Mujeres por una nueva economía (Ecuador)

2003-02-14 00:00:00

Una premisa comunmente aceptada es que las medidas de política económica tienen siempre beneficiarios y afectados. Con frecuencia estos no son apreciables a simple vista y en un mismo momento, o se perciben sólo como segmentos del mercado, rubros de actividad, instituciones o variables macroeconómicas. No ha ocurrido así en esta intensa coyuntura, cuando los hechos han transparentado intereses y agentes económicos claramente personificados, situando en un lado a contados individuos y en el otro a una gran colectividad que, en un país heterogéneo como el nuestro, comprende desde los que podríamos llamar perjudicados circunstanciales hasta los perjudicados estructurales, entre quienes históricamente y con características específicas se han situado las mujeres.

En términos generales hace economía quien produce bienes y servicios, quien los intercambia o los consume. No siempre en estos actos media el dinero, aunque vivamos un período en que la monetización se ha extendido a niveles insospechados. Esto es particularmente cierto en el caso de las mujeres, para quienes trabajar sin retribución o con una paga disminuida ha sido la injusta norma. Ellas tienen a su cargo la producción gratuita de bienes y servicios en el espacio doméstico, que en una estimación conservadora supone un total de seis mil millones de horas de trabajo anuales, con un valor equivalente al 28% del PIB. Así también, el primer grupo ocupacional de las mujeres en el espacio laboral se concentra en la categoría denominada "trabajador familiar sin remuneración", que representa 29% de la PEA femenina, y en las restantes categorías que sí perciben ingresos persisten brechas desfavorables en un promedio del 30% en relación con los ingresos de los varones, aún en los escalones laborales más altos.

Esto configura una situación de acentuada desventaja y vulnerabilidad económica. Por eso puede decirse que, con las infaltables excepciones, los depósitos hechos por las mujeres en la banca son el fruto de redoblados esfuerzos, de ahí que resulten también las más afectadas entre la gran masa de perjudicados por las medidas aplicadas a este sector, incluyendo el reciente descongelamiento de depósitos bancarios, pues en rigor no pude decirse que haya beneficiarios o solidaridad en esa devolución cruelmente reducida y diferida de recursos; los beneficiarios aprovecharon ya de antemano y continuarán haciéndolo, aunque en tiempos y espacios distintos.

La realidad económica de las mujeres no solo está marcada por esta diferente intensidad de los efectos de las medidas, sino de modo más amplio por una dinámica que encadena el funcionamiento macroeconómico a un orden doméstico que les exige trabajar gratis y resposabilizarse de la sobrevivencia familiar, y que las ha proyectado sistemáticamente como entes no-económicos, o como agentes económicas de segunda clase. Hablamos de injusticias estructurales que el mercado no corrige sino que con frecuencia acentúa. Por esto también el mayor debilitamiento del Estado que supone la dolarización perjudica más a las mujeres, que requieren de mecanismos públicos de control y redistribución para contrarrestar las tendencias señaladas.

Para tratar a profundidad estos temas, proyectarlos hacia un debate más amplio y delinear alternativas, se ha conformado el Colectivo Mujeres por una Nueva Economía, que surge en el país articulado a la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía. El grupo trata de potenciar experiencias anteriores, que han desembocado en logros como los enunciados constitucionales sobre trabajo y acceso a recursos económicos de las mujeres. Pretende conocer mejor las múltiples experiencias e iniciativas desarrolladas por las mujeres para generar ingresos y recursos, en las cuales no sólo hay una respuesta a la crisis sino también gérmenes de nuevos funcionamientos económicos. Busca confluir con todas y todos quienes, en el actual escenario de globalización, ven como tarea cada vez más urgente construir una nueva economía, sobre bases justas y solidarias. Aspira a compartir sus planteamientos desde este espacio, siempre abierto a nuestros puntos de vista, y ojalá desde muchos otros.

* Magdalena León T., Colectivo Mujeres por una Nueva Economía