Movimientos sociales y comunicación

2005-08-15 00:00:00

El Foro Social Mundial, el inédito proceso articulador de
la esperanza de la humanidad de cara al flagelo del
neoliberalismo, tendrá su quinta cumbre en Porto Alegre –
Brasil-, del 26 al 31 de enero, con una programación y
metodología que propician la convergencia de las
actividades e iniciativas propuestas por las entidades y
organizaciones participantes.

Todo indica que será un cónclave diferente a los
anteriores, pues en el corto recorrido -apenas cuatro años
de existencia- ha logrado anclarse como un proceso que se
expresa en foros locales, nacionales, regionales y
temáticos que desde sus particularidades se empeñan en
descifrar los problemas que se derivan de la exorbitante
concentración de la riqueza, del poder y del saber, y el
consecuente incremento de la exclusión social y geográfica
-que resultan de la globalización capitalista en curso-,
con la convicción de que "otro mundo es posible".

Es en ese sentido de proceso que el Foro ha encontrado su
dinamismo y energías multiplicadoras. Cabe recordar que
tras los atentados del 11 de septiembre 2001 en Nueva York,
al FSM le llegó un mensaje de defunción por parte del Wall
Street Journal, que anunció en titulares: "¡Adiós, Porto
Alegre!". Dos años después, una crónica en el New York
Times reconocía que "existen dos superpotencias en el
mundo: los Estados Unidos y la opinión pública mundial",
tras las multitudinarias movilizaciones impulsadas a partir
del FSM que se registraron en las calles del mundo entero,
el 15 de febrero de 2003, en rechazo a la guerra que para
entonces se alistaba contra Iraq.

En esta caminata, la comunicación ha logrado afirmarse como
uno de los desafíos estratégicos a encarar. Entre otras
razones, porque cada vez queda más claro que la lucha por
la democratización de la comunicación no puede quedarse
circunscrita a quienes de una u otra manera están
vinculados a este campo, porque es una bandera que
concierne al conjunto de la sociedad; después de todo se
trata de un asunto de ciudadanía y justicia social. En esta
perspectiva, destaca la atención que los movimientos
sociales están dedicando paulatinamente a esta
problemática. Porto Alegre 2005 puede ser un momento clave
para afirmar y avanzar en esas convergencias, y en la
necesaria construcción de la agenda social de comunicación.

Una de las expresiones de esta nueva realidad es la "Minga
Informativa de Movimientos Sociales", animada por una
decena de destacadas coordinaciones y redes sociales de las
Américas, que básicamente apunta a que las organizaciones
que la integran puedan decir su palabra en primera persona
y por un canal propio (www.movimientos.org). Pero además, y
sobre todo, a formular colectivamente políticas de
comunicación, en los diversos niveles -desde lo local a lo
global-, como ingrediente central de sus agendas y
proyectos alternativos. En esta perspectiva, en la
programación oficial del FSM, ha inscrito el taller
denominado "construyendo una agenda informativa de
movimientos sociales", a realizarse el día 29, en el
espacio Comunicación (D102), en la primera jornada de la
mañana.

Como en las ediciones anteriores del FSM, la "Ciranda"
(www.ciranda,org) será el paraguas del espacio colaborativo
para la cobertura de los diversos medios y comunicador@s
independientes. En materia de reflexión y debates, consta
la realización del "Primer Foro Mundial de la Información y
la Comunicación"; como también la programación
(www.movimientos.org/foro_comunicacion) de la Campaña por
los Derechos de la Comunicación (CRIS, por sus siglas en
inglés), que incluye un seminario marcado para el día 27
(D601). En el espacio temático "Comunicación: prácticas
contra-hegemónicas, derechos y alternativas", se han
registrado en total 102 actividades. Y todo parece indicar
que en ellas, como eje transversal, estará presente la
relación "movimientos sociales y comunicación".

Redefiniciones

La comunicación, por su naturaleza, es dinámica, está en
movimiento. Los movimientos sociales, por su parte, son
comunicación viva, hacia dentro y hacia fuera, que
históricamente han abierto los cauces y se han afirmado
como actores clave para profundizar la democracia. Esta
sintonía evidente, se ha diluido como el agua entre las
manos, en parte, por errores -o limitaciones- que han
primado en los movimientos, en el momento de encarar el
tema comunicación, y sobre todo porque al interponerse en
ella un complejo tecnológico crecientemente sofisticado,
bajo parámetros cada vez más oligopólicos, el desbalance a
favor de las instancias de poder se torna mayor.

