Segunda Asamblea de los Pueblos del Caribe

Soberanía y Autodeterminación

2002-01-10 00:00:00

Ponencia presentada por Martinica

El derecho a la autodeterminación apareció como principio de las
relaciones internacionales a mediados del siglo XIX en Europa,
elaborándose más particularmente a raíz de las luchas de liberación en
Italia y en Hungría contra el imperio austríaco.

Ya las Américas tenían varias décadas aplicando este principio con la
lucha de los insurgentes en las colonias inglesas de América del Norte, el
combate de los Negros, particularmente en Haití y las revoluciones
liberadoras de Sudamérica. La Revolución francesa también había promovido
en cierta medida esta idea de derecho de los pueblos a disponer de ellos
mismos, aunque fue más bien utilizada para justificar una política de
conquistas territoriales.

Después de la Primera Guerra Mundial, con el Tratado de Versalles y la
creación de la Sociedad de Naciones, se dio un progreso del principio del
derecho de los pueblos a disponer de sí mismos.
En la práctica sin embargo, la comunidad internacional tendrá dificultades
para hacer respetar este principio frente a la progresión del fascismo y
del nazismo (como lo demuestra entre otras la ocupación de Etiopía por
Italia). Además, durante este período, las potencias europeas,
particularmente Francia y el Reino Unido no estaban dispuestas a aplicar
este principios a sus colonias en todo el planeta.

De hecho fueron la creación de la Organización de las Naciones Unidas
después de la Segunda Guerra Mundial y la ola de las descolonizaciones las
que "sacralizaron" el principio del derecho de los pueblos a disponer de
ellos mismos.

En el ámbito internacional, el texto fundamental es la Resolución 1514 de
la Asamblea General de la ONU del 14 de diciembre de 1960, la que proclama
en particular:

"La necesidad de poner fin rápido e incondicionalmente al colonialismo
bajo todas sus formas y en todas sus manifestaciones; y para, estos fines,
declara lo siguiente:

1. La sujeción de los pueblos a una subyugación, de nación y explotación
extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos
fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete
la causa de la paz y de la cooperación mundiales.
2. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud
de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen
libremente su desarrollo económico social y cultural.
3. La falta de preparación en el orden político, económico, social y
educativo no deberá servir de pretexto para retrasar la independencia.

Este principio escrito en el papel, defendido a través de la creación del
Comité de Descolonización de la ONU, verá sin embargo su puesta en
práctica obstaculizada por numerosas resistencias.

Por ejemplo, Francia tuvo que sufrir una derrota militar en Dien Bien Phu
antes de reconocer la independencia del pueblo de Vietnam. Lo mismo pasó
en el Norte de África para Túnez, Marruecos y, sobre todo, Argelia, donde
la guerra de liberación duró ocho años. Las independencias en el resto del
África en los años sesenta fueron efectivas desde un punto de vista formal
a través de la instauración de regímenes neocoloniales. Desde este
enfoque, Francia adoptó la fórmula de Gran Bretaña quien, después de su
fracaso en la India, estableció la Mancomunidad (Commonwealth).

Este rápido historial demuestra dos realidades.

Por una parte, el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, aunque
se proclame en las relaciones internacionales (entre otros a través de las
deliberaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la adopción
de Pactos Internacionales, las declaraciones de los organismos
internacionales regionales y continentales, los encuentros internacionales
de fuerzas progresistas y democráticas, los pueblos movilizados en
acciones de solidaridad, los encuentros de denunciación de acciones
perpetradas por las grandes potencias para imponer su voluntad a otros
pueblos, como la Declaración de la Habana), sólo fue respetado cuando los
pueblos colonizados pudieron imponérselo a su metrópolis.

Sin embargo, en los últimos cincuentas años, la aplicación del principio
del derecho a la autodeterminación ha contribuido a la constitución de
Estados independientes, convirtiendo a un centenar de pueblos en sujetos
mayores de edad.

