Conferencia sobre cambio climático

Plataforma de Durban: muy poco, muy tarde

2011-12-19 00:00:00

Todo indica que el planeta seguirá rumbo a un incremento de la temperatura promedio, luego del cierre de la última ronda de negociaciones de la Convención sobre Cambio Climático, realizada en Durban, Sudáfrica, en la primera quincena de diciembre. El acuerdo final, o Plataforma de Durban, adoptado por consenso luego de una última sesión maratónica de 40 horas seguidas, permitió, a lo mejor, rescatar el sistema multilateral del descalabro, pero resultó totalmente inadecuado ante la gravedad de la amenaza que pesa sobre la humanidad y el planeta.
 
De hecho, la cita mundial inició con expectativas tan pesimistas que cualquier acuerdo iba a parecer un éxito. Entre sus magros logros, se salvó el Protocolo de Kioto de una muerte inminente, al menos en apariencia, pues en la práctica se le ha ido vaciando de contenido y disminuyendo las metas. Algunos países –en particular la Unión Europea- accedieron a mantener sus compromisos de reducción de emisiones de gases invernaderos dentro de ese marco vinculante.  Además, se fijo el año 2015 para completar un nuevo acuerdo global que remplazaría el Protocolo, pero que entraría en vigencia solo a partir del 2020. También se acordaron los mecanismos de operación del Fondo Verde Climático para la mitigación y adaptación en los países en desarrollo, pero sin definir de donde provendrán los fondos.
 
A la vez subsisten grandes incertidumbres, vacíos e incluso claros retrocesos. Primero, no quedó claro si las nuevas metas de reducciones se cumplirán hasta el año 2017 o 2020. Y si es 2017, qué pasará entre 2017 y 2020. Además, el estatus del acuerdo a pactarse para 2015 no está claro. Si bien se adoptaría bajo la Convención sobre Cambio Climático y sería aplicable para todas las partes, la Plataforma de Durban dice que puede ser un nuevo protocolo u otro instrumento legal (vinculante), o bien un "acuerdo con fuerza legal".
 
Esta última fórmula fue la concesión que hizo la Unión Europea a la India para que deje de bloquear la resolución y acepte la fecha de 2015 (y no 2020) para pactar el nuevo acuerdo. Pero deja en la incertidumbre la capacidad legal que tendrá el nuevo instrumento para obligar a los países a cumplir con sus compromisos.
 
La Unión Europea, por su parte, puso en claro que solo aceptaría someter sus nuevas metas de reducciones (2012-2017) al Protocolo de Kioto, si los demás países aceptan que las nuevas metas a adoptarse en 2015 sean obligatorias para todos los países. Y por ello también insistía en que 2015 debía ser el plazo máximo para establecer un nuevo acuerdo legal. En cambio India y China querían postergarlo para 2020.
 
La reticencia de estos últimos países se debe a que un principio básico de la Convención es la responsabilidad compartida y diferenciada. Ello implica que todos los países del mundo deben contribuir a frenar el cambio climático, pero solo los países desarrollados (llamados del "Anexo 1"), principales responsables históricos del cambio climático, asumían metas de cumplimiento obligatorio. India y China no son parte del Anexo 1, pero siendo países muy grandes y en rápido crecimiento económico, sus emisiones son significativas y en aumento. La solución de compromiso –de cerrar en 2015 un nuevo acuerdo con carácter obligatorio para todos los países, pero su entrada en vigencia solo a partir de 2020- dejó insatisfecho a gran parte de las delegaciones oficiales. Muchos países en desarrollo, en particular los países del ALBA y los pequeños países isleños, se opusieron fuertemente a esta postergación a 2020, dada la urgencia de reducir las emisiones; además consideran injusto someterse a metas obligatorias. Sin embargo, a diferencia de Cancún hace un año, cuando solo Bolivia rechazó el acuerdo, en esta oportunidad ningún país se negó a votar por la Plataforma.
 
Otra debilidad de la Plataforma de Durban es que los compromisos del periodo 2012-2017 no refieren, como sí lo hace el Protocolo de Kioto, a una meta máxima agregada de reducción de emisiones, sino solamente a la suma de metas establecidas unilateralmente. Considerando que los estudios científicos establecen que las emisiones deben llegar a su tope en 2015, para de allí en adelante reducirse significativamente, si se va a evitar un calentamiento por encima de los 2 grados centígrados, parece sumamente irresponsable no contar con una meta común para esa fecha. De hecho, desde que entró en vigencia el Protocolo, las emisiones globales se han incrementado en 45%.
 
Acuerdos desfinanciados
 
En cuanto al Fondo Verde, particularmente los países del ALBA -que actuaron en bloque en la Conferencia- lograron introducir cambios en su estructura que le dan un carácter más democrático y más favorable a los países en desarrollo -según nos informó la delegación ecuatoriana-; además, abren la puerta para que, a partir del 2013, el Fondo pudiera salir de la administración interina actual del Banco Mundial, mediante una licitación abierta. Además, se creó un consejo (compuesto por gobiernos) cuyos integrantes se definirán hacia inicios del próximo año.
 
