Mujeres por una nueva Economía

2003-02-12 00:00:00

Una premisa comunmente aceptada es que las medidas de política económica
tienen siempre beneficiarios y afectados. Con frecuencia estos no son
apreciables a simple vista y en un mismo momento, o se perciben sólo como
segmentos del mercado, rubros de actividad, instituciones o variables
macroeconómicas. No ha ocurrido así en esta intensa coyuntura, cuando los
hechos han transparentado intereses y agentes económicos claramente
personificados, situando en un lado a contados individuos y en el otro a
una gran colectividad que, en un país heterogéneo como el nuestro,
comprende desde los que podríamos llamar perjudicados circunstanciales
hasta los perjudicados estructurales, entre quienes históricamente y con
características específicas se han situado las mujeres.

En términos generales hace economía quien produce bienes y servicios,
quien los intercambia o los consume. No siempre en estos actos media el
dinero, aunque vivamos un período en que la monetización se ha extendido
a niveles insospechados. Esto es particularmente cierto en el caso de las
mujeres, para quienes trabajar sin retribución o con una paga disminuida
ha sido la injusta norma. Ellas tienen a su cargo la producción gratuita
de bienes y servicios en el espacio doméstico, que en una estimación
conservadora supone un total de seis mil millones de horas de trabajo
anuales, con un valor equivalente al 28% del PIB. Así también, el primer
grupo ocupacional de las mujeres en el espacio laboral se concentra en la
categoría denominada "trabajador familiar sin remuneración", que
representa 29% de la PEA femenina, y en las restantes categorías que sí
perciben ingresos persisten brechas desfavorables en un promedio del 30%
en relación con los ingresos de los varones, aún en los escalones
laborales más altos.

Esto configura una situación de acentuada desventaja y vulnerabilidad
económica. Por eso puede decirse que, con las infaltables excepciones,
los depósitos hechos por las mujeres en la banca son el fruto de
redoblados esfuerzos, de ahí que resulten también las más afectadas entre
la gran masa de perjudicados por las medidas aplicadas a este sector,
incluyendo el reciente descongelamiento de depósitos bancarios, pues en
rigor no pude decirse que haya beneficiarios o solidaridad en esa
devolución cruelmente reducida y diferida de recursos; los beneficiarios
aprovecharon ya de antemano y continuarán haciéndolo, aunque en tiempos y
espacios distintos.

La realidad económica de las mujeres no solo está marcada por esta
diferente intensidad de los efectos de las medidas, sino de modo más
amplio por una dinámica que encadena el funcionamiento macroeconómico a
un orden doméstico que les exige trabajar gratis y resposabilizarse de la
sobrevivencia familiar, y que las ha proyectado sistemáticamente como
entes no-económicos, o como agentes económicas de segunda clase. Hablamos
de injusticias estructurales que el mercado no corrige sino que con
frecuencia acentúa. Por esto también el mayor debilitamiento del Estado
que supone la dolarización perjudica más a las mujeres, que requieren de
mecanismos públicos de control y redistribución para contrarrestar las
tendencias señaladas.

Para tratar a profundidad estos temas, proyectarlos hacia un debate más
amplio y delinear alternativas, se ha conformado el Colectivo Mujeres por
una Nueva Economía, que surge en el país articulado a la Red
Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía. El grupo trata de
potenciar experiencias anteriores, que han desembocado en logros como los
enunciados constitucionales sobre trabajo y acceso a recursos económicos
de las mujeres. Pretende conocer mejor las múltiples experiencias e
iniciativas desarrolladas por las mujeres para generar ingresos y
recursos, en las cuales no sólo hay una respuesta a la crisis sino
también gérmenes de nuevos funcionamientos económicos. Busca confluir con
todas y todos quienes, en el actual escenario de globalización, ven como
tarea cada vez más urgente construir una nueva economía, sobre bases
justas y solidarias. Aspira a compartir sus planteamientos desde este
espacio, siempre abierto a nuestros puntos de vista, y ojalá desde muchos
otros.

* Magdalena León T., Colectivo Mujeres por una Nueva Economía