Mujeres negras: por un nuevo liderazgo

2000-09-04 00:00:00

La situación actual en América Latina y el Caribe está marcada por un
proceso de globalización e internacionalización de las economías, y
por una reducción de los Estados, y por lo tanto, de los servicios que
brindan. Por otra parte, también se evidencia un proceso de
descentralización y desconcentración en la toma de decisiones, con
movimientos sociales más fuertes, accediendo a diferentes espacios, al
igual que una creciente participación de las mujeres en todos los
niveles y un reconocimiento de la diversidad étnica y cultural de la
región.

Pese a ello, se mantiene un sistema económico excluyente de las
mayorías, con una pobreza estructural con connotaciones étnicas y de
género; una democracia incipiente en la mayoría de los países, que es
necesario consolidar, y una reducción de los recursos necesarios para
garantizar una vida digna a la gente latinoamericana.

Al final del siglo y del milenio, existe consenso internacional en
impulsar modelos e desarrollo no depredadores del ambiente y no
explotadores de las personas, sin embargo, las fuerzas del mercado y
las grandes empresas transnacionales son las que imponen las
condiciones políticas, económicas y ambientales en los países, que
cada vez desdibujan más sus fronteras para convertirse en la aldea
global.

La tecnología, la información y la comunicación que se han
desarrollado de manera acelerada, generando y facilitando el
conocimiento, se convierten en instrumentos cruciales para el
desarrollo de los países y de las comunidades.

Los retos de los movimientos sociales, en este nuevo contexto, son
desafiantes, y exigen una alta dosis de creatividad, compromiso,
capacidad de organización y propuesta, incluso para la generación de
ideologías y de nuevos paradigmas. Pero los movimientos, a lo
interno, requieren revitalizarse y renovarse, para garantizar una
democracia interna y nuevas formas de interrelación entre sus
integrantes.

Construir un nuevo liderazgo en los movimientos y sectores que han
sido tradicionalmente excluidos, se convierte en un imperativo de las
nuevas sociedades. Un liderazgo compartido, que tenga acceso y
capacidad de utilización de las nuevas tecnologías de comunicación e
información, que asuma desde adentro y en sus propuestas, la
diversidad de sus integrantes, que tenga capacidad de generar alianzas
políticas con otros movimientos y que promueva interna y externamente
la democracia interna.

El nuevo liderazgo implica un proceso colectivo, con claros mecanismos
de rendición de cuentas y capacidad de renovación y cambio, y que se
nutra de la experiencia acumulada y de la energía renovada.

El liderazgo a construir, desde la Red de Mujeres Afro-Caribeñas y
Afro-Latinoamericanas, debe apegarse a las necesidades de las mujeres,
mantener, en lo político e ideológico lo étnico-racial, el enfoque de
género y una perspectiva socio-económica, que permita a las mujeres y
comunidades negras tener acceso a una vida con calidad.

Es un reto, en este nuevo contexto, avanzar en propuestas autónomas
que nos permitan a nosotras mismas identificar el perfil del tipo de
liderazgo que necesitamos.

* Publicado en el Boletín Cimarronas No. 3, abril de 1998