El 22 de noviembre de 1988, a raíz de la conferencia de Ministros de
Relaciones Exteriores de los Países No Alineados de septiembre de 1988, la
resolución 43/47 de la ONU proclamó el período 1990-2000 "Década
internacional de la eliminación del colonialismo".

En diciembre 1991, la Asamblea General de la ONU reafirmó en su resolución
46-181 el derecho inalienable de los pueblos de los territorios todavía no
autónomos a la autodeterminación y a la independencia. Para la región del
Caribe sin embargo, esta década no significó el final de la realidad
colonial.

Hoy en día las grandes potencias, mayoritarias en el Consejo de Seguridad,
consideran que el Comité de Descolonización ya no tiene razón de ser. Se
trata sencillamente de un intento para convencer que el principio del
derecho a la autodeterminación sería un principio anticuado. Mientras
tanto siguen existiendo en el mundo, además de nuestra región, situaciones
coloniales en África, Medio Oriente, Asia, Oceanía y el Pacífico.

Resulta evidente que los demócratas, los progresistas del planeta debemos
combatir la relegación del derecho de los pueblos a disponer de sí
mismo.

Por otra parte, más allá de la clásica colonización, han aparecido a lo
largo del siglo métodos de dominio o de control entre Estados quienes
equivalen a cuestionar el principio del derecho a la autodeterminación,
del derecho a la soberanía.

Las políticas de sanciones internacionales o unilaterales contra Estados
independientes, por ejemplo, equivalen a cuestionar el derecho de los
pueblos a disponer a sí mismo, el derecho a la independencia.

Los ejemplos se han multiplicado en los últimos años. Primero, el bloqueo
de los EE.UU. contra Cuba que acarreó para el primer territorio libre de
América la pérdida de miles de millones de dólares y retrasó el desarrollo
del país. Pero el pueblo cubano, por su resistencia ejemplar, ha defendido
y sigue defendiendo con dignidad el derecho a la autodeterminación y a la
soberanía de todos los pueblos.

Los Caribeños debemos condenar firmemente la práctica de los EE.UU., su
bloqueo, las leyes Helms Burton y Toricelli, como negación del derecho
inalienable de los pueblos a disponer de sí mismo, como negación de los
derechos humanos.

También se pueden evocar las sanciones internacionales en contra de Lidia,
la cual fue obligada a extraditar a dos de sus nacionales en contradicción
con las reglas nacionales e internacionales. La agresión de las grandes
potencias capitalistas en 1990 contra Irak -aún si consta que este país
también había violado el principio del derecho de los pueblos a disponer
de sí mismo al invadir a Kuwait-, 10 años de sanciones económicas, la
ocupación de parte del territorio, los bomberos, también constituyen un
cuestionamiento de los principios de autodeterminación y soberanía.

De forma que sale a relucir de maneras innegable que el derecho de los
pueblos a disponer de sí mismo queda muy candente en la actualidad y
requiere una vigilancia y movilización de los demócratas, progresistas y
revolucionarios del mundo.

Por lo tanto es importante volver a la esencia misma del principio del
derecho de los pueblos a disponer de sí mismo, tomando en consideración
todas sus consecuencias. Éstas habían sido expresadas muy claramente en
los Pactos adoptados por la Organización de las Naciones Unidas. Disponían
entre otras cosas que el principio de la autodeterminación no puede ser
concebido si el pueblo del que se trata no ve su inteligencia territorial,
su acceso a los recursos naturales, su derecho a explotarlos plenamente
completamente respetados.

En lo que al Caribe en particular se refiere, cabe volver al pasado y
sacar un balance de la situación actual. Al completar la historia de
nuestra región, sale a relucir que el proceso de descolonización en el
Caribe no es linear en absoluto. Tomando como punto de partida la primera
fecha de una independencia en la región, la de Haití en 1804, aparece que
a los dos siglos de este acontecimiento, muchos países de la región siguen
dependiendo de potencias europeas o de los EE.UU.; esta descolonización
incompleta sigue un fenómeno político por conquistar.