Todo parece indicar, sin embargo, que el tema de la
comunicación está dejando de ser una tarea pendiente para
las organizaciones sociales. Como es conocido, éstas se
quedaron atrapadas en la era "Gutenberg" cuando, desde
mediados del siglo pasado, la radio y, sobre todo, la
televisión -en tanto medios masivos que se
institucionalizaron como "industrias culturales"- pasaron a
redefinir el escenario, afirmando su centralidad en la
configuración de la vida pública. Con este descompás, llegó
el "divorcio" y el consiguiente desentendimiento, que con
el tiempo dio paso a esa posición ambigua de condena y
fascinación que ha marcado el accionar de tales
organizaciones ante el mundo mediático.

Esta ambigüedad, empero, está dejando el paso a
definiciones, ante la evidencia del peso cada vez mayor de
las comunicaciones en el mundo contemporáneo, que en las
circunstancias actuales se expresa como soporte principal
de la fuerza con que se ha impuesto la hegemonía ideológica
neoliberal -el llamado "pensamiento único"-, pero también
por las posibilidades de respuesta que ofrece Internet.
Todo esto, en el marco de una dinámica que ha empujado
hacia reformulaciones organizativas internas y externas en
sintonía con procesos articuladores y vertebradores de
movimientos sociales.

En recientes declaraciones al periódico mexicano La Jornada
(19/09/04), Noam Chomsky precisamente sostenía que "el uso
de Internet, además de facilitar y agilizar la comunicación
dentro de los movimientos sociales y entre ellos, se presta
para restar el control de los medios establecidos. Esos son
dos de los nuevos factores más importantes que han surgido
en los últimos 20 años".

La relación de los movimientos sociales con esta nueva
tecnología no solo se debe a su costo relativamente bajo,
sino, ante todo, a su configuración y funcionamiento. Con
la Internet -basada técnicamente en una red que
interconecta mundialmente a diferentes redes de
computadoras, por lo que también ha pasado a ser reconocida
como la "Red"- se ha establecido un medio de alcance global
que no solo permite recibir y enviar datos, imágenes y
sonidos, en cualquier momento y en tiempo real o diferido,
sino que además facilita una interrelación de much@s a
much@s que redunda en implicaciones organizativas. En otras
palabras, esta capacidad de interacción, propia de
Internet, permite a la vez, acceder y diseminar mensajes
alrededor del mundo, contornando los medios establecidos,
como también establecer niveles de coordinación y
aglutinaciones por encima de la distancia geográfica.

Si bien la Internet nace como proyecto en el complejo
militar-industrial de EE.UU., su concreción y posterior
impulso y desarrollo tienen lugar en medios académicos y
ciudadanos que le impregnan el carácter de foro abierto y
descentralizado, de intercambios y colaboraciones, y sin
dueños. Se trata, pues, de una tecnología que se desarrolla
y perfecciona gracias al sentido colaborativo que se
establece entre sus usuarios, cuya expresión más visible
precisamente es el software libre. Como anota Castells (1):
"Es indiscutible la importancia que ha tenido el software
libre en la extensión y desarrollo de Internet desde sus
inicios, y la influencia mutua de estos dos ámbitos
tecnológicos es un hecho contrastado".

Aunque desde las esferas oficiales y empresariales se
tiende a presentar Internet como circunscrita a su soporte
técnico (de ahí, por ejemplo, el énfasis y
sobredimensionamiento que se da al tema de la
conectividad), el hecho es que su proyección se ha dado
ante todo como un espacio de interacción social, en el que
los movimientos sociales han puesto su impronta, y
viceversa.

A finales del siglo pasado, en un contexto marcado por la
desarticulación y dispersión organizativa -como secuela de
la aplicación de programas neoliberales-, y a partir de
conexiones establecidas en la Red, irrumpen iniciativas
convergentes contestatarias a la globalización. Una de las
primeras señales de esta sintonía se dio en el curso de
1998, cuando vía Internet se articuló un movimiento
ciudadano que logró frenar las negociaciones
gubernamentales en torno al Acuerdo Multilateral de
Inversiones (AMI). Un año después, tuvo lugar la protesta
masiva en la ciudad estadounidense de Seattle contra la
Organización Mundial de Comercio (OMC), considerada como el
bautizo del movimiento "alter-globalización", en la cual,
igualmente, fue clave la Red.

