A un mes del golpe en Paraguay: En memoria de Esther Ballestrino de Careaga

“Voy a seguir hasta que aparezcan tod@s"

2012-07-31 00:00:00

Los sectores reaccionarios que dieron el golpe de Estado parlamentario, vienen manipulando a favor de sus intereses lo que implica la defensa de la soberanía paraguaya. Lo que plantean nada tiene que ver con un Paraguay verdaderamente libre y soberano.

Dicen que las sanciones impuestas por los países que integran el MERCOSUR y la UNASUR o los múltiples pronunciamientos de organizaciones y movimientos sociales en repudio al golpe, violan la soberanía paraguaya y son intromisiones en los asuntos internos de ese país. Pero nada dicen cuando las multinacionales violan de manera sistemática la soberanía territorial, energética y financiera, simplemente porque son cómplices. O cuando se violenta la soberanía popular expresada libremente en las urnas mediante un golpe de Estado parlamentario.

Ensayan discursos nacionalistas xenófobos tergiversando la historia misma. Hablan de la reedición de la “Triple Alianza” entre Argentina, Brasil y Uruguay, con el cinismo de cambiar los roles e intereses como se dieron históricamente. Resulta ser que la solidaridad democrática de los pueblos y países de la región es una supuesta nueva alianza contra el pueblo paraguayo. La verdadera “Triple Alianza” contra el pueblo es la de los terratenientes “brasiguayos” y la derecha brasileña que apoya el golpe, la voracidad depredadora de las empresas multinacionales con la complicidad de las oligarquías nacionales y los medios de comunicación golpistas, como el porteño diario “La Nación”, desde donde los Mitre incitan a que se imite el juicio político a la presidenta argentina. La misma alianza que llevó a la guerra del Paraguay en 1864 de la mano del Imperialismo británico, es hoy la que sustenta el golpe de Estado parlamentario de la mano del Imperialismo yankee.

Hablan de defensa de la soberanía, pero le abren las puertas de par en par a las empresas multinacionales para que continúen con el saqueo de los bienes naturales y los recursos energéticos. Son los mismos que votaron el ingreso de tropas militares estadounidenses con total inmunidad-impunidad al Paraguay. Son los que no entienden que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Que las fronteras son límites caprichosos que responden al poder geopolítico de cada época, pero que por encima de ellas existen pueblos hermanados en una misma lucha por su libertad, democracia e integración, basada en la justicia social y ambiental.

Deberían hacer memoria y aprender del ejemplo solidario de su compatriota, Esther Ballestrino de Careaga, madre de Plaza de Mayo, detenida-desparecida el 8 de diciembre de 1977 en la iglesia de la Santa Cruz , de la ciudad de Buenos Aires, por su lucha contra la sangrienta dictadura militar en defensa de los derechos humanos del pueblo argentino. Esther había nacido en Uruguay, pero de chiquita su familia se mudó a Paraguay, donde se crió y recibió de maestra y doctora en Bioquímica y Farmacia en la Universidad Nacional de Asunción.

Militó en el Febrerismo, un movimiento antiimperialista de ideas socialistas. Fundó el Movimiento Femenino del Paraguay en la década del 40, del que fue su primera secretaria general. Debido a su militancia y lucha anti dictatorial debió exiliarse en 1947 en Argentina. Allí contrajo matrimonio con Raymundo Careaga, con quién tuvo tres hijas: Esther, Mabel y Ana María.

El 13 de junio de 1977 su hija Ana María, embarazada de tres meses, fue secuestrada y llevada al centro clandestino de detención Club Atlético. Sus dos yernos, Manuel Carlos Cuevas e Ives Domergue ya habían sido detenidos. Esther comenzó a organizarse con otros familiares de desaparecidos, colaboró con Familiares de Detenidos-Desaparecidos por Razones Políticas y con la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Integró Madres de Plaza de Mayo, siendo una de sus principales dirigentes junto a Azucena Villaflor y Ana María Ponce de Bianco, las dos asesinadas junto a ella.

Cuando su hija fue liberada en octubre de 1977, junto a sus otras hijas se refugiaron primero en Brasil y luego en Suecia. Pero ella volvió a la Argentina. Al aparecer en la plaza, las otras madres le dijeron que se fuera, que era muy peligroso. Ella les respondió: “Voy a seguir hasta que aparezcan todos, porque todos los desaparecidos son mis hijos”.

Esther es un símbolo concreto de la solidaridad y unidad entre los pueblos. Nació en Uruguay, se crió en Paraguay y se casó y tuvo a sus hijas en Argentina. Recuperó a su hija, pero volvió a luchar por los demás, junto a las otras madres. Eso le costó su vida. Es un ejemplo de entrega que traspasa las fronteras y nos interpela. ¡Cómo no repudiar el golpe de estado y solidarizarnos con la lucha del pueblo paraguayo en defensa de su democracia cuando ella hace 35 años dio su vida por esta misma causa!

Esther Ballestrino de Careaga ¡Presente! ¡Ahora y siempre!

Pablo Herrero Garisto
Miembro de Diálogo 2000-JS/Américas