A continuación enumeramos las fechas de accesión a la independencia de los
países del Caribe, añadiéndoles las del continente sudamericano para que
se aprecie la diferencia:

1 enero 1804 Haití
5 julio 1811 Venezuela
diciembre 1821 Haití Español ( independencia efímera de Santo Domingo)
20 julio 1819 Colombia
15 septiembre 1821 Nicaragua, Costa Rica, Guatemala
16 septiembre 1821 México
1823 Honduras
1841 El Salvador
27 febrero 1844 República Dominicana
10 diciembre 1898 Cuba
3 noviembre 1903 Panamá
1962 Jamaica, Trinidad y Tobago
1966 Barbados, Guyana
1973 Las Bahamas
1974 Granada
1975 Surinam
1978 Dominica
1979 Santa Lucía, San Vicente
1981 Antigua y Barbuda, Belice
1983 San Cristóbal y Neves
1996 Aruba

¿Cómo explicar esta diferencia?

Cuando los europeos, los españoles en el siglo XV, luego los ingleses,
franceses y holandeses en el XVI llegaron a lo que creían eran Las Indias,
encontraron los pueblos Tainos en el norte y los Caribes en el sur, a
quienes se apresuraron con más o menos rapidez a exterminar.

Aunque durante varias décadas, hasta el final del siglo XVIII, los colonos
europeos admitieron o toleraron la existencia de reservas "caribes" en
algunas islas, como Dominica (donde queda una reserva instituida en el
1902) y San Vicente, es preciso tener presente que la colonización europea
en la región se llevó a cabo en territorios exentos de toda presencia
precolonial. De tal modo que las sociedades actuales de nuestra región son
el producto de la colonización; las colonizaciones no fueron idénticas,
por lo que eso provocó diferencias durables entre estas sociedades,
diferenciándolas de las situaciones africanas o asiáticas y de ciertas
sociedades centroamericanas, donde permaneció una población precolonial.

Esto conllevará directamente el hecho de que las colonias evolucionen
tomando mas en consideración a su metrópolis respectiva que su entorno
geográfico, lo cual seguirá así hasta la aparición de estados
independientes. Por esta razón no hubo nunca en el caribe un proceso de
descolonización según el balance de las fuerzas entre cada pueblo y su
respectiva metrópolis.

Por lo cual la independencia de Haití en 1804 no se enmarca en un proceso
regional sino que solamente se entiende y se concibe por una parte en el
contexto de la revolución francesa acarreando un debilitamiento de la
potencia colonial, y por otra parte en el de la lucha contra la
esclavitud. De hecho, ni está vinculada con la independencia de los EE.UU.
, ni con la de Venezuela en 1811. Los negros haitianos conquistaron su
libertad al cabo de una lucha contra la esclavitud y no por la
independencia. Toussaint Louverture, pese a sus grandes méritos, fue un
sol dado español, y luego francés quien se aprovechó de las
contradicciones entre las potencias europeas. Fue solamente después de su
deportación a Francia y del intento napoleónico de restaurar la esclavitud
en 1801 que los haitianos, liderados por Dessalines, plantearon, y además
resolvieron, la cuestión de la ruptura de los vínculos con la metrópolis.

El proceso haitiano no se repite en otros lugares. Cabe sin embargo para
ser completos añadir que existió un proceso libertador anterior al de
Haití; se trata del de los Saramakas y de los Ndjukas en Guyana dicha
holandesa (Surinam). Aunque este país solamente obtuvo su independencia en
1975, dos siglos antes de eso, los Saramakas y de los Ndjukas habían
logrado imponer a Holanda la firma de tratados de paz que reconocían su
libertad individual y definían territorios que podían administrar
libremente. Claro está, estos acuerdos antiguos y no reconocidos por la
comunidad internacional no dieron nacimiento a Estados; sin embargo se
trata aquí de un auténtico proceso de liberación, aún del primero librado
exitosamente en el suelo americano. De la misma manera, las comunidades
cimarronas de Jamaica impusieron de hecho a la potencia inglesa la
definición de un territorio "santuario" y llevaron a cabo un proceso
libertador, aun si ése fue cuestionado ulteriormente.

