflicto de intereses entre lo público y lo privado
por un Estado que se pone al servicio de las ganancias
empresariales;

-desmantelamiento súbito y total del sistema proteccionista
que había operado desde el fin de la segunda guerra mundial;

-eliminación de los precios oficiales en granos y productos
básicos;

-extranjerización de la banca comercial;

-abandono de las pequeñas y medianas empresas que generan el
80% del empleo;

-polarización regional de México;

-privilegió los objetivos e intereses de Estados Unidos;

-enormes concesiones en materia de inversión extranjera;

-supresión de todas las restricciones a los movimientos de
capital;

-tratamiento nacional a los inversionistas extranjeros;

-traslado a instancias externas de las controversias en
materia de inversión extranjera directa;

-"maquilización" del aparato productivo;

-ruptura e incluso desaparición de cadenas productivas
industriales;

-precarización del empleo y posterior desempleo masivo;

-deterioro de los derechos laborales, aumento del trabajo
infantil, delincuencia, violencia y descomposición social;

-crecimiento exponencial de la economía informal;

-concentración aguda del ingreso (el 10% de la población más
pobre recibe el 1.5 o 2%, mientras el 10% de la población
más rica se queda con el 35 o 40% del ingreso nacional
anual);

-crecimiento geométrico de la pobreza, pasando de 20
millones de pobres (25% de la población) en 1992 a más de 60
millones (60% de la población) en 2003;

-desmantelamiento del campo;

-migración masiva interregional en México y hacia Estados
Unidos;

- en materia migratoria Estados Unidos ha seguido la
política de dar trato de delincuentes a nuestros paisanos
que buscan cruzar o cruzan la frontera en busca de empleo;

-deterioro del medio ambiente;

-dependencia absoluta de la economía mexicana respecto a la
de Estados Unidos (hacia ese país se dirige el 90% de
nuestras exportaciones);

-las exportaciones se concentran en 400 empresas, por lo que
los beneficios sólo son para los grandes oligopolios
extranjeros y sus socios del interior del país;

-no estableció salvaguardas ni compensaciones, ignorando las
severas desigualdades ("asimetrías" en lenguaje neoliberal)
entre los tres países;

-en casi diez de TLC se han acentuado las desigualdades y la
transferencia de riqueza de México hacia Estados Unidos.

Las formas y los tiempos de instrumentación del TLC, en el caso
de México, han mostrado que no se previeron los efectos
económicos y sociales de las desigualdades existentes, ni los
apoyos económicos temporales para la economía de menor desarrollo
relativo. De ahí el desastre en el que está sumido el campo
mexicano y el colapso de varias ramas de la industria
manufacturera como textiles, calzado, juguetes y otras más. Por
ello, los términos del TLC han sido especialmente lesivos a
México y muy favorables para Estados Unidos.

La experiencia de México da cuenta de que el libre comercio no
garantiza por sí mismo el crecimiento económico, y que de darse
este crecimiento no necesariamente se traduce en el mejoramiento
de las condiciones de trabajo y de vida para la mayoría de la
población.

Hoy se observa claramente que el TLC fue la punta de lanza del
proceso de anexión y recolonización de América Latina y el Caribe
por Estados Unidos. El ALCA es la extensión del TLC a todo el
Continente. Por ello, no debemos ignorar lo que hace mucho tiempo
previera Simón Bolívar: "Cuando se hace el pacto con el fuerte,
ya es grande la obligación del débil".

Por poner sólo un ejemplo en este sentido, el ALCA tiene previsto
incluir una cláusula continental de "ingresos regulatorios" que
antepone las ganancias empresariales a las condiciones de vida y
de trabajo de nuestros pueblos. Con dicha cláusula, las grandes
empresas transnacionales tendrían la facultad de interponer
demandas contra los gobiernos nacionales en cualquier caso en que
éstos dispusieran ordenamientos legales en materia de salud,
laboral, seguridad pública y medio ambiente, si aquéllas
consideran que tales medidas incrementan sus costos de
producción. Esta sería la versión del ALCA del ACUERDO
MULTILATERAL DE INVERSIONES, que fue rechazado en la OCDE en 1998
ante la presión mundial de miles de organizaciones no
gubernamentales y activistas opositores a la globalización
neoliberal.

