Por un mundo sin hambre
Hoy el hambre crónica acosa a más de 840 millones de personas en el
planeta, les roba salud y nubla su inteligencia, destruye vidas
inocentes, especialmente a los niños. El hambre es una lacra
intolerable que impide el desarrollo social y económico de los
pueblos. El hambre es una manifestación concreta de las desigualdades
de poder, persistentes y generalizadas, que existen en el mundo,
declaró el año 2002 el Director General de la FAO.
El análisis de las tendencias más recientes hace que las perspectivas
sean sombrías. De 1995 al 2001 el número de personas subnutridas en
el mundo aumentó en 18 millones. Peor aún, en los últimos cuatro años
sobre los que se dispone de datos, el número de personas crónicamente
hambrientas ha aumentado a una tasa de casi 5 millones anuales. El
hambre está creciendo en el conjunto de los países en desarrollo y
también en las bolsas de pobreza de los países desarrollados.
El pasado 24 de noviembre el Consejo de la FAO ha aprobado las
Directrices voluntarias en apoyo a los esfuerzos de los Estados
Miembros encaminados a alcanzar la realización progresiva del derecho
a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria
nacional.
Esas Directrices se fundamentan en diversos instrumentos
internacionales reiteradamente reivindicados por los movimientos
sociales en todas sus plataformas, a saber: el Art. 25 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos; los artículos 2 y 11 del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y
los artículos 55 y 56 de la Carta de las Naciones Unidas.
Las Directrices de la FAO recomiendan a los Estados poner en práctica
políticas económicas, agrícolas, pesqueras, forestales, de uso de la
tierra y, si es necesario, de reforma agraria, que permitan a los
agricultores, pescadores, silvicultores y otros productores de
alimentos, en particular a las mujeres, obtener un rendimiento justo
de su trabajo, capital y gestión, estimulando la conservación y la
ordenación sostenible de los recursos naturales, incluso en las zonas
marginales.
Estas Directrices, cortas por su voluntariedad y tardías por la
gravedad de los problemas planteados, vienen a señalar que muchos
Gobiernos e importantes instituciones multilaterales no han facilitado
el acceso de los pobres a la tierra y han perjudicado con sus
políticas a las pequeñas explotaciones familiares, que han visto como
los precios percibidos por los productos agrícolas disminuían y los
costos de producción aumentaban. En el mundo de hoy muchas tierras
siguen improductivas y otras han tenido que ser abandonadas o
malvendidas por los agricultores al no poder hacer frente a las
obligaciones que habían contraído. La producción y distribución de
alimentos se ha concentrado en manos de grandes corporaciones que
presionan, a través de instrumentos multilaterales, para obtener la
propiedad de los recursos productivos de las naciones con las
consecuencias que todos observamos.
El hambre se debe, en la mayor parte de los casos, a que las personas
o grupos sumidos en la pobreza no tienen acceso a los medios de
producción, o bien el acceso que tienen es insuficiente para cubrir
sus necesidades nutricionales mínimas. Puesto que más del 75% del
total de las personas que sufren hambre vive en zonas rurales, el
acceso a la tierra y al agua como medios de producción más importantes
en dichas zonas es una condición indispensable para combatir esas
lacras.
Las cifras de población rural en el mundo el año 2002 eran:
Población Rural (miles)
Año 2002
Asia
2.321.220
África
513.770
Europa
191.436
América Latina y Caribe
127.259
América Norte Desarrollada
71.500
Oceanía
8.370
TOTAL MUNDIAL
3.233.555
Fuente: FAOSTAT
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Población Rural (miles)
Año 2002
Países Desarrollados
351,716
Países en Desarrollo
2,881,849
Fuente: FAOSTAT
Observando esas cifras y considerando que los casos mas graves de
pobreza y hambre corresponden a campesinos sin tierra o bien a
campesinos que cultivan parcelas cuya calidad y tamaño impide el
mantenimiento de una familia, podemos dibujar una parte sustancial del
mapa mundial de la exclusión.