Al profundizar el tema de las diferencias entre los procesos de
liberación, sale a relucir que pueden ser realmente muy distintos, aun
cuando salen del mismo molde colonial. Así las colonias francesas como
Martinica y Guadalupe no se subieron al carro haitiano. Más
sorprendentemente aún, ni Cuba ni Puerto Rico participaron en la gesta del
Libertador en Sudamérica. La paradoja es que Bolívar fuera a buscar ayuda
a Haití en 1815 pero no se interese mucho por las colonias españoles en la
Antillas. Incluso, en 1821 la colonia española de la parte este de Santo
Domingo declaró su independencia como Estado de Haití Español y se adhirió
a la Gran Colombia, pero el Libertador Simón Bolívar nunca prestó
importancia a este hecho y tres meses después fue ocupada por Haití por 22
años.

Fue solamente a finales del siglo XIX que Cuba y Puerto Rico, "Las dos
alas de una misma mariposa", atravesaron un proceso de liberación, aunque
cada uno no tuviera el mismo final.

Notemos también un proceso bastante original, el de República Dominicana
en 1844. Hay que admitir de hecho que está mas bien dirigido en contra de
la "ocupación" haitiana que de la potencia colonial, aunque sí los
dominicanos impusieron esta libertas conquistada a España en 1865 cuando
ésta quiso emprender la reconquista.

No se puede callar el papel de los EE.UU. desde el siglo XIX. Seguidores
desde 1823 de la doctrina de Monroe que considera que las Américas deben
ser de los americanos, y de hecho de los EE.UU., éstos últimos han querido
siempre imponerse frente a las potencias europeas. Esta doctrina
constituyó la base de la intervención a Cuba y Puerto Rico a finales del
sigo XIX, oficialmente en contra del colonialismo español, pero en
realidad para sustituírsele. De hecho, intentarán con cierto éxito en
Puerto Rico convencer a parte del movimiento de liberación nacional que
serían una alternativa a la potencia ibérica e impondrán la firma de
tratados, verdaderas negaciones de los derechos nacionales de los
pueblos.

Después de la primera guerra mundial, trataron de comprar a Francia
Martinica y Guadalupe por concepto de pago de los gastos de guerra. En la
plena segunda guerra mundial, Roosevelt impuso a Churchill el
establecimiento de una comisión anglo-americana sobre el Caribe. Con la
guerra fría además, los EE.UU. hicieron todo lo posible para impedir que
la accesión de las colonial inglesas a la soberanía coincide con la
aparición de regímenes no alineados o prosoviéticos.

El intervensionismo de los EE.UU. en la región es un hecho sobresaliente
en término de soberanía y autodeterminación durante el pasa siglo.
Recordemos algunas fechas:

1891 Intervención en Haití
1896 Intervención en Nicaragua
1898 Intervención en Nicaragua
1898 Intervención y ocupación (hasta hoy) de Puerto Rico
1898 Intervención y ocupación de Cuba (hasta 1902)
1899 Intervención en Nicaragua
1903 Intervención en Honduras
1904 Intervención en Panamá
1906 Intervención en República Dominicana
1906 Intervención y ocupación de Cuba (hasta 1906)
1908 Intervención en Panamá
1909 Intervención en Nicaragua
1910 Intervención en Honduras
1912 Intervención en Honduras, Panamá y Cuba
1912 Intervención y ocupación de Nicaragua (hasta 1925)
1914 Intervención y ocupación de Haití (hasta 1934)
1916 Intervención en República Dominicana (hasta 1924)
1917 Compra a Dinamarca de las Islas Vírgenes
1917 Intervención y ocupación de Cuba (hasta 1923)
1918 Intervención en Panamá
1920 Intervención en Panamá y Guatemala
1921 Intervención en Panamá y Costa Rica
1924 Intervención en Honduras
1925 Intervención en Panamá, Nicaragua y Honduras
1926 Intervención y ocupación de Nicaragua (hasta 1933)
1932 Intervención en El Salvador
1933 Intervención en Nicaragua y Cuba
1961 Intervención en Cuba
1965 Intervención en República Dominicana.