Refiriéndose a este acontecimiento, la escritora canadiense
Naomi Klein (2) señala: "El movimiento de protesta popular
contra las transnacionales que llamó la atención en las
calles de Seattle en noviembre pasado no está unificado por
nadie... Las diferentes campañas (ahí presentes) no
convergieron para alumbrar un movimiento unificado. Más
bien, son conexiones complejas y estrechas que les vinculan
una a otra, como los enlaces que conectan sus sitios Web.
Esta comparación no es fortuita, al contrario, es esencial
para quien quiera comprender el nuevo militantismo
político. Pues, si muchos han remarcado que las grandes
manifestaciones de los últimos tiempos habrían sido
imposibles sin Internet, muy poco se ha dicho que Internet,
por su parte, ha configurado a esos movimientos a su
imagen, imprimiéndoles la forma de una telaraña. Gracias a
la Red, las movilizaciones se han podido llevar a cabo con
una burocracia y una jerarquía reducidas al mínimo; los
consensos y los manifiestos forzados han dado paso a los
intercambios de informaciones constantes, poco
estructurados y a veces compulsivos". Y para rematar, Klein
sostiene que Seattle ha sido escenario de la emergencia de
un "modelo de organización militante que reproduce las vías
orgánicas, descentralizadas, pero interconectadas, de
Internet -Internet animado de una vida propia".

Luego de Seattle, se multiplican las movilizaciones
"altermundialistas", a lo largo y ancho del mundo contra
los organismos internacionales que regulan la globalización
en curso (BM, FMI, OMC, etc.), en las cuales, como constata
Donk (3) "las 'nuevas estrategias mediáticas' y el
'ciberactivismo' han jugado un rol dominante... Y cada vez
más, parece que Internet se está desarrollando como una
nueva 'plataforma estratégica' que ayuda a una variedad de
movimientos a movilizar y a organizar la protesta".

Asimismo, esta "plataforma" ha sido clave en la
arquitectura y proyección del Foro Social Mundial (FSM) que
emerge en enero de 2001, en Porto Alegre -Brasil-, como
polo alternativo al Foro Económico Mundial que anualmente
reúne en Davos a las élites económicas y políticas que
manejan las riendas del poder mundial.

En este trayecto se ha profundizado esa relación novedosa,
que De Wilde (4) lo resume así: "Internet no se utiliza
simplemente como un suplemento a los medios de comunicación
tradicionales, ofrece también oportunidades nuevas,
innovadoras para movilizar y organizar a la gente. Las
nuevas tecnologías, obviamente, no determinan tales
innovaciones; pero sí gravitan para estimularlas. Las ONGs
(movimientos sociales) son particularmente innovadoras en
este campo: de ahí que no solo que Internet ayuda a tales
organizaciones, sino que ellas también han sido muy
importantes en la ampliación del desarrollo de Internet".

América Latina: movilización en la red

En América Latina, este fenómeno se ha manifestado con
registros especiales. Por su repercusión mundial, es
ampliamente conocido -y hasta reconocido como
paradigmático-, lo protagonizado por el Ejercito Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) de México. Esto no impide que
a continuación hagamos una breve referencia a este caso, y
además a lo acontecido en dos países -para no abundar-,
cuya suerte última se ha visto marcada por la movilización
popular: Argentina y Venezuela.

El primero de enero de 1994, cuando el gobierno mexicano
presidido por Carlos Salinas de Gortari se aprestaba a
celebrar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), unos "sin nombre" se encargaron de aguar la
fiesta. Ese día se presentó a la faz pública la
insurrección indígena comandada por el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), una guerrilla poco
convencional que desde un recóndito lugar de México ha
logrado proyectarse al mundo y hacer de esa vinculación una
fuerza clave de su estrategia y supervivencia, pero además,
convertirse en un referente de la lucha global contra el
neoliberalismo. Uno de sus recursos primordiales: la Red.

En un reciente estudio sobre la "propaganda política del
EZLN", Miguel Vázquez L.(5) anota: "El movimiento zapatista
ha supedidato, claramente, la lucha armada a la lucha
propagandística, aplicando a este frente 'formas
guerrilleras de comunicación', para lo que se ha servido de
los nuevos medios de comunicación social, especialmente de
Internet y los servicios que rodean a la Red como las
listas de correo electrónico, foros de discusión, etc. Esta
sumisión de las armas a la comunicación es una de las
características más importantes del movimiento zapatista".

Argentina, tras la llegada de Carlos Menem a la presidencia
(1989-1999), pasó a convertirse en el país modelo para la
región y el mundo, por su disciplinada aplicación del
recetario del "Consenso de Washington" (liberalización de
mercados, desregulaciones, privatizaciones, etc.), para
"insertarse" en la economía globalizada... hasta que llegó
el momento de la verdad: un país en colapso y atrapado,
donde la indignación ciudadana terminó por reaccionar -
emblemáticamente con los "cacerolazos"- y arremeter contra
la institucionalidad política al finalizar el año 2001.