Por otra parte, la negociación del ALCA no ha incluido el tema de
crear las instituciones necesarias para la distribución del
poder; que incluya los mecanismos y procedimientos de carácter
multilateral para la participación activa de los pueblos del
hemisferio en la toma de las decisiones fundamentales. Tal y como
se está llevando a cabo, sólo generará el avasallamiento de las
economías nacionales de menor tamaño y desarrollo por las más
poderosas. A este respecto, nada hay en concreto sobre políticas
compensatorias y subsidiarias en el ámbito social, tal y como
ocurrió en el proceso de la Unión Europea.

No obstante lo expuesto hasta aquí, hay razones para plantear que
el proceso del ALCA puede seguir una dirección muy diferente. Las
reuniones de la Cumbre de los Pueblos de América, del Encuentro
Hemisférico de Lucha contra el ALCA y del Foro Social Mundial,
han puesto de relieve que el balance de la correlación
internacional de fuerzas no está decidido a favor de los dueños
del poder mundial. Mostraron que es posible lograr un gran
consenso para la "integración solidaria entre iguales por la
conquista de la justicia social y el bienestar de nuestros
pueblos", como quedó signado en el CONSENSO DE LA HABANA, y que
"otro mundo es posible".

El fracaso rotundo de las negociaciones de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) en Cancún, México, en octubre del año
en curso, por efecto de las luchas de las organizaciones y
movimientos altermundistas; así como el acercamiento de
posiciones entre Brasil, Venezuela, Argentina y Cuba, y el
reciente acuerdo suscrito entre Lula y Néstor Kirchner para
conformar un nuevo bloque económico sustentado en el MERCOSUR,
son signos de que la situación puede cambiar a favor de
Latinoamérica y el Caribe y en contra del imperialismo yanqui.

En todo caso, siempre la última palabra la tendrán los pueblos
del hemisferio, como recientemente lo ha demostrado el pueblo de
Bolivia. Esto es lo que está en juego en la etapa actual: si
aceptamos fatalmente la imposición del ALCA en los términos
dictados por el imperialismo neoliberal yanqui, o si nuestros
pueblos y las fuerzas políticas progresistas, democráticas y
revolucionarias levantamos un bloque social y político
continental en contra del ALCA y forjamos un mecanismo
alternativo de cooperación e integración económica orientado a
favorecer realmente a nuestros pueblos.

La Región Andina

Con la Iniciativa Regional Andina el imperialismo estadunidense
se propuso controlar Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá,
Perú, y Venezuela, bajo el pretexto de que el narcotráfico
promueve actividades de grupos delictivos armados y del
terrorismo, que desestabilizan social, económica y políticamente
a la región, debilitan la democracia e inhiben las inversiones y
el desarrollo.

A pesar del proceso de la Revolución Bolivariana encabezada por
Hugo Chávez en Venezuela, del triunfo de la alianza Sociedad
Patriótica-Pachakutik con Lucio Gutiérrez en Ecuador, del arribo
de Lula al poder en Brasil y de la reciente revolución boliviana
liderada por Evo Morales, Felipe Quispe y Jaime Solares, la
Iniciativa Regional Andina sigue siendo considerada por
Washington como asunto de seguridad nacional. Por ello fue
presentada al Congreso estadunidense y se le aprobaron recursos
por varios cientos de millones en 2002 y 2003.

La Iniciativa Andina entrega a los países mencionados una "ayuda"
que se convierte en material militar vendido por Estados Unidos,
mercenarios y entrenamiento de tropas por el Comando Sur
estadunidense. Esta Iniciativa impulsa un proceso armamentista
para el manejo de conflictos de "baja intensidad" (luchas
sociales, sublevaciones populares, etcétera), previstos como
consecuencia de la globalización neoliberal. Esta estrategia
cobró gran fuerza en virtud de la "guerra total contra el
terrorismo", que domina las políticas de Washington en todos los
órdenes desde el 11 de septiembre de 2001.

A pesar de todo, el imperialismo yanqui no abandona esta
estrategia por ser vital para mantener su presencia y control
sobre la región. Sin embargo, las luchas sociales de los dos años
recientes la han debilitado considerablemente. Los pueblos de
estos países están luchando por acceder al poder político, o en
su caso consolidarlo, y reducir la injerencia de Estados Unidos
en sus asuntos internos. Tendrá que ser derrotada completamente
la Iniciativa Regional Andina. Las organizaciones del FCOC y las
fuerzas políticas de izquierda y centro-izquierda a las que
eventualmente estén vinculadas, tienen un