Declaración de la Central de Trabajadores de Cuba

Cuba: Una Revolución sólo es verdadera si sabe defenderse

2003-04-22 00:00:00

La Revolución Cubana ha sido objeto por más de 40 años de
toda clase de agresiones por parte de la mayor potencia
militar, política y económica de la historia: los Estados
Unidos de América.

Desde el mismo triunfo de la Revolución, los sucesivos
gobiernos norteamericanos han lanzado contra nuestro país
invasiones militares, guerra biológica y bacteriológica,
ataques terroristas, planes de atentado contra los
principales dirigentes del país, creación de bandas y
grupos contrarrevolucionarios en Cuba y en el exterior,
miles de horas de trasmisiones de radio y televisión para
promover acciones desestabilizadoras, y el más prolongado y
genocida bloqueo económico que haya conocido la historia.
Todo, con el propósito manifiesto de destruir la Revolución
e implantar de nuevo el capitalismo en nuestro país.

El pueblo cubano, principal exponente de la Revolución
Cubana, ha tenido que pagar el precio de la pérdida de
miles de vidas de sus hijos por defender su derecho a
construir, como incluso lo establecen todas las
convenciones internacionales, el sistema económico,
político y social que queremos darnos los cubanos.

Sólo la unidad inquebrantable de la inmensa mayoría de los
cubanos, de los trabajadores y campesinos, de los
estudiantes, de los intelectuales y artistas, de las
mujeres y hombres de nuestro pueblo en torno a la dirección
histórica de la Revolución, ha hecho posible la defensa del
socialismo, de nuestra independencia y nuestra soberanía.

Con la desaparición de la URSS y del socialismo europeo,
cuando en Occidente celebraban la caída del Muro de Berlín
y el fin de la Guerra Fría, pocos advirtieron el enorme
peligro que significaba el advenimiento de un mundo
unipolar bajo los designios de Estados Unidos.

Los acontecimientos de los últimos años han servido para
demostrar, con creces, que el Imperio ha consolidado su
enorme poder y que pretende que el mundo se rija bajo las
reglas impuestas por Washington.

El dominio absoluto sobre todas las instituciones
financieras internacionales y la aceleración de la
implantación despiadada de la globalización neoliberal, el
desconocimiento y consecuente destrucción del sistema de
Naciones Unidas, el respaldo criminal a Israel para su
política de aniquilación del pueblo palestino y las guerras
genocidas contra Yugoslavia, apoyada, incluso, por algunos
importantes sindicatos europeos, contra Afganistán luego y
ahora contra Irak, ponen al desnudo la verdadera naturaleza
del Imperio y de quienes, sumisos y obedientes, han
acompañado al amo en sus fechorías por el mundo.

En estas circunstancias, cuando se ha instalado en la Casa
Blanca un grupo de halcones dispuesto a llevar hasta sus
últimas consecuencias su propósito de someter al mundo a
sus pies, la Revolución Cubana no tiene otro camino que
defenderse.

El pueblo cubano no puede olvidar que el actual presidente
de los Estados Unidos, George W. Bush, ocupa la Casa Blanca
gracias al colosal fraude orquestado en la Florida, en
contubernio con la Mafia cubano-americana allí radicada, y
que a ella debe el sr. Bush grandes favores que ha de pagar
por el actual y su pretendido próximo mandato.

Los trágicos y dolorosos sucesos del 11 de septiembre, que
costaron la vida de miles de personas inocentes, han
servido sin embargo para, en nombre de la lucha contra el
terrorismo, someter a otros pueblos y aplicar nuevas y
sofisticadas políticas macartistas contra el propio pueblo
norteamericano.

Los últimos años, los cubanos hemos visto cómo se han
incrementado los planes para desestabilizar la Revolución:
recrudecimiento del bloqueo genocida, la mayor violación
colectiva de los derechos humanos de todo un pueblo; el
mantenimiento de la criminal Ley de Ajuste Cubano con el
fin de promover la emigración ilegal hacia Estados Unidos y
estimular el robo por la fuerza de barcos y aviones, con lo
cual ponen en riesgo la vida de cientos de personas,
incluyendo mujeres y niños. Los ejecutores de estos actos
terroristas, una vez que arriban a territorio
norteamericano son recibidos como héroes y allí se les
brinda total impunidad; el apoyo descarado a los actos
terroristas que desde Miami se organizan contra Cuba; el
juicio amañado y las duras condenas contra cinco jóvenes
cubanos sometidos a crueles y brutales castigos; la
creación, financiamiento y apoyo logístico de supuestas
organizaciones políticas, sindicales y de derechos humanos
en nuestro país, que sólo existen en la imaginación
enfermiza de los que, sometidos al Imperio, quieren ver
aparecer en Cuba, con los fantasmas de la
contrarrevolución.

Los hechos recientes son el resultado de una intensa y
agresiva campaña del gobierno de Estados Unidos encaminada
a minar el apoyo de nuestro pueblo a la Revolución y
preparar las condiciones para actos de mayor envergadura.
Sólo así puede explicarse la frenética actividad
conspirativa del jefe de la Oficina de Intereses de Estados
Unidos en La Habana y la enorme irresponsabilidad con que
la actual administración norteamericana promueve y estimula
la violación de los acuerdos migratorios suscritos entre
ambos países.

Los que han seguido de cerca la historia de la Revolución,
saben que este es el único país de nuestro hemisferio
donde, a lo largo de más de cuatro décadas, no ha habido un
solo torturado, desaparecido, o asesinado.

La Revolución Cubana se ha visto obligada ahora a adoptar
duras medidas que no deseaba, pero no ha quedado otro
camino que hacer valer las leyes que garanticen nuestra
propia independencia y soberanía y la seguridad de nuestro
pueblo.