El profesor Diego Levis(6), de la Universidad de San
Andrés, señala que este estallido social, entre otras
cosas, marca "un punto de inflexión en el uso cívico de
Internet en Argentina". La razón: "El 19 de diciembre de
2001, la difusión a través del chat de lo que estaba
sucediendo en muchos barrios de Buenos Aires contribuyó a
que muchas personas se sumaran al cacerolazo. Durante las
semanas siguientes fueron surgiendo numerosos espacios en
Internet dedicados a la situación del país: sitios webs con
información alternativa, listas de discusión reservadas a
la catarsis colectiva y foros para proponer y debatir
propuestas concretas de cambio, entre distintas
modalidades. Las propias asambleas barriales desarrollaron
sus propios sitios webs destinados a brindar información
sobre sus propuestas... Por primera vez, el boca a boca, la
publicación partidaria o la octavilla política dejan de ser
los únicos modos de informarse sobre aquello que ocultan
los medios de comunicación masivos. Con la expansión del
uso ciudadano de Internet, las formas tradicionales de
expresión y acción política empiezan a perder el monopolio
que ejercieron hasta ahora".

El 11 de abril de 2002 se produjo el golpe de Estado contra
el presidente venezolano Hugo Chávez, quien, en un caso
inédito, fue restituido dos días después por el pueblo que
se lanzó a las calles. Todo sugiere que "fue un golpe
mediático", sostiene Roberto Hernández M.(7), describiendo
esta situación como "un gobierno derribado por medios
tradicionales y repuesto por los nuevos" o el "contragolpe
de la Red de redes" en el cual "Internet no solo rompió el
cerco, sino que en pocas horas, como es su naturaleza, creó
múltiples anillos alternativos... la cifra de internautas
tuvo masa crítica suficiente para romper el cerco mediático
del 13 de abril y conformar un sistema nervioso
descentralizado alternativo que permitió que la gente
tuviera autonomía, que es precisamente lo que a los medios
comerciales más poderosos les quita el sueño".

El discurso seductor

Con el vertiginoso desarrollo de las TIC, el discurso
tecnologista -que ve en las innovaciones tecnológicas la
causa primera del cambio social- recobró un nuevo impulso
y, con más fuerza que en el pasado, se ha empeñado en
difundir el conocido repertorio de promesas mesiánicas de
felicidad, armonía universal y, en suma, redención de la
humanidad que recurrentemente se ha repetido con cada
objeto técnico de comunicación que llega al mercado. Aunque
ninguna de las promesas se ha cumplido, la prédica no cesa,
pues su propósito es capitalizar el deslumbramiento general
que ha provocado Internet -el icono de tales tecnologías
(8), para "vender" la globalización neoliberal (9).

Este discurso legitimador y muy seductor, por cierto, ha
creado un entorno del cual los movimientos sociales no son
inmunes. Y aunque no necesariamente han marcado un
posicionamiento crítico (pues de por medio está una disputa
de sentidos), con su accionar han logrado establecer nuevas
perspectivas en y desde la Red (10), sin tener más que una
trinchera.

Se trata realmente de un hecho inédito, pues históricamente
las clases subalternas tan solo han podido disponer de
algún dispositivo de comunicación cuando tecnológicamente
se había convertido en desecho o, al menos, en secundario.
Y ahora resulta que Internet, una tecnología de punta -por
haber arrancado fuera de intereses comerciales, que se hace
y configura en el ámbito ciudadano-, rompió esa pauta.

Recomposición organizativa

En América Latina, el año 1994 se presenta como un
referente emblemático para las luchas sociales. Se inició -
como hemos mencionado- con el levantamiento zapatista en
México, para luego registrar el segundo levantamiento
indígena en Ecuador, las protestas de los cocaleros en
Bolivia, las movilizaciones por la reforma agraria en
Paraguay, Guatemala y Brasil -donde el Movimiento de los
Trabajadores Sin Tierra (MST) gana mayor proyección
nacional-, y una serie de incipientes demostraciones de
rechazo a las políticas neoliberales en otros países de la
región.

Desde entonces, se procesa una paulatina recomposición del
tejido social y organizativo que había sido afectado
seriamente, tanto por las políticas de ajuste, como por los
nuevos mecanismos de represión y criminalización de la
protesta social. A la par, van surgiendo o reactivándose
articulaciones regionales y continentales -en gran medida
como continuación a los primeros acercamientos que habían
posibilitado la realización de la Campaña Continental 500
Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989-1992)-
, que posteriormente confluyen en espacios y dinámicas
aglutinantes, como el Grito de los Excluidos, la Campaña
Continental contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las
Américas) y el propio Foro Social Mundial.

Se ha configurado, así, un nuevo escenario que no solo se
caracteriza por la reactivación de movimientos sociales
amplios y diversos, sino también, y sobre todo, porque
éstos han alcanzado importantes niveles de articulación,
tanto en el continente como a nivel mundial,
constituyéndose en un factor gravitante para la
deslegitimación del neolib