El gran monólogo global

2005-08-09 00:00:00

Participé hace unos días en un evento sobre la información
en el mundo globalizado convocado por IPS y Le Monde
Diplomatique en Porto Alegre en el marco del Foro Social
Mundial. Intervinieron personalidades de la comunicación
como Ignacio Ramonet, Armand Matelart, Roberto Savio,
Gianni Miná y centenares de periodistas y comunicadores.

Recorrí el enorme campamento del Foro. Además de las carpas
de las miles de carpas de los jóvenes todas las actividades
se realizaron en carpas de los más diversos tamaños y
formas. Las iniciativas, actividades y debates fueron más
de dos mil. Los participante superaron las cien mil
personas, con una presencia fundamental de brasileros y
latinoamericanos, pero también con delegaciones de decenas
de países de todo el mundo. Un enorme Babel anti
globalización.

Y utilizo el concepto porque creo que es el único hilo
conductor que cruza tantas opiniones diversas, vertientes
sociales, políticas, culturales, ideológicas que se
congregan en el Foro. Es el gigantesco movimiento global
contra esta globalización que algunos definen como
“neoliberal” y otros simplemente como la “globalización”.

La consigna alternativa levantada desde los anteriores
cuatro foros (tres en Brasil y uno en la India) es una sola:
“otro mundo es posible”. Este número de Bitácora brinda una
fuerte atención al Foro, por una razón fundamental: es un
lugar de encuentro de ideas, de opiniones, de proyectos
políticos y culturales y es ese su enorme valor que ha dado
nuevos y renovados impulsos a las ideas del cambio e
incluso al debate libre y abierto.

Ver esas muchedumbres tan diversas que se cruzan en un
espacio lleno de palabras e ideas como solidaridad,
derechos humanos, medio ambiente, reivindicaciones de
genero, lucha contra el hambre, libertad y otros valores
importantes y con tantos y tantos jóvenes es realmente
reconfortante. Pero no alcanza con las emociones, hay que
ser exigentes, pensar, porque los problemas que se
denuncian y que nos convocan son muy grandes, agudos y
urgentes.

Yo voy a referirme en este artículo al tema de la
información. No como un instrumento de promoción de los
grandes temas globales, sino como el centro de la batalla
por el poder. Cuando hablamos de información y comunicación
estamos hablando de dos conceptos fundamentales: de la
libertad y del poder.

Esto ha sido siempre así, desde que el ser humano creo los
instrumentos más rudimentarios de la comunicación: el
lenguaje y sus formas de transmisión. La libertad de
acceder, de difundir, de utilizar, de integrar la
información y el manejo de la información sobre el que
siempre se apoyó el poder. En la sociedad de la información
y el conocimiento esto es todavía más evidente que nunca y
asume una centralidad total.

Nunca en toda la historia de la humanidad hubo una tal
concentración del poder y una combinación tan estrecha
entre este y la información y la comunicación. Hasta
confundirse. El poder global de base tecnológica pero sobre
todo económica, política, militar y cultural que hoy existe
en el mundo utiliza la homogeneidad de la comunicación y la
información, la propia proyección de su imagen como un
aspecto central de su supremacía y de su creciente
dominación.

Nunca – desde que el primer hombre o mujer pudieron
especializarse en el manejo del poder sobre su tribu, hasta
llegar a los actuales y extremadamente sofisticados niveles
de organización del mundo y de nuestras sociedades – ha
existido una tal homogeneidad del poder y una exigencia
creciente de homologarse. El que no se homologa hoy
prácticamente no existe.

Hoy las cosas, los objetos tienen su existencia en la
imagen que proyectan a través de esa comunicación homogénea
y su aceptación a escala global. Cuando se habla de
información, todos tendemos a reducirla a los aspectos más
tradicionales, la prensa en sus diversas variables (escrita,
electrónica, radial, por Internet) en realidad es un
concepto restrictivo y equivocado, la comunicación hoy es
un universo mucho más vasto: la publicidad, las formas de
la ilusión y el entretenimiento y todos sus diversos
formatos. Nadie existe sin proyectar alguna imagen.