Nuestra región ha sido fuertemente marcada por las intervenciones de los
últimos cuarenta años que quedan impresas en nuestras memorias, en Cuba
para aplastar la Revolución Cubana, en la República Dominicana para
aplastar la Revolución de Abril, en Granada para poner término a la
Revolución llevada a cabo por el New Jewel Movement, en Panamá una vez
más, bajo el pretexto de capturar a Noriega, para imponer la voluntas y la
autoridad americanas al país a pesar de los acuerdos ya firmados sobre el
Canal.

Es preciso observar los siguientes aspectos comunes entre Haití, Cuba,
Santo Domingo y Puerto Rico en el siglo XIX:

* Un movimiento armado muy desarrollado usando tácticas de guerra
clásica
* Un momento de debilitamiento de la potencia colonial

Estos procesos diferentes notablemente de lo que pasó con las colonias
angloparlantes después de la segunda guerra mundial, o sea en pleno XX. No
cabe la menor duda que las autonomías, luego las independencias adquiridas
en las colonias inglesas son la consecuencia de una lucha de las masas
colonizadas, esencialmente en los "tradeunions" (sindicatos), pero no se
desarrolla en las mismas condiciones que las anteriormente descritas. El
Impero británico quedó debilitado con la independencia de la India después
de la guerra, pero es sobre todo que Inglaterra entendió que no podía
seguir manteniendo los mismos vínculos clásicos de colonización con sus
posesiones en las Antillas, sobre todo en un contexto internacional que
había cambiado. Los procesos de descolonización en estos países resultan
de la conjunción de un conjunto de estos factores: luchas de masa, papel
de los intelectuales y de las elites, contexto internacional,
establecimiento de la Mancomunidad (Commonwealth), etc.

Además estos procesos fueron acompañados por una voluntad de federación,
de integración de los países del Caribe, fenómeno que no se había visto
hasta ese momento. En ellos se arraigaron las distintas estructuras
comunes (1958, Federación de las Indias Occidentales; 1960, Mercado Común
Centroamericano; 1963, Conferencia de los Jefes de Gobierno; 1968, CARIFTA
del CARICOM -creado en 1973 por Barbados, Guyana, Jamaica, Trinidad y
Tobago- e incluso la Asociación de Estados del Caribe, AEC, creada en
1996) o sea, las estructuras actuales que representa las bases de un
mínimo de cooperación regional.

Así que, ni tenemos proceso linear, ni proceso global en el tiempo,
aunque, naturalmente, las sociedades que nacen de las distintas
colonizaciones aspirarán más o menos temprano a conquistar su soberanía.

Es evidente que, salvo en el caso de Haití cuyas especificidades ya
destacan, fue en las colonias de origen español donde los movimientos de
liberación nacieron más rápido. Eso puede ser vinculado con las
influencias bolivarianas, aún con 50 años de retraso, y también con la
existencia en estos países de una importante emigración hacia los Estados
Unidos donde se nutrieron las ideas emancipadoras. La vida de José Martí
es un ejemplo de ello. También podrían explicarse la rapidez del proceso
por el pequeño tamaño de los países y el tipo de ideología colonial.

Las distintas aptitudes internas a la emancipación pueden explicar que