Estos cambios resultan ser una victoria pírrica, sin embargo, en la medida en que no se definió de donde provendrán los recursos para alimentar el Fondo. Los compromisos de Copenhague de juntar un fondo inicial de 30 mil millones de dólares hasta 2012 están lejos de haberse cumplido. EE.UU. propone que el Fondo sea alimentado con aportes voluntarios del sector privado. Los países del ALBA –entre otros- insisten en que tienen que ser principalmente fondos públicos, garantizados y a largo plazo. Por su parte, Ecuador puso sobre la mesa tres propuestas concretas para alimentar el Fondo, incluyendo, entre otros, un impuesto a las importaciones de petróleo en los países desarrollados y la emisión de derechos especiales de giro (mecanismo que ya fue utilizada en 2009 por el FMI para salvar a los bancos, cuando recabó 290 mil millones de dólares en un mes). No obstante, todo intento de abordar el tema de las fuentes de financiamiento chocó con una negación tajante de los países desarrollados.
 
Entre los retrocesos, Canadá anunció en Durban su salida del Protocolo, lo cual le ahorrará 14 mil millones de dólares en penalidades por no cumplir con sus metas de Kioto. Lejos de cumplir su compromiso de reducir sus emisiones en 6%, éstas se han incrementado en 17% sobre los niveles de 1990.  Este retiro crea un precedente funesto que hace añicos el principio de la obligatoriedad de los compromisos. Japón y Rusia, por su parte, ya habían anunciado que no renovarán compromisos vinculantes a partir de 2013. Japón, al menos, ha cumplido hasta ahora sus metas de reducción de emisiones.
 
EE.UU., el mayor responsable de emisiones, nunca firmó el Protocolo de Kioto, pero ello no le impidió mantener una postura de presión constante para frenar cualquier acuerdo nuevo. Hasta última hora buscó postergar toda negociación nueva para luego del año 2020.
 
La falta de definición fuentes de financiamiento afecta también la aplicabilidad de otros avances menores logrados en la Conferencia. Los acuerdos sobre adaptación y mitigación en los países en desarrollo arriesgan quedar en el papel al no contar con recursos. Lo mismo ocurre con los programas para frenar la deforestación y degradación de bosques (REDD). En el tema REDD se aprobaron, entre otros, las salvaguardas exigidas por los pueblos indígenas. Pero entre la delegación indígena las reacciones fueron mixtas. Mientras algunos expresaban satisfacción con lo logrado en ese tema, otros consideran que deja demasiada libertad a cada país para definir las condiciones. Como comentó Juan Carlos Jintiach, de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonía –COICA-, en adelante la lucha será dentro de cada país; tanto para conseguir la aplicación de las salvaguardas, como para lograr que los fondos lleguen realmente a las comunidades. Otros sectores indígenas rechazan de antemano cualquier participación en el programa REDD por considerar que implica mercantilizar los bosques.
 
Movilización popular
 
En el espacio oficial, se hicieron presentes unos 5800 observadores inscritos (cifra que incluye a representantes de Naciones Unidas), quienes no podían entrar a la mayoría de salas de negociación, pero organizaron diversos eventos paralelos. Entre ellos, el foro de pueblos indígenas se reunió diariamente para compartir información sobre las negociaciones y concertar propuestas.
 
Por fuera del sitio oficial de la conferencia, hubo la participación visible e imaginativa de sectores de juventud, trabajadores/as, informales, campesinado, indígenas, entre otros. En particular, se organizó un espacio autónomo, el "People's Space" (espacio del pueblo) en una universidad de la ciudad, donde se organizaron diversos eventos que avanzaron en la definición de agendas propias de las organizaciones sociales, donde la participación promedia era de un par de centenares de personas. Además, en las calles cercanas al centro de convenciones, la iniciativa “Occupy COP17” fue escenario de asambleas diarias y actos culturales, con decenas de participantes. Por su parte, la Vía Campesina organizó una movilización y montó un campamento, durante varios días, con más de 100 campesinos/as.
 
En estos espacios ciudadanos, y en la gran marcha del 3 de diciembre, fue muy visible la presencia de trabajadores y trabajadoras sudafricanos/as, incluyendo informales, como los recicladores de basura. Como explicó a ALAI uno de los organizadores de la marcha, Brian Ashley, en Sudáfrica el movimiento ambientalista es incipiente, en cambio tiene un fuerte e histórico movimiento laboral. Por ello se había optado por realizar un trabajo previo de movilización y sensibilización con sectores organizados de trabajadores/as, para que incluyan en su agenda el tema del cambio climático.
 
Pero si bien, durante toda la conferencia se mantuvieron acciones constantes de presión y exigencia a los gobiernos para que cumplan con sus responsabilidades, con diversos pronunciamientos y demandas, como también espacios de diálogo, no cabe duda que la presencia y participación de actores de la sociedad civil estuvo menos numerosa en Durban que en las dos anteriores conferencias; lo cual, seguramente, significó menor capacidad de hacer sentir a los gobiernos que el mundo los estaba vigilando.