En cualquier país del mundo los que sirven a una potencia
extranjera, en contra de los intereses de su propio país,
son considerados traidores, y si ese servicio se presta en
condiciones de un país permanentemente amenazado y
agredido, aumenta la gravedad de sus actos.

Los trabajadores cubanos, que hemos consagrado nuestras
vidas a la defensa de la Revolución, por encarnar nuestros
más caros sueños de libertad y justicia social, sabemos que
lo que está en juego es nuestra propia existencia como
nación verdaderamente libre e independiente y que, quienes
conspiran con el gobierno que ha dedicado todo su poderío
para destruir la Revolución, no pueden ser tratados sino
como vulgares mercenarios pagados por el Imperio.

La gran campaña que los medios de difusión, en su inmensa
mayoría al servicio de los poderosos, han desatado en torno
a estos hechos demuestra la insana intención de condenar y
desacreditar a nuestro país. Como quedó demostrado en los
procesos judiciales llevados a cabo, todos los acusados
tuvieron defensores y todos los defensores tuvieron
oportunidad de contactar a sus defendidos con las garantías
procesales indispensables. Se actuó, en todos los casos, de
acuerdo con las leyes que rigen en nuestro país, leyes muy
parecidas o iguales a las que existen en muchos países del
mundo. No ha sido castigado nadie por el derecho de
disentir, sino por el deleznable delito de traicionar a su
propio pueblo.

Es absolutamente falso, y detestablemente mal intencionado,
como las fechas de las detenciones demuestra, el argumento
de que Cuba actuó contra estos sujetos luego de iniciada la
criminal guerra contra Irak para evitar la publicidad y la
condena internacional. Los que así lo afirman no conocen
que nuestro país asume, como ha asumido siempre, la total
responsabilidad de sus actos y que cuando se actúa sobre la
base de principios sólo hay que responder ante ellos. No
deben olvidar que estos hechos ocurrieron mientras la Unión
Europea analiza la entrada de Cuba al Acuerdo de Cotonou y
mientras Estados Unidos montaba su tradicional farsa
anticubana en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra,
que sólo sirve a sus intereses de perpetuar el criminal
bloqueo contra Cuba. Los que nos conocen bien saben que
Cuba no ha actuado nunca por oportunismo político.

Es falso también que entre los sancionados haya dirigentes
sindicales. Los más de medio millón de dirigentes
sindicales cubanos, que en representación de tres millones
y medio de trabajadores afiliados, actuamos permanentemente
en defensa de sus derechos, estamos hoy, más que nunca en
el bando de los que -como decía nuestro José Martí- "aman y
fundan", frente a aquellos que "odian y destruyen". Los
trabajadores del mundo conocen, aunque se le pueda olvidar
a algunos dirigentes, que los sindicatos sólo tienen razón
de ser en los centros de trabajo, elegidos por los
trabajadores y con el apoyo de estos y no los que pretenden
fundar sindicatos en tertulias nocturnales al amparo de
poderosos amos y unos cuantos acólitos siempre dispuestos a
demostrar su "generosidad".

De igual manera, los que en cualquier país del mundo luchan
honestamente contra el terrorismo, debieran saber que no
existe terrorismo bueno y terrorismo malo. Toda
manifestación de terrorismo es incompatible con los valores
éticos del ser humano. Son tan responsables de terrorismo
los que demolieron con su acción las torres gemelas de
Nueva York, como los que actúan desde Miami para hacer
estallar aviones cubanos en pleno vuelo, como ocurrió con
una aeronave cubana con 76 pasajeros a bordo, sobre las
aguas de Barbados. Son igualmente terroristas quienes
organizan y ponen bombas en los hoteles, restaurantes y
monumentos en Cuba, o los que, alentados por las cómplices
políticas de Estados Unidos, secuestran aviones y barcos
dispuestos, de hecho, a hacerlos estallar, poniendo en
peligro inminente la vida de cientos de personas inocentes.

Por luchar contra el terrorismo se encuentran hoy en
prisiones de Estados Unidos, cumpliendo largas condenas,
incluso de cadena perpetua, y largos períodos de
aislamiento, sin asistencia legal, cinco valerosos jóvenes
cubanos por el sólo hecho de infiltrarse en los grupos
terroristas que actúan en aquel país y alertar sobre sus
acciones a los gobiernos de ambos países. Ellos no pusieron
en peligro la vida de ningún ser humano, no utilizaron la
fuerza en su heroica labor al servicio de su pueblo. Son
sencillamente inocentes de todos los cargos que se le
imputan, pero contra ellos ha caído todo el peso del odio
visceral de los enemigos de la Revolución.

Muchas organizaciones y personas de todo el mundo han
levantado su voz en solidaridad con nuestros cinco
compatriotas. Otras organizaciones y personas, sin embargo,
han preferido callar semejante crimen. Algunos pudieran
argumentar falta de información, y están en lo cierto. No
les interesa a los grandes medios de comunicación sacar a
la luz tal página de flagrante violación de los más
elementales derechos humanos. Se ponen todos, sin embargo,
al servicio de los peores intereses para engañar,
tergiversar la verdad, difamar y mancillar la obra humana
de este pequeño país que, pese a la criminal guerra que
dura ya más de cuarenta años, está de pie y luchando, no
sólo por su derecho a construir su propio futuro, sino
también, por el derecho de todos los pueblos del mundo al
pleno disfrute de todos los derechos humanos, los civiles y
políticos, pero también el derecho al trabajo, a la
alimentación, a la salud y la educación para todos, en fin
el derecho a una vida decorosa y digna para los millones de
seres humanos que, excluidos de todo derecho, viven hoy en
condiciones infrahumanas en muchas partes del mundo.

Abril 18 de 2003

Comité Nacional
Central de Trabajadores de Cuba