Y eso determina que los objetos, las cosas y los seres
humanos en el sistema global de la comunicación son
tratados de la misma manera, como imágenes. Esto nunca
antes había existido y es particularmente evidente en la
ola de programas televisivos que exponen la vida de la
gente como objetos, como imágenes, pero en realidad la
línea conductora de ese proceso es mucho más sutil y abarca
casi todas las formas de comunicación.

La propia comunicación política, tiende a tratar a los
ciudadanos como consumidores. Con sus contradicciones, sus
tensiones y sus particularidades esta es la tendencia que
se impone en muchos países.

Sobre esa base el sistema global a generado un enorme
monólogo global. Imponiendo formatos, estéticas, mensajes y
contenidos, concentrado en muy pocas empresas y emisores
pero lo que es mucho más grave generando una cultura, en la
que la inmensa mayoría se siente libre y ni siquiera se
cuestiona este dominio omnipresente. No necesita ni
siquiera censurarnos, han generado los MEFanismos por los
que la comunicación está dominada por esos patrones y
modelos y todos los aceptamos y los integramos a nuestra
propia identidad.

Hay rebeliones, hay protestas, hay experiencias diversas,
pero sólo logran arañar un sistema integral y aparentemente
perfecto, porque ha logrado que la conformidad y e incluso
el malhumor que genera se integren al propio sistema.

El debate sobre la brecha digital, que apareció hace
algunos años y que en realidad fue una fractura en la
euforia tecnológica en la que las nuevas tecnologías de la
información que prometían cambiar la economía y hasta la
ingeniería de nuestras sociedades y lo que no lograron
siglos de luchas y de creación y audacia intelectual sería
resuelto por imperio de Internet y de otros portentos
tecnológicos, ha sido hoy plenamente integrado y es
totalmente funcional al sistema.

http://www.bitacora.com.uy/

No se trata de la cantidad de gente que accede a Internet –
que es importante y que expresa niveles de desarrollo –
sino de preguntarse en que medida debemos cuestionar a
fondo todo el sistema de información y comunicación global.

Ellos, los dueños del poder, incluso en su expresión
impersonal de una cultura dominante y en expansión, han
logrado no sólo dominar el enfoque, los contenidos y los
temas de la información y la comunicación, sino generar una
estética, códigos y lenguajes que determinan el éxito y el
fracaso. Han generado un mercado con todas sus exigencias y
sus demandas, y han elevado el mercado a supremo sacerdote
también de la información, de la comunicación, del
entretenimiento y hasta del consumo. La información es hoy
la principal mercancía.

En el mundo globalizado se gasta en publicidad más que en
educación. Parece absurdo, pero en realidad es uno de los
eslabones centrales de una cadena que genera necesidades,
crea consumos, las transforma en el factor determinante del
mercado y sus demandas pero simultáneamente genera una
determinada cultura y la eleva al nivel de una fuerza
natural e incontenible. Es la una bicicleta de la que no
podemos bajarnos sin estrellar nuestra economía y nuestras
propias vidas y satisfacciones.

De esa cadena somos todos prisioneros. Ese es el sistema y
lo que hemos comprobado es cuan resignados estamos a que
así funciona el mundo y así seguirá haciéndolo por siempre.
Ese fatalismo determinista no se lo cuestiona y se lo
enfrenta convocando sólo a las utopías y las cuestiones
morales. Es impenetrable, tiene su propia moral y ha
logrado elevarla al nivel de la geología. Hay que estar
dispuestos a cuestionar en serio el sistema y es en la
profundidad del análisis teórico donde comienza a ganarse o
a perderse la batalla. Apenas esbozamos estas ideas en el
Foro y causaron no poca polémica. Insistiremos y trataremos
de profundizarlas.

Queremos terminar con otra reflexión crítica: a este mundo
unipolar y dominante no lo venceremos con “otro mundo
posible”, sino con “otros mundos posibles”. El diálogo y la
libertad se basan en disponer de alternativas, de cosas
diversas que intercambiar y confrontar. Asistimos a este
monólogo global porque vivimos en un mundo que no quiere ni
tiene con quien dialogar. La alternativa es la diversidad
de mundos y no otra alternativa uniforme. Esa ya fracasó.

- Periodista. Coordinador de Bitácora. Uruguay.