Todos los países del mundo tienen derecho a definir sus políticas
sobre el acceso a la tierra y a los recursos naturales. Esas políticas
son una condición necesaria para el ejercicio de la soberanía
alimentaria. Y para ello se necesita un proceso de Reforma Agraria
adaptado a las condiciones de cada país y región. Esta Reforma debe
facilitar a los campesinos y a los agricultores indígenas -con iguales
oportunidades para las mujeres- un acceso equitativo a los recursos
productivos (principalmente tierra, agua, semillas, bosques y pesca),
así como a medios de producción tales como la financiación y la
capacitación.
Pero, dolorosamente, las cosas van en sentido contrario. Para el
economista Plinio Sampaio que nos acompaña hoy aquí, el giro
neoliberal de los años 80 y 90 restó prioridad a la reforma agraria.
Además, insiste Sampaio, las políticas neoliberales han provocado una
gran concentración del ingreso y esto alcanzó también a la renta …. de
la tierra. Obviamente poblaciones que ya se encontraban pauperizadas,
han sido golpeadas más fuertemente que los otros sectores de la
población. El gran aumento de la presión migratoria de los campesinos
hacia las ciudades y de las poblaciones de los países pobres del
hemisferio sur hacia los países ricos del hemisferio norte se debe, en
gran medida, a la pauperización provocada por ese tipo de
modernización.
Podríamos concluir que la liberalización mundial del sector agrícola
impulsado por la globalización neoliberal vuelve imposibles la reforma
agraria y la soberanía alimentaria.
El debate de las políticas sobre la tierra en el siglo XXI abarca
otros elementos además de la distribución de la tierra. No son
únicamente los campesinos sin tierra los que tienen interés en el
establecimiento de mecanismos más equitativos de acceso a los recursos
productivos. También interesa a la agricultura campesina y a los
jóvenes del sur y del norte, a los sectores sociales urbanos, a los
consumidores, a los parados, a las comunidades costeras de pescadores
y a los empresarios. Todos ellos ven amenazada su supervivencia o su
crecimiento por la situación de millones de campesinos y pequeños
productores de alimentos empobrecidos, condenados a la extrema pobreza
y empujados a la emigración masiva. A todos estos sectores sociales
afecta la destrucción de los ecosistemas, la ruptura de equilibrios
ecológicos a nivel del planeta, y los conflictos de nuevo tipo
generados por las formas de acceso a la tierra y de gestión del
territorio.
La tierra se ve cada vez más como un espacio complejo, multifuncional.
Tiene una dimensión ambiental, con recursos naturales, reservas de
biodiversidad e impacto sobre el clima. Las interacciones entre el
campo y la ciudad toman nuevas formas y la opinión de la población
urbana sobre la gestión del espacio y la manera de producir alimentos
sanos no puede obviarse. Todo ello obliga a actualizar las políticas
de Reforma Agraria.
¡Reforma agraria ya!
Hoy, en el contexto de la globalización neoliberal, los grandes
desafíos del planeta exigen nuevas políticas de acceso y gestión de la
tierra y los recursos naturales. Urge retomar la reflexión y la acción
sobre las Reformas Agrarias, en la búsqueda de nuevas modalidades que
permitan reducir las desigualdades y garantizar el derecho a la
tierra, que junto al derecho a la alimentación, son derechos
fundamentales de toda la humanidad.
Para esa reflexión colectiva, para la puesta en común de las
experiencias, para intercambiar ideas y conocimientos, se convocó el
Foro Mundial sobre la Reforma Agraria. El Comité Internacional
Promotor ha orientado un proceso que se inició en el Foro Social
Mundial de Porto Alegre en enero de 2003 y del que han participado con
su aporte teórico y práctico centenares de organizaciones sociales,
entidades académicas e instituciones de todo el mundo. Desde aquí
nacerán, sin duda, propuestas para un futuro más justo y mejor.
Hemos venido desde todos los rincones del planeta. Desde África, desde
América, desde Asia, desde Europa, desde Oceanía. Somos diversos e
iguales. Y estamos emplazados a levantar la voz en defensa de la
humanidad.
Bienvenidos al Foro Mundial sobre la Reforma Agraria.
Bienvenidos a Valencia.
* Intervención en la inauguración del FMRA, Valencia 5 de diciembre de
2004. Vicent Garcés, Ingeniero Agrónomo, Profesor de la Universidad
Politécnica de Valencia, coordinador del Comité Internacional Promotor
